Cuando hace poco tiempo el presidente de la dictadura iraní estuvo de gira por Venezuela, Cuba y Nicaragua, y demostró que el régimen de Caracas es su coto de caza central en América Latina, nadie en el resto de la región (nadie desde los gobiernos o las otras autocracias que imperan por esta zona) creyó que era necesario emitir sonido alguno. ¿Cuál era el problema? ¿Que el presidente del país que financia, apoya y respalda la dictadura de Maduro, Díaz Canel y Ortega, que el presidente de la dictadura que voló la AMIA hace 29 años, y de la dictadura que se jacta de que va a borrar del mapa a Israel venga a la zona a asentar su presencia y participación militar con el sonsonete de “cooperación estratégica”? Ningún problema. Mientras sea un tema del “otro”.
Y como así se funciona por estas tierras, a una acción le sigue otra. Hace menos de una semana, la agencia de noticias iraní hizo un anuncio que por algún motivo que para nosotros es difícil de desentrañar, pareció sorprender a algunos pocos países de nuestra América Latina. El ministro de Defensa de Irán, el general de brigada Mohammad Reza Ashtiani, y su homólogo boliviano, Edmundo Novillo Aguilar, firmaron un memorándum de entendimiento de defensa y seguridad. Ashtiani dijo que los países latinoamericanos tienen “un valor especial en la política exterior y de defensa de Irán debido a la importancia de la región sudamericana”, y aseguró, con respecto a las necesidades de Bolivia en el campo de la defensa fronteriza y el combate al narcotráfico, que la parte iraní trató de tener interacciones con el país latinoamericano para proporcionarles equipos, y que este tipo de cooperación puede ser un “modelo a seguir” para otras naciones de Sudamérica. El ministro de Defensa boliviano, por su parte, señaló que Bolivia pide el apoyo de Irán en materia de seguridad fronteriza y combate al narcotráfico, así como la cooperación mutua con los iraníes en el ámbito académico, y expresó la esperanza de que su viaje a Irán allane el camino para una amplia cooperación.
Esto no es tan ingenuo como insisten en mostrarlo estas declaraciones melifluas, banales y sin contendido. Ya decir memorándum de entendimiento debiera provocar escalofríos y no sólo en Argentina. El Canciller del presidente Arce fue a peregrinar a Teherán para recibir armas, y si es posible, las mismas que usa Rusia para cometer crímenes de guerra en Ucrania, y para lograr muchas cosas más que no han trascendido ni van a trascender porque Bolivia que desde hace décadas se abraza con el régimen de los Ayatolas, ni Irán van a filtrar que dice y no dice el memorándum que apoya a otro país más en América del Sur, demostrándole a los que no quieren mirar que no sólo Venezuela es una base iraní en la región.
Desde el Instituto de Estudios para la Guerra con sede en Washington y que sí monitorea los relacionamientos bilaterales de los países latinoamericanos con Irán, afirmaron que Irán proveerá de drones a Bolivia y mencionaron que el ministro iraní aseguró, antes aún de la firma del acuerdo, que la industria militar de su país estaba lista para ofrecer “tecnología avanzada” a Bolivia. Asimismo, el IEG también señaló que los aviones no tripulados iraníes vienen siendo utilizados en muchos países para labores de vigilancia fronteriza. En 2022, Irán informó públicamente según el IEG que 22 países ya operaban sus drones, entre los cuales Venezuela. Cuando el ministro de RREE de Bolivia declara, como lo hizo en Teherán, que Irán es “un modelo para las naciones que buscan la libertad”, está repitiendo lo que Evo Morales hizo hace 2 décadas cuando firmó decenas de acuerdos con el entonces presidente Ahmadinejad, lo que también hicieron Chávez, Maduro, Ortega, los Castro y todos los que han hecho a nuestra región muy vulnerable al terrorismo y al peligro latente. Esto es “libertad” para el Canciller boliviano.
Tuvo que pasar más de una semana, una enérgica nota de la DAIA, y la notoriedad de la omisión, para que la Cancillería argentina tuviera alguna reacción ante el hecho de que un país vecino hiciera un acuerdo con la dictadura que perpetro dos atentados terroristas en Buenos Aires. La reacción ha sido deplorable y demuestra el espíritu reinante en las Américas: sálvese quien pueda y como pueda. La Cancillería argentina envió una nota a la embajada de Bolivia en Buenos Aires solicitando información sobre los “alcances de las conversaciones y posibles acuerdos” firmados entre Bolivia e Irán. ¿Posibles acuerdos? Ambas partes los anunciaron con orgullo, jactancia y soberbia públicamente. ¿Acaso la Cancillería argentina está diciendo que Bolivia e Irán mintieron y que no firmaron nada ni acordaron nada? ¿Alcance de las conversaciones? La agencia oficial de los Ayatolas IRNA detalló ampliamente lo que le dictaron concretamente. ¿Qué alcance? ¿El de los drones? Sí, tienen amplio alcance. Si tiene dudas, pregunten al gobierno de Ucrania que se los va a explicar mientras les informa la cantidad de muertos que han causado.
América Latina es incansable para que cada uno haga su agenda, se disfrace de socio solidario con los demás y cuando las velas arden muestren discrepancias y una excelsa habilidad para no ser capaces de unirse ni siquiera en lo elemental: defenderse, defender la independencia y libertades. La grieta entre los que creen en la democracia y los que militan el autoritarismo es demasiado grande.
Cuando Lula convocó hace varias semanas a los presidentes sudamericanos y pontificó que la violación a los derechos humanos en Venezuela es “una narrativa”, el presidente de Chile Gabriel Boric dijo: “Expreso, respetuosamente, que tengo una discrepancia con lo dicho por el presidente Lula, en el sentido de que la situación de los derechos humanos en Venezuela es una construcción narrativa. No es una construcción narrativa, es una realidad, es grave y yo tuve la oportunidad de ver, vi el horror de los venezolanos. Esta cuestión exige una posición firme”. A Lula, obvio, no le gustó. Pero el presidente de Uruguay Luis Lacalle se lo dijo también mirándolo de frente y en la sala de reuniones. La reunión se cayó en la grieta que divide a los que no aceptan el coro de los que quieren llamar democracia a las dictaduras.
En la bastante fallida reunión de CELAC y la Unión Europea hace una semana, mientras ni siquiera la UE se atrevía a decir lo que pasa en Ucrania, el presidente chileno, consideró importante que desde Latinoamérica se diga con claridad que esta “es una guerra de agresión imperial, inaceptable, en donde se viola el Derecho Internacional… Entiendo que la declaración conjunta está trabada porque algunos no quieren decir que es la guerra contra Ucrania. Hoy día es Ucrania, pero mañana podría ser cualquiera de nosotros”. Y Lula no pudo contenerse y contestó: “posiblemente, la falta de costumbre de participar en estas reuniones hace que un joven sea más sediento y apresurado. Pero así es como suceden las cosas”.
Y claro que así es. Lula, desde la democracia apoya dictaduras. Y ni una palabra de Irán. Y si un presidente no está de acuerdo, o es de “derecha” o es “muy joven”. Otra vez, la agenda individual soberbia, mientras se miente diciendo que hay que unirse. ¿Unirse con quién? ¿Con las invasiones terroristas? ¿O para ser libres, democráticos e independientes de una buena vez frenando tanta mentira?
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