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| jueves octubre 10, 2024

Ojalá esto lo lea el Cardenal designado de Jerusalem


En una publicación en la página digital de “Crux”, dedicada a la cobertura del Vaticano y la Iglesia católica, leemos que el Patriarca Latino de Jerusalem Pierbattista Pizzaballa, designado como Cardenal de Jerusalem por el Papa Francisco , dijo en una rueda de prensa que “Gaza es una prisión abierta” y que la situación social y política allí es “vergonzosa”. No participamos en el evento y estabamos basándonos en lo que cita la mencionada publicación, que estimamos – dado su vínculo estrecho con la Iglesia – no tergiversó sus palabras.

Antes de entrar en detalle en la problemática de las declaraciones en cuestión, vaya un recordatorio a la autora de la nota, Elise Ann Allen, quien puso en el título “Gaza, bajo control israelí”: que desde el 12 de setiembre del 2005, o sea hace ya más de 18 años, no hay ni un soldado israelí en la Franja de Gaza.

El problema en las declaraciones atribuidas al nuevo Cardenal es más que nada en lo que calla, el análisis de las razones por las que la situación en Gaza es vergonzosa. No puede no ser vergonzosa, si está gobernada desde junio del 2007 por la organización terrorista Hamas, cuya prioridad no es nunca el bienestar de la población palestina.

Aclaremos, antes de seguir con este análisis, que  Pizzaballa es una figura sumamente respetada entre las autoridades israelíes, considerado un gran conocedor de la zona, ya que se encuentra aquí  hace ya 44 años. Dicho sea de paso, habla muy buen hebreo.

Precisamente por ello,  creemos importante hacer estas observaciones, porque su investidura, su trasfondo y su nuevaresponsabilidad, lo hacen – a nuestro criterio – muy necesario.

Está claro  – aunque es lamentable – que cuando alguien dice que “Gaza es una prisión” y no menciona a Hamas, el dedo acusador se dirige hacia Israel. Lamentable, pero es así. Israel es percibido como responsable por lo que ocurre en Gaza aunque se retiró hace ya 18 años de la franja y aunque al sur de la mencionada franja está Egipto, un país árabe soberano que podría tener su frontera con dicho territorio palestino abierta constantemente si quisiera ayudarle. Pero Egipto cuida su seguridad, quiere evitar problemas, y controla en forma estricta cuándo y por cuánto tiempo abre el pasaje fronterizo de Rafah.

Israel mientras tanto, permite la entrada diaria de 17.000 obreros palestinos que tienen permiso para trabajar en territorio israelí, lo cual equivale a una importante fuente de manutención en la economía del vecino territorio palestino. Pero durante casi dos semanas, hasta hace unos pocos días, el pasaje Erez por el que cruzan esos trabajadores, estuvo cerrado, debido a que los palestinos, bajo la evidente batuta de Hamas, se estaban dedicando a atacar la barrera fronteriza entre ambos territorios, que protege al lado israelí de infiltración de terroristas. Son numerosos los registros de hombres armados que disparan desde allí hacia el lado israelí tratando de matar soldados. Soldados, recordemos, que montan guardia para cuidar su propio país. Y también del lanzamiento de cargas explosivas letales.

Desde Gaza salen cada tanto – y a veces con intensa asiduidad, según la situación y los intereses de Hamas – intensos ataques de cohetes hacia las comunidades civiles israelíes. Cargamentos de mercadería humanitaria, así como permisos para tratamientos médicos en Israel, han sido abusados por terroristas para intentar perpetrar atentados. Con esto de fondo, no hay razón ninguna para que Israel tenga abierto sin límite su frontera con Gaza.

A decir verdad, no esperamos que una autoridad de la Iglesia católica, conociéndose la problemática que sufren los cristianos en Oriente Medio, acuse directamente a Hamas de nada. Pocos se animarían.

Esto nos recuerda algo que nos dijo hace muchos años en una entrevista que nos concedió Pizzaballa cuando era el Custos, o sea el Custodio de Tierra Santa, encargado de los Lugares Sagrados del Cristianismo, responsabilidad de la orden Franciscana a la que pertenece. Es especialmente ilustrativo a raíz de lo que comentamos en esta nota.

Al comentar que los cristianos son minoría dentro de la minoría no judía en la zona, señaló: “Como cristianos, debemos pensar qué decir, qué no decir.. y saber concentrarnos en lo esencial para todas las comunidades cristianas, cómo trabajar mejor juntos, ya que las diferencias entre las instituciones cristianas a veces paralizan la voz común de los cristianos todos”.

Y mirando hacia fuera de Israel, nos decía: “Es indudable que en Israel la situación de los cristianos es muchísimo mejor que en otros países del Medio Oriente.Basta con ver lo que pasa en Egipto, en otros lados.Eso es obvio.Es un hecho”.

