Cuando el Centro islámico Hussainiyat Al-Rasool Al-Adham se inauguró en el barrio predominantemente judío de Golders Green en el 2017, ellos prometieron ponerse en contacto con los residentes judíos. En enero del 2019, planeaban lanzar una enorme exhibición sobre los héroes musulmanes que salvaron judíos durante el Holocausto.
Los musulmanes locales se indiganron. Algunos en especial estaban furiosos por el hecho de que el Centro islámico se asociara con Yad Vashem, el museo de recuerdo del Holocausto en Israel. Al enfrentar una feroz oposición, el Centro islámico canceló la exhibición.
Es una lástima, porque la historia que planeaban contar es una historia vital: entre los miles de héroes identificados por Yad Vashem como “Justos entre las naciones” por haber arriesgado sus vidas para salvar judíos, muchos fueron musulmanes. Sus extraordinarias historias merecen ser conocidas.
Aquí hay cuatro musulmanes que arriesgaron sus vidas para salvar judíos durante el Holocausto. No permitamos que los extremistas borren su historia.
Dr. Mohamed Helmy
Mohamed Helmy nació en Sudán de padres egipcios y cuando tenía 21 años se fue a Berlín para estudiar medicina. El Dr. Helmy se asentó en Alemania, eventualmente avanzó en su profesión hasta convertirse en jefe del departamento de urología del hospital Robert Koch en Berlín. Allí, en el año 1933, vio que todos los médicos judíos eran despedidos. Por un tiempo breve, el Dr. Helmy fue encarcelado junto con otros egipcios que vivían en Alemania, pero eventualmente fue liberado y le permitieron seguir practicando la medicina. A pesar del peligro, el Dr. Helmy habló públicamente en contra de las políticas nazis.
Cuando estalló la guerra y los judíos comenzaron a ser arrestados en Berlín, el Dr. Helmy arriesgó su vida para salvar a una familia. Él era buen amigo de una mujer judía llamada Anna Boros y le dijo que podía quedarse en una cabaña que él tenía en un pintoresco barrio de Berlín llamado Buch. Las autoridades alemanas investigaron al Dr. Helmy varias veces, sospechando que él estaba escondiendo judíos.
Entonces arregló para que Anna se escondiera con otra familia. “La Gestapo sabía que el Dr. Helmy era nuestro médico de familia”, testificó Anna posteriormente, “y sabían que él tenía una cabaña en Buch, Berlín. Él se las arregló para evadir todos los interrogatorios. En esos casos me llevaba con amigos con quienes me quedaba varios días, presentándome como su prima de Dresden. Cuando el peligro pasaba, yo regresaba a su cabaña… El Dr. Helmy hizo todo por mí debido a la generosidad de su corazón y le estaré eternamente agradecida”.
Sin que Anna lo supiera, el Dr. Helmy incluso obtuvo documentos del Instituto islámico central en Berlín, declarando (falsamente) que Anna se había convertido al islam y se había casado con un hombre egipcio en la casa del Dr. Helmy, porque creyó que eso podría salvarla de la deportación si llegaban a descubrirla. El Dr. Helmy también ayudó a la madre de Anna, Julie, a su padrastro Gerog Wehr, y a su abuela, Cecilie Rudnik, a encontrar refugio con otras familias y los ayudó con problemas médicos durante la guerra. En 1944, los Wehr fueron encontrados e interrogados y ellos revelaron que el Dr. Helmy los estaba ayudando y escondiendo a su hija. El Dr. Helmy corrió a pasar a Anna a otro lugar más seguro y para despistarlos, entregó a las autoridades una carta falsa de Anna diciendo que se estaba quedando con su tía en la ciudad de Dessau.
Anna Boros Gutman (segunda desde la izquierda) durante una visita a Berlín junto con su hija Carla (la primera a la izquierda), el Dr. Helmy y su esposa Emmi (a la derecha), 1969 (Foto: Yad Vashem).
Anna, sus padres y su abuela sobrevivieron la guerra gracias al Dr. Helmy y a otros berlineses que ayudaron a refugiar a la familia. Anna y sus parientes se fueron a vivir a los Estados Unidos y de inmediato comenzaron a escribir cartas al senado de Berlín pidiendo que se reconociera la valentía del Dr. Helmy y sus amigos. En el 2013, Yad Vashem nombró a Mohamed Helmy un «Justo entre las naciones» por arriesgar su vida para ayudar a judíos durante el Holocausto.
