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| lunes abril 29, 2024

HAAZINU-SHABAT SHUVÁ-IOM KIPUR 5784


B’H

Deuteronomio 32

Una gran parte de la porción de la Torá Haazinu (Oigan) consiste en una «canción» de 70 líneas dicha por Moshé al pueblo de Israel en el último día de su vida.

Llamando al cielo y la tierra como testigos, Moshé exhorta al pueblo «Recuerda los días de antaño / Considera los años de muchas generaciones / Pregunta a tu padre, y él te relatará / A tus ancianos, y ellos te dirán» como Di-s «los encontró en una tierra desierta», los hizo un pueblo, los eligió para sí mismo y les legó una hermosa tierra. La canción también advierte sobre las dificultades de la abundancia: «Ieshurún engordó y pateó / Tú has engordado, grueso, anadeado / El olvidó al Di-s que lo hizo / Despreció la Roca de su salvación» — y las terribles calamidades que ocurrirían, que Moshé como Di-s «ocultando Su rostro». Sin embargo, hacia el final, él promete, Di-s será vengado por la sangre de sus sirvientes y se reconciliará con su pueblo y su tierra.

La parashá concluye con la instrucción de Di-s hacia Moshé de subir a la cima del Monte Nevó, desde donde observará la Tierra Prometida antes de morir ahí. «Tú verás la tierra frente a ti; pero no entrarás allí, a la tierra que Yo doy a los hijos de Israel»

SHABAT SHUVA

El Shabat entre Rosh HaShaná y Iom Kipur se llama Shabat ShuváShabat de Retorno, ya que la lectura de la Haftará comienza con las palabras Shuvá Israel «Retorna oh Israel”, de la profecía de Oseas. También se conoce como Shabat Shuvá porque cae durante los Diez Días de Arrepentimiento.

Las oraciones en este Shabat son las mismas que en un Shabat común con la excepción de las incorporaciones que se hacen para la Amidá durante los Diez Días de Arrepentimiento. Avinu Malkeinu no se recita. En la bendición al final de la oración Maguen Avot en la noche del viernes, las palabras haE-l haKadosh se sustituyen por haMelej haKadosh. Nuestros sabios han dicho que cuando ellos se dirigen al pueblo, Dios perdona los pecados de Israel.

El Shabat fue dado a Israel como un tiempo para el estudio de la Torá y la oración, y, aunque siempre se debe tener cuidado de no pasar el tiempo sin hacer nada o en una conversación inapropiada, en Shabat Shuvá uno debe tener especial cuidado para concentrarse por completo en la Torá , la oración , y la reflexión sobre el arrepentimiento, el perdón logrando así por alguna conducta impropia que hayamos tenido en algún otro Shabat.

 

NEILA

Ya el día de Iom Kipur se acerca a su fin. Es la hora de Neilá, la última apelación antes del veredicto. Las Puertas del Cielo se abren y Di-s se sienta en Su Trono para emitir la sentencia.

Si, es cierto, estamos sinceramente arrepentidos de los pecados cometidos contra Él. Pero qué pasa con los pecados cometidos contra nuestro prójimo. ¿Ya le pedimos perdón? ¿Hemos tratado de reparar el daño que le hemos hecho? ¿Hemos pagado lo que le debemos?

¡¡¡¿QUÉ  ESTAMOS ESPERANDO?!!! ¡¡¡NEILA SE ACERCA!!! ¡¡¡CORRAMOS HACIA NUESTRO HERMANO Y PIDAMOSLE PERDON ANTES QUE LAS PUERTAS DEL CIELO SE CIERREN Y SE SELLE EL VEREDICTO!!! ¡¡¡GMAR JATIMA TOVA!!!

 

PLEGARIA DE UN SOLDADO

Por Shimon Posner

Un soldado, especialmente un soldado israelí, parado frente al Muro de los Lamentos significaba para mí: orgullo, virilidad, valentía y todo lo que puede resultar atractivo para un muchacho. Sigue significando lo mismo, pero ahora, cuando miro a uno de esos soldados, la imagen que surge ante mis ojos es la de su madre.

