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| sábado diciembre 21, 2024

Con el Juez Supremo (retirado) Janan Melcer, analizando la reforma desde adentro


En medio de las álgidas discusiones que se dan en Israel sobre el plan de reforma judicial presentado en enero por el ministro de Justicia Yariv Levin-cuyos opositores sostienen es una “revolución” o un “golpe judicial”- debe continuar el trabajo de los jueces de distintas instancias, también de la propia Suprema Corte. Ésta se ha convertido en foco de ataques desenfrenados-que a diferencia de la legítima crítica y discrepancia, son abiertos intentos de presentarla prácticamente como enemiga del pueblo y la democracia.

Pensamos que sería muy relevante entrevistar a quien conoce su trabajo desde adentro, miembro hasta hace unos años de la Suprema Corte. Nos dirigimos pues a Janan Melcer (72) (se pronuncia Meltzer), quien ingresó como Juez Supremo en el 2007 y permaneció allí hasta el 2021, al tener que retirarse por edad. Fue también vicepresidente en parte del período de la actual Presidenta Esther Hayut.

Cuando aún no estaba en la Suprema Corte, fue el primer abogado que apeló ante el tribunal por lo que consideraba era una contradicción entre una Ley Fundamental y una ley común que había sido promulgada, en el caso conocido como Bank HaMizraji. Y ganó. Fue el primer juez en la era moderna a la que la Suprema Corte le invitó a sumarse como tal,  habiendo estado antes en la práctica privada y en la academia.

Janan Melcer nos recibió con gran cordialidad. La entrevista será publicada en dos partes, por su extensión. Abordamos evidentemente la discusión actual pero también parte de su vida personal y la historia de su familia, siendo él hijo de sobrevivientes de la Shoá que se conocieron en el gheto y se convirtieron en pareja durante la Shoá. El Juez Melcer está casado, tiene 4 hijos y 7 nietos.

El año pasado fue distinguido por el Movimiento por un Gobierno de Calidad (Hatnuá Leeijút hashiltón en hebreo), en la categoría judicial.

 

P: Juez Meltzer, es un honor estar aquí frente a usted personalmente. Antes de abordar la reforma sobre la que tanto se discute quisiera preguntarle algo muy general. ¿Cómo vive usted este 75° año de la independencia de Israel, con toda la complejidad del país?

R: En primer lugar, lo vivo tanto como hijo como en mi calidad de padre y abuelo. Mi padre pasó la Shoá y fue uno de los sobrevivientes de la conocida lista de Schindler, y mi madre estuvo en Auschwitz. Así que digamos que el tema del Holocausto estaba en el aire en mi casa, pero mis padres optaron por no hablar mucho de ello.

P: Y todo esto, supongo, lo marcó, aún cuando sus padres casi no hablaban de lo que habían vivido.

R: Si duda. Lo transmití también a mis hijos. En distintas situaciones, siempre pienso qué dirían mis padres pero lamentablemente ya no les puedo preguntar. En muchas situaciones también como juez pensaba qué diría mi padre.

P: Y volviendo entonces a mi primera pregunta, estimo que siendo hijo de sobrevivientes de la Shoá, la visión sobre la importancia del Estado de Israel se afina más aún.

R: Exacto. Mi padre consideraba que una de las dimensiones de la existencia de Israel es que debe servir como refugio para todos los judíos en caso de necesidad.

P: Esto, además de la razón de su existencia, como hogar nacional judío, para vivir, no sólo como refugio.

R: Por supuesto. Mi padre, como sobreviviente, destacaba esa dimensión como es natural. Claro que en Israel hay problemas y dificultades y hay que lidiar con ellas. Pero es importantísima su existencia y enorme el desafío de cuidarlo.

 

La polémica sobre la reforma judicial

P: Y esto nos lleva al tema que nos convoca hoy, la situación actual por la polémica sobre la reforma judicial.

R: Yo siento que hay fuerzas que quieren cambiar la naturaleza de Israel tal como mis padres y yo lo conocimos y en el que creímos. Realmente, quien inventó el término «judío democrático» fue un genio porque en pocas palabras, resume mucho. Y judío no necesariamente significa religioso o ultraortodoxo, sino que en mi opinión, es una expresión que representa a la mayoría de los judíos en este país. Y el judaísmo es solo un aspecto. Pero también está la parte de democracia, y hay quienes quieren desmantelar la democracia esencial y dejarla solo como una democracia formal. Eso es difícil.