Le preguntamos en aquel entonces sobre la situación de los cristianos en Belén, comentándole que parece haber una clara dualidad.Por un lado, una política de respeto de parte de las autoridades palestinas y también relaciones de buena vecindad entre musulmanes y cristianos, todos habitantes de la ciudad , pero al mismo tiempo, una sensación que no pocos cristianos compartieron con nosotros en distintas oportunidades pidiendo que no los grabemos, que hay elemento radicales  que intentan amedrentarlos en la vida diaria.

El entonces Custodio Pizzaballa confirmó esta impresión.

“Los cristianos en Belén dicen que culturalmente son lo mismo que sus vecinos musulmanes, tienen buenas relaciones sociales, la Autoridad Palestina los quiere ayudar…pero otro aspecto distinto es la vida diaria, que está relacionada a los líderes locales, a la mentalidad…Y es difícil distinguir entre el tema de la comunidad y la fe”, explica. “Puede haber un problema entre dos familias, una cristiana y una musulmana, que sea originalmente algo relacionado a la vecindad, pero se convierte en un problema religioso..y no sabemos dónde empieza la religión y dónde la explicación es que se usa la identidad para crear un problema religioso”.

En aquel entonces le preguntamos cómo  cómo resumiría él los años que ha vivido en Israel y  sonrió. Aunque pasaron desde entonces muchos años más, vale la pena recordarlo: “Ahora estoy en la Custodia y esto es un mundo aparte, pero antes de lo actual, la dinámica de mi vida era otra y aprendí a conocer el mundo israelí. Estudié en el Instituto de Estudios Bíblicos , luego fui por un año a la Universidad Hebrea a aprender hebreo y después al Departamento de Estudios Bíblicos en la misma universidad” (lo dice en hebreo: jug leMikrá). “Tuve  fuertes relaciones con el mundo israelí en el pasado y ahora son mucho menos por razones de mi vida actual, pero me gusta mucho la cultura israelí, el enfoque israelí, el mundo israelí.También pasé años maravillosos en contacto con el Centro del Rav Kuk”.

Aclaraba que tiene “muchas interrogantes sobre el enfoque político israelí de la situación”, y agregó: “Pero debo decir que por lo que soy hoy desde mi punto de vista cultural y espiritual, estoy agradecido a Israel .En este aspecto me siento muy positivo”.

También veía los problemas.

“Tengo muchas exigencias a las instituciones israelíes sobre cómo ver a los cristianos en su calidad de minoría y también respecto a los cristianos ante instituciones israelíes. Hay quejas que son justificadas. Yo diría que tengo una mezcla de sentimientos: gratitud por lo que he recibido, admiración por las actividades culturales, universidades y la curiosidad de los israelíes ante todo, algo que me parece hermoso y muy positivo, y también preocupaciones por ciertos prejuicios ideológicos, que uno ve más que nada entre comunidades religiosas judías”.

Y al preguntársele sobre  cómo sobreponerse a los prejuicios –que él mismo aclaraba son “entre las dos partes”- respondió sin titubear: “Creo que la clave es la educación en las escuelas. Hay que trabajar allí.Llevará mucho tiempo sobreponernos a prejuicios de generaciones”. Pizzaballa explica, con autocrítica, que se refiere a las dos partes. “ Lo descubrí cuando empecé a ir a la Universidad Hebrea.Yo no sabía cuántos prejuicios yo mismo tenía, y lo vi cuando empecé a tratar con gente totalmente diferente de mi, judíos. Son buenas lecciones estas que uno va aprendiendo…”.

Desde entonces, políticamente, la situación se ha ido complicando. El propio Pizzaballa, en su responsabilidad  como Patriarca Latino de Jerusalem, condenó y advirtió repetidamente respecto al creciente fenómeno de jóvenes religisos judíos, vándalos radicales, que  escupen a sacerdotes o ensucian con grafittis hostiles de odio instituciones religiosas cristianas. Las autoridades israelíes han declarado en distintas ocasiones que el fenómeno es inaceptable y no es avalado por el Estado, pero no ha cesado y causa gran preocupación.

En aquella entrevista con Pizzaballa, surgió el tema del conflicto entre Israel y los palestinos. Preguntamos si considera que los cristianos tienen o deben tener alguna incidencia especial en el tema. “No creo que tengamos rol en la situación de conflicto”, responde el Custodio de Tierra Santa. “No  es que no tengamos lo que decir pero creo que debemos mantener el enfoque religioso y no herir sensibilidades de nadie. Lo seguro es que en la solución a la que se llegue, no sé cómo, habrá que  incluir el elemento del perdón y la reconciliación. Es  imprescindible”.

Esa convicción, clave para resolver cualquier conflicto, cabe suponer que lo piensa Pizzaballa también como  Cardenal de Jerusalem. El problema es que tal cual dijo también en la rueda de prensa de estos días, no cree que las partes se acerquen pronto a una solución.

Ojalá que llegado el momento, si algo cambia, él, como tan respetada autoridad eclesiástica, pueda tener un aporte constructivo.

 
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