UN aficionado iraní sostiene una camiseta en memoria de Mahsa Amini, dentro del estadio antes de un partido de fútbol de la Copa Mundial entre Irán y Gales, en Qatar, en noviembre pasado.(crédito de la foto: DYLAN MARTINEZ/REUTERS)
«No nos olvides, adiós».
Esas fueron las inquietantes palabras tuiteadas por Majid Khademi, de 32 años, el fin de semana pasado mientras las autoridades iraníes lo trasladaban de su confinamiento domiciliario a prisión.
Como miles de otros jóvenes iraníes, Majid puede ser el próximo iraní desaparecido por los mulás por participar en las protestas de 2019 –encabezadas por mujeres valientes– contra los graves abusos contra los derechos humanos cometidos por el régimen teocrático iraní.
Nos avergüenza decir que los gritos de Majid parecen caer cada vez más en oídos sordos en DC. No debería ser así; Por eso, instamos a los estadounidenses –demócratas y republicanos– a llamar a sus miembros del Congreso y al mismo tiempo alzar sus propias voces en apoyo al sufrido pueblo de Irán.
¿Estados Unidos abandonará a las mujeres iraníes como ya lo hizo en Afganistán?
Y ahora es el momento. A medida que la muerte de Mahsa Amini se acerca a su primer aniversario, Estados Unidos enfrenta su propio ajuste de cuentas respecto de las promesas que efectuara acerca de proteger los derechos humanos de las mujeres iraníes. Y si el pacto de silencio de Estados Unidos no se rompe con acciones y hechos, las valientes mujeres de Irán quedarán abandonadas a su suerte, de la misma manera que el destino de las mujeres de Afganistán fue dejado en las manos de los talibanes.
A decir verdad, nuestros diplomáticos y burócratas tienen pocos motivos para temer, mientras que el pueblo iraní presencia una vez más cómo Estados Unidos los vuelve a abandonar. Ningún funcionario estadounidense fue responsabilizado por la debacle que supuso la retirada de Afganistán en septiembre de 2021. Sí, el asesinato de Amini a manos de la policía religiosa de Irán, provocó un torrente de fuertes declaraciones por parte de la Casa Blanca y el Departamento de Estado. Líderes y personas influyentes de todo el mundo se unieron al coro, al igual que no pocas figuras públicas y ejecutivos de empresas. Estados Unidos incluso sancionó a la policía moral de Irán. Sin embargo, un año después, decenas de miles de jóvenes iraníes han sido encarcelados, muchos de ellos torturados y algunos ejecutados, mientras el Departamento de Estado y los hashtaggers parecen estar perdiendo interés. En el interín, Irán está celebrando el primer aniversario del asesinato de Amini con un fortalecimiento de las reglas del hijab. Algunas empresas con base en países democráticos no tienen problemas para ayudar e instigar a los Mullahs. Bosch, una importante corporación alemana, suministró unas 8.000 cámaras sofisticadas al Régimen iraní para permitirle identificar qué mujeres y adolescentes iraníes todavía tenían la audacia de desafiar las reglas draconianas sobre el uso de hijabs. Bosch no necesita preocuparse de ser sancionada por los Estados Unidos; nuestro gobierno ni siquiera está aplicando sus propias sanciones a Irán, habilitando las exportaciones de petróleo de Teherán hasta un máximo de cinco años.
El petróleo, por supuesto, va principalmente al principal adversario de Estados Unidos –China–, mientras que el Régimen iraní también suministra a Rusia los drones que matan y mutilan a ucranianos. El Régimen iraní ya ha ganado al menos 40 mil millones de dólares con la venta ilegal de petróleo a China y podría hasta llegar a los 60 mil millones de dólares. Para colmo, actualmente Teherán tiene suficiente material fisionable como para crear rápidamente múltiples armas nucleares, y ahora amenaza rutinariamente a los barcos que pasan por el Estrecho de Ormuz, e incluso acosó a un helicóptero estadounidense hace apenas unos días. Resulta brutalmente evidente que el equipo de Biden no ha aprendido nada de la catástrofe en Afganistán y de las consecuencias inmediatas y de largo plazo derivadas de la no proyección de la fuerza de Estados Unidos, incluyendo la fuerza moral. Trágicamente, pareciera como si la Administración que presentara los derechos humanos como su promesa distintiva, fuera el responsable de dos de los fracasos globales más catastróficos de este siglo en materia de derechos humanos: el abandono de las mujeres en Afganistán y en Irán. Y no son sólo las mujeres y jóvenes iraníes quienes pagan el precio y están cada vez más en peligro. También se trata de los estadounidenses. El gobierno de Estados Unidos –tras negociaciones secretas– acordó a principios de este mes pagar 6.000 millones de dólares por los cinco rehenes estadounidenses transferidos de la prisión de Evin a arresto domiciliario (1.200 millones de dólares cada uno). Todo el mundo sabe cómo utilizará el dinero el Régimen iraní. Al igual que los miles de millones que el presidente Barack Obama entregó al Régimen en 2013, ni un sólo centavo se destinará a mejorar la situación del pueblo iraní. Se desviará para financiar el terrorismo y promover el fanatismo en todo el mundo. En el pasado, el Régimen ha únicamente utilizado este tipo de fondos para participar de planes gigantescos destinados a romper las sanciones en su contra. Olvídense de los expertos en tecnología de Washington DC: el estadounidense promedio sabe exactamente lo que significa semejante recompensa. El precio por estadounidense del Departamento de Estado es ahora de 1.200 millones de dólares. Tiranos, terroristas y dictadores han tomado nota. Resulta menos seguro ser un estadounidense en el mundo hoy en día. Por supuesto, nuestros corazones se rompen ante las familias de cualquier rehén inocente, y oramos porque regresen sanos y salvos a casa, regreso que celebraremos. Pero pagar no es la única manera de obtener su libertad. Digan lo que quieran sobre la previa e incorrecta administración, pero hay un hecho que vale la pena recordar: Muchos estadounidenses encarcelados fueron traídos a casa, desde Andrew Brunson hasta Xiyue Wang, sin que los Estados Unidos descargaran toneladas de dinero en efectivo. Necesitamos volver a una política que torne insostenible el costo de mantener a prisioneros estadounidenses. En 2023, necesitamos que el presidente de Estados Unidos, actuando en nombre de todos los estadounidenses, cambie de rumbo. Para ayudar al pueblo de Irán, proteger a los ciudadanos estadounidenses dentro y fuera del país y servir a la causa de la dignidad humana, Estados Unidos debe proyectar su poder, tanto económico, como militar y moral. * El rabino Abraham Cooper es Decano Asociado y Director de la Agenda de Acción Social Global del Centro Simon Wiesenthal. El reverendo Johnnie Moore es presidente del Congreso de Líderes Cristianos. Las opiniones expresadas en este artículo son propias de los escritores. ** Traducción del Centro Simon Wiesenthal para América Latina |
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