P: Con eso de «democracia formal», ¿Se refiere a que se limita a la votación en sí?

R: Sí. Pero hay también quienes quieren hacer cambios en eso. Entonces, en este asunto, me preocupa, incluso cuando miro lo que está sucediendo en Polonia y Hungría. Yo creo que no quieren sólo una reforma sino una revolución que dañe en forma extrema el sistema judicial. También hay un plan del Ministro de Comunicaciones Shlomo Karhi para imponer limitaciones a los medios de comunicación. Un sistema en el que no hay un Poder Judicial independiente y no hay prensa libre, no es un sistema democrático. Él pretende debilitar mucho a la prensa de varias maneras: llevar a los medios a un estado en el que no sean rentables y luego tengan que depender del gobierno, o el control más agresivo, que los medios estén bajo el control del gobierno.

P: Creo que estamos lejísimo de eso. Israel sigue siendo una democracia.

R: Ahora sí , pero con ir a elecciones cada 4 años no es suficiente; debe haber democracia también entre elecciones. Lo que el plan presentado por el gobierno quiere es cambiar el sistema de modo que se parezca a Hungría. Desde la creación de Israel, el Presidente de la Comisión Electoral Central es un Juez Supremo, elegido por los jueces. Ahora también hay propuestas para cambiar esto. ¿Y por qué cambiarlo si un juez  lo administra de manera objetiva? Hay diversos motivos de preocupación.

En tiempos mejores, con el Primer Ministro Netanyahu (Foto; Moshe Milner, GPO)

 

¿Reforma necesaria o mala intención?

P: El gobierno afirma que quiere mejorar la democracia y sostiene que sus iniciativas están destinadas a corregir desequilibrios en la relación entre el Parlamento y la autoridad de la Suprema Corte. ¿Usted está seguro que la reforma tiene la mala intención que ha descripto? ¿No puede ser que haya distintas interpretaciones sobre cómo mejorar las cosas? Hay también juristas que sostienen que hay cosas que corregir.

R: En primer lugar, está claro que la intención no es inocente. Claro que no hay sistema que no se pueda mejorar. Por ejemplo, hay muchas demoras y retrasos en el proceso judicial y se demora mucho en terminar los casos.

P: Eso es lo que más molesta al ciudadano en la vida común, cuando precisa a los tribunales, pero de ese tema la reforma ni habla.

R: No solo no se habla de eso, sino que ahora no están nombrando jueces y hay una gran necesidad de hacerlo. El próximo año faltarán 120. Pero ni tratan este tema. Nosotros, los jueces, teníamos todo tipo de ideas para lidiar con este problema, pero lo han estado obstaculizando.

Pero yendo más a fondo, cuando se analiza los programas presentados, no es que quieran mejorar el sistema sino que el Poder Ejecutivo, que ya controla al Legislativo, controle  también al Judicial.

P: Entrevisté recientemente al subdirector del departamento legal en el Foro Kohelet, el abogado Aharon Garber. Y él rechaza el argumento que el Ejecutivo domina al Legislativo y se pregunta, si eso es así, ¿por qué entramos en tal torbellino de elecciones? ¿Acaso no colapsó el gobierno? Bibi no logró formar un gobierno. ¿Qué le parece?

R: Ese argumento es irrelevante. Cuando el gobierno controla la Knesset, es en el momento en que hay una coalición. Si no hay una coalición, entonces vamos a elecciones. Fuimos a elecciones anticipadas porque ninguna de las partes logró formar una coalición. Pero en el momento en que hay una coalición, entonces claro que hay control.

 

Entre irrazonabilidad y autoridad

P: Como es sabido, el gobierno y quienes le defienden sostienen que la Suprema Corte, desde la proclamación de la “revolución jurídica” por parte del entonces Juez Supremo Aharon Barak en los años 90, se apropió de poderes que la ley no le dio. La Profesora Suzie Navot me dijo al respecto que en todo el mundo los jueces tienen que interpretar las leyes, que eso también se hizo aquí.