Salahattin Ulkumen
Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, Selahattin Ulkumen, un funcionario civil turco de 30 años, era el cónsul general de Turquía en la isla griega de Rodas. En la isla vivían casi 2.000 judíos, muchos de los cuales podían remontar sus raíces hasta la expulsión de los judíos de España en 1492. La mayoría de estos judíos tenían nacionalidad griega o italiana, pero algunos tenían papeles turcos. Cuando Alemania comenzó a deportar a los judíos de Rodas en 1944, Ulkumen entendió que él podía ayudar a salvar a los judíos turcos de la isla.
Retrato de identificación de Slahattin Ulkumen, cónsul general turco en Rodas.
El 19 de julio de 1944, la Gestapo local ordenó que todos los judíos se reportaran en la estación de tren de la isla. Su destino era el campo de exterminio Auschwitz-Birkenau. Ulkumen se acercó a Ulrich Kleeman, el general a cargo, protestando, le dijo que Turquía era neutral y demandó que todos los judíos con ciudadanía turca –y sus cónyuges– fueran liberados de inmediato.
Ulkumen recordó después que “El comandante alemán dijo que, de acuerdo con las leyes nazis, todos los judíos son judíos y tienen que ir a campos de concentración. Yo me opuse. Le dije que de acuerdo con la ley turca no hay diferencia si el ciudadano es judío, cristiano o musulmán… le dije que reportaría a mi gobierno si él no liberaba a los judíos turcos y que causaría un incidente internacional. Entonces accedió”.
El discurso de Ulkumen era en gran parte inventado: él no tenía ordenes de salvar a los judíos turcos y estaba actuando por su propia iniciativa. Más aún, la ley turca no dictaminaba que los cónyuges de turcos tenían ciudadanía turca. Todo eso lo inventó en el momento. En total, Ulkumen salvó a 13 ciudadanos turcos y otros 40 judíos con conexiones turcas.
Salahattin Ulkumen en Yad Vashem
En algunos casos, él intervino personalmente para ayudar a judíos individuales a evadir la deportación. Albert Franko estaba casado con una mujer turca. Al saber que él tenía esta conexión turca, Ulkumen hizo bajar a Franko de un tren que ya estaba en camino a Auschwitz. En otro caso, Ulkumen se acercó a una ciudadana turca judía, Matilda Toriel, mientras estaba en fila para reportarse a las oficinas centrales de la Gestapo e insistió que su esposo, quien era ciudadano italiano, también fuera liberado. En total, Ulkumen logró agregar otros 25-30 nombres a la lista de judíos turcos de la Gestapo, insistiendo que esos judíos eran turcos y que simplemente tenían los documentos vencidos.
Después de la guerra, Albert Franko, Matilda Toriel y otros judíos que Ulkumen salvó contaron a Yad Vashem sobre su valentía. En 1989, Selahattin Ulkumen fue reconocido por Yad Vashem como «Justo entre las naciones».
Lime Balla
En 1943, Lime Balla era una ama de casa de 22 años que vivía con su esposo Destan en la aldea albanesa de Shengjerji. En 1943, durante el mes sagrado para el islam, el Ramadán, 17 judíos escaparon de la ciudad de Tirana al campo, y encontraron refugio en la aldea de Lime. Lime y Destan, como otros musulmanes albaneses, se adherían a un intenso código de honor llamado “besa”, que exige proteger a los huéspedes a toda costa. Para muchos de los judíos de Albania, besa fue su salvación, ya que los musulmanes albanos protegieron a los judíos de la deportación por parte de las autoridades alemanas de la ocupación.
Los aldeanos recibieron a los 17 judíos, los disfrazaron de granjeros y los albergaron durante 15 meses. Lime y Destan recibieron a dos hermanos, Salomón y Mordejai Lazar. “Éramos pobres”, recordó luego Lime. “Ni siquiera teníamos una mesa de comedor, pero nunca permitimos que ellos (los hermanos Lazar) pagaran por la comida o el albergue. Yo iba al bosque a cortar leña y acarrear agua. Cultivábamos verduras en nuestro jardín, así que todos teníamos suficiente para comer”.