En realidad es la paradoja del orgullo por el ejército, por la juventud. Incluso cuando somos jóvenes sabemos cuán vulnerable es nuestra posición; después de todo, crecemos sabiendo que hay héroes que han caído. E incluso a medida que vamos envejeciendo, seguimos alentando su orgullo y capacidad y el trabajo que llevan a cabo. Y sabemos que son ‘cool’. Pero… pero… Ima. Y Savta. Y la hermanita. Y la tía favorita. Y Aba. Y el primito. ¿Y no podrán mandarlo pronto a casa?

Me encuentro con soldados. Hablo con ellos, me río con ellos, discuto con ellos, concuerdo con ellos, me pongo los tefilín con ellos y, cuando nos despedimos, la mayoría de las veces también lloro con ellos. Nunca olvidaré el abrazo que me dio un muchacho de Acre antes de volver al cumplimiento del deber.

Nacido en Rusia, dueño de una sonrisa fácil y con un aire arrogante que podía llegar a gustar. Insistía en que no era para nada religioso y comentaba que simplemente asiste a Jabad en Acre. Y el rabino que oficia allí, ese rabino ¡es sensacional! (Carraspea un poco y después ríe nerviosamente). Una vez, cuando volví del frente ¡el rabino interrumpió el servicio religioso, dejó el servicio religioso en la mitad y vino a darme un abrazo! (Ahora se sonríe, y en realidad ya no es a mí a quien está hablando. Un momento después vuelve al presente). Yo me puse los tefilín. El rabino me pidió y me los coloqué algunas veces. Empezó a gustarme. Ahora extraño si no lo hago.

Esta semana recibí más de cuatro mensajes de correo con las fotografías de soldados orando. Hay algo especial cuando uno ve soldados rezando. Muestra que la oración surge de un lugar de fuerza; muestra que la oración viene de un lugar de vulnerabilidad. Muestra que la oración viene de un lugar que no queremos que nadie vea; y de un lugar que tenemos necesidad de compartir.

Y recordemos a los profetas. ¡Cómo les hablaban a los pecadores cuando veían que estaba sucediendo una tragedia y todo el mundo miraba hacia otra parte! Los despreciábamos o, si éramos devotos, resentíamos sus palabras. Con sus mensajes de tristeza y desesperanza, como Jeremías, eran unos aguafiestas. En las sinagogas de todo el mundo estas semanas leemos sus palabras en las haftarot.

Un anciano muy inteligente una vez me dijo que él nunca le decía a sus hijos adultos: “Te lo dije…“ Tampoco lo hacían los profetas. Cuando sobrevenía la tragedia, el profeta estaba allí solamente para brindar consuelo. Y llorar. Y, a veces ya no quedaban lágrimas, de modo que el profeta simplemente se limitaba a estar allí. Silenciosamente. Y algunos observan el silencio y piensan que implícitamente el profeta está diciendo: “Te lo dije…” Pero en realidad está diciendo “ahora sabes por qué estaba llorando”.

Cada soldado sabe que su misión está por encima de todo lo demás. Y no lo dudo. Su misión es vital, para todos. Para todo judío. Para toda persona libre. Para toda persona que no es libre. El enemigo debe ser derrotado de una manera tan definitiva como lo fueron los nazis y eso solamente puede ser logrado por el ejército. Y ni por un momento lo pongo en duda o le quito importancia.

Pero, cada vez que me dispongo a rezar por su triunfo veo a sus madres. Mujeres marroquíes con pañoletas, mujeres kurdas (sí, hay judíos kurdos en Israel, una cantidad de ellos) sin pañoletas. Mujeres askenazíes, estoicamente de pie, exigiendo las cosas sin importancia que siempre piden las madres cuando sus hijos van a un lugar peligroso, porque deben hacerlo; “¡No te vayas a desabrigar!”

Espero que no me consideren un agitador por ir a Belén. A la tumba de la madre, la madre que reza para que sus hijos vuelvan sanos y salvos a casa. Que sus plegarias sean oídas en lo alto. Siempre lo son. Espero que me deje escuchar. (www.es.chabad.org)

 

¡¡¡GMAR JATIMÁ TOVÁ!!!

 

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