R: Claro que la Corte tiene autoridad real para interpretar la ley. Pero dentro del marco de la interpretación de la ley, surge la pregunta de qué sucede con una norma de menor jerarquía, como por ejemplo regulaciones que contradicen la ley. Entonces, en la corte, decimos que si las regulaciones contradicen la ley, la han infrigido y por lo tanto se declaran nulas.

Ahora surge la pregunta de qué sucede si una ley normal contradice una disposición que se considera como si fuera parte de la Constitución, una Ley Fundamental.  Las leyes fundamentales son partes de una futura Constitución, y la norma o jerarquía normativa de una Ley Fundamental está por encima de una ley normal. Entonces, ¿qué sucede si una ley contradice una Ley Fundamental?  Eso está en debate ahora.

P: Uno de los mayores problemas, que es lo que está ahora en el tapete, es cuando los jueces cancelan una ley o decisión del gobierno alegando que es “extremadamente irrazonable”. Este tema precisamente se presenta ahora ante la propia Suprema Corte de Justicia, por apelaciones contra la reciente enmienda aprobada en la Kneset, que determinó que esa instancia no puede cancelar una decisión del gobierno alegando irrazonabilidad. ¿Puede entender las críticas respecto al proceder de la Suprema Corte en este tema durante décadas, con el tema de la irrazonabilidad?

R: No, no puedo entederlo. Te daré un ejemplo que lo aclara. Cuando comenzaron los ataques con cohetes Qassam hacia la ciudad de Sderot, no había refugios en las casas. Surgió entonces el tema de la seguridad de los alumnos en las escuelas. Las autoridades dijeron que en cada escuela habría un refugio y que en caso de necesidad, todos los niños irían al refugio. Pero en Sderot la alarma daba sólo 15 segundos de tiempo al advertir que había un cohete en camino. Hubo varios ejercicios para practicar la corrida al refugio pero quedó claro que no se podía evacuar a todos los alumnos tan rápidamente.  Como no querían suspender las clases, se siguió estudiando, pero entonces hubo apelaciones ante la Suprema Corte, que incluía habitantes de Sderot . El gobierno dijo que no había presupuesto para hacer refugios en cada clase y entonces la Suprema Corte dijo que dinero hay y es cuestión de decidir prioridades. Así que,se dijo, que el gobierno sea valiente y diga la verdad si no hay solución,  y que los niños se queden en los refugios en sus casas sin arriesgarse en la escuela.

P: O sea que la Suprema Corte no impuso una solución sino que dio la opción de construir refugios o dejar a los alumnos en casa ¿verdad? Recordemos que en esta situación suele decirse que los Jueces Supremos toman decisiones también en temas que no dominan, y se da lo de Sderot como ejemplo.

R: Exacto. Luego el gobierno se organizó y encontró el presupuesto, y todas las aulas están hoy protegidas como las casas.  Y te doy otro ejemplo en el que yo mismo estuve involucrado. Cuando comenzaron las manifestaciones en Gaza organizadas por Hamas junto a la valla en la frontera con Israel, al principio eran cientos de personas y luego llegaron a ser muchos miles. Enviaban adelante a mujeres y niños y detrás de ellos estaban los hombres, y Hamas era quien organizaba todo.  Israel trató de frenarlas utilizando medios de dispersión de manifestaciones pero no funcionó. En determinado momento, el ejército decidió disparar hacia las piernas.  Es un hecho que hubo algunos disparos errados , no digo que no. Y luego los propios palestinos apelaron ante la Suprema Corte, dicho sea de paso algo que ocurre sólo en nuestro país. Y yo era uno de los jueces que debía tratar el tema.

P: Quiere decir  que los palestinos, que atacaban la frontera, esperaban que la Suprema Corte de Israel ordene al ejército no disparar para frenar los ataques…increíble.