Uno de los sobrinos de Lime fue un partisano que luchó contra los nazis en la ciudad de Pristina. En diciembre de 1944, los judíos de la aldea se fueron a Pristina, en donde los partisanos continuaron albergándolos y ayudándolos. Lime perdió contacto con Salomón y Mordejai hasta 1990, cuando los hermanos la contactaron. Ellos estaban viviendo en Israel. Una vez que se disolvió la Unión Soviética, los albanos pudieron hablar abiertamente por primera vez de sus actividades durante la guerra. En 1992, Yad Vashem reconoció a Lime y Destan Balla como «Justos entre las naciones».
Khaled Abdul Wahab
Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, Khaled Abdul Wahab era un terrateniente rico en el pintoresco pueblo de Mahdia, en Túnez. Él albergó judíos y salvó a mujeres judías de ser atacadas por los soldados alemanes.
En la década de 1940, Túnez tenía una gran población judía. Los judíos de Túnez no fueron deportados a campos de exterminio como el resto de los judíos de Europa, pero cuando los alemanes invadieron Túnez en 1942, comenzaron a imponer rigurosas leyes antijudías. Annie Buchris era una niña judía en Mahdia cuyo mundo se dio vuelta con la ocupación alemana. Los judíos tenían que usar estrellas amarillas en sus ropas y muchos perdieron sus hogares. La casa de Annie fue tomada por soldados alemanes y su padre y sus hermanos fueron enviados a un campo de trabajos forzados. Las tropas alemanas forzaron a Annie y a su madre a vivir y trabajar en una fábrica de aceite de oliva de la cual tenían prohibido salir.
Khaled era amigo de Jacob, el padre de Annie. Khaled comenzó a frecuentar establecimientos alemanes y a hacerse amigo de los nazis para poder espiarlos y descubrir qué nuevos horrores estaban planeando. Una noche, escuchó un plan que le congeló la sangre. Los alemanes estaban obligando a algunas mujeres judías a trabajar en un burdel, y un nazi le dijo a Khaled que quería que la esposa de su amigo Jacob Buchris trabajara allí. Khaled supo que tenía que intervenir.
Él invitó al oficial nazi con muchos tragos hasta que estuvo borracho, luego condujo hacia la fábrica de aceite de oliva y le informó a la familia Buchris que estaban en peligro. Él espero mientras los Buchris y otra veintena de judíos que vivían en la fábrica empacaran sus pertenencias y luego los llevó a una granja cercana que pertenecía a su familia.
Una de las niñas judías que se refugió en la granja fue Eva Weiseldec, quien más tarde grabó su testimonio sobre la valentía de Khaled. “Una noche, él transportó a las mujeres, niños y ancianos de nuestra familia a una granja que tenía como a 30 kilómetros fuera de la ciudad. Nos dijo que allí estaríamos a salvo… La suerte quiso que poco tiempo después llegara a la zona una unidad alemana. Nuestro anfitrión nos dijo que nos quitáramos nuestras estrellas amarillas, nos quedáramos adentro de la granja y nos mantuviéramos lejos de la casa principal”.
Khaled hospedó a los alemanes en su granja mientras que una veintena de judíos estaban escondidos a unos pocos metros de distancia, en una zona diferente de la propiedad.
Algunos nazis sabían que había judíos escondidos en la granja. Una noche, oficiales alemanes borrachos deambularon hacia el establo y gritaron, “¡Sabemos que son judíos y vendremos por ustedes!” Khaled fue corriendo y de alguna manera persuadió a los oficiales para que dejaran a los judíos en paz. “Al día siguiente nuestro anfitrión vino al establo. Corrimos a expresarle nuestra gratitud, pero él fue más entusiasta en disculparse con nosotros. Dijo que sentía que tuviéramos que pasar por la terrible experiencia de las amenazas de los alemanes, expresó alivio por haber logrado intervenir a tiempo para prevenir una horrible tragedia y prometió que nunca volvería a ocurrir”.
Esa veintena de judíos se quedaron en la granja de Khaled hasta que las tropas británicas conquistaron la zona en 1943 y pudieron regresar a sus hogares.
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