R: Así es . Esa es realmente la singularidad. Por otra parte, los palestinos se habían dirigido también a organismos internacionales. Entonces, encontré que en una reunión de la Cruz Roja alguien planteó la pregunta de qué sucede si intentan atravesar la frontera en una manifestación civil y si se puede usar fuego real. Fue un debate teórico en el que la Cruz Roja concluyó que sí. Y yo los cité. Pero además dije que primero se intenta medios para dispersar manifestaciones y que de todos modos, hay una puesta en escena porque aunque los palestinos lo presentaban como una protesta civil, estaba claro que quien lo manejaba era Hamas. Había indicios claros de que trataban  de atravesar la valla. Así que en una situación como esa, no queda más remedio que usar fuego real, incluso cuando se apunta a las piernas, y a veces no hay otra opción. Y luego rechazamos la apelación palestina.

 

¿Una corte liberal?

 

P: Uno de los argumentos de los criticos de la Suprema Corte es que es extremadamente liberal , a tal punto que cuando se espera un fallo se sabe de antemano cuál será.  ¿Cómo deberíamos definir a la Suprema Corte en cuanto a sus concepciones, su composición y tendencias? Sé que hay jueces que viven en asentamientos, hay también religiosos. ¿Eso significa que lo que mencioné antes es equivocado?

R: Cada persona lleva consigo su carga educativa y su trasfondo familiar. Y eso influye, pero decidimos según la ley. Solamente según la ley.

P: Entonces, ¿de dónde proviene esta sensación que expresaron muchas personas que entrevisté? Personas que dicen que hay una parte del pueblo que siente que no está representada en la Corte. Es muy fuerte en el sector ultraortodoxo. ¿De dónde viene eso?

R: En Estados Unidos, desde los 3 años de edad aprenden sobre su Constitución. Entre los ultraortodoxos, desde los 3 años les enseñan que la Constitución es la Torá de Israel. Y así siguen. Los ultraortodoxos no aceptan la educación cívica porque los educan siempre que la Torá es la Ley. Y eso influye también en el tema del reclutamiento que tanta polémica despierta. Se oponen a la enseñanza de los valores cívicos y esa es la base de muchos problemas. A pesar de ello, los ultraortodoxos también apelan  a la Suprema Corte.

P: Y volviendo al público en general…

R: Creo que un ejemplo destacado es la desconexión, el plan de Sharon en el 2005, la salida de Gaza. Cuando hubo apelaciones a la Corte Suprema en contra del plan y sus planes de implementación, la  Corte Suprema les ayudó. No dijo que había que detener el plan pero sí ayudó en cuanto a los arreglos financieros. Por cierto, yo fui uno de los abogados que representó a los habitantes de los asentamientos que apelaron en contra porque se oponían. El modelo económico que el gobierno propuso apuntaba a ahorrar dinero al Estado y en la apelación argumentamos ante la Corte Suprema la falta de razonabilidad en los arreglos. Y el Tribunal Supremo lo aceptó.

P: ¿Lo que dice es que no considera justo que sectores de la población no se sientan representados por la Suprema Corte?

R: Yo considero que no es cierto. A veces hay subrepresentación, sí, y por ejemplo en mi época había más jueces de origen sefaradí, oriental, que luego se retiraron y no hubo otros con el mismo origen en sus puestos.  Pero seguramente habrá, no hay ninguna intención negativa de por medio.

P: ¿Cómo diría que es la composición de la Suprema Corte en términos de liberales y conservadores?

R: En  este momento, todavía hay una mayoría de liberales. Pero está disminuyendo.

 

A modo de resumen

P: Si todo está tan bien ¿por qué hay tanta polémica? Cuando usted oye todas las críticas ¿se dice a sí mismo que no conocen la verdad o hay puntos en los que quizás vuestros críticos tenga razón?

R: La mayoría de las acusaciones no son ciertas. Diría más: quienes nos acusan de todo eso, saben que es falso. No hay sistema perfecto, eso lo tengo claro. Pero las acusaciones son infundadas.

P: Juez Melcer, una pregunta personal, aunque le falta mucho para los 120. Haber sido miembro de la Corte Suprema e Israel ¿fue una cima especial en su vida? ¿Un gran orgullo?

R: Sin duda, gran orgullo. No sé si será la mayor cima ya que hasta los 120 falta mucho. Pero por ahora, ese es el título principal.

P: ¿Y qué diría su padre, sobreviviente de la Shoá, si hubiera visto que su hijo fue juez en la Corte Suprema de Israel?

R: Estaría muy emocionado.

P: Muchísimas gracias.

 
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