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| sábado noviembre 23, 2024

La Naturalizacion De La Perversidad


Universidad de Pennsilvania    Foto  istock

Ha tenido amplia difusión mundial la escandalosa audiencia en el Congreso de EE. UU., donde tres rectoras de tres de las universidades más conocidas, prestigiosas y caras del mundo hicieron uso abusivo y desproporcionado de sus odios antisemitas para responder precisamente por el inaudito crecimiento impune de ataques antijudíos en esas casas de estudio, aunque en realidad los entornos universitarios en muchos países perpetran actos similares. En una audiencia que se denominó “Responsabilizar a los líderes universitarios y confrontar el antisemitismo”, de la Comisión de Educación y Trabajo de la Cámara de Representantes de EE. UU., las tres rectoras :Sally Kornbluth, del MIT (Instituto Tecnológico de Massachussets); Liz Magill, de la Universidad de Pennsylvania; y Claudine Gay, de Harvard, se negaron a decir que “pregonar el genocidio de los judíos” es intimidación y acoso según los códigos de conducta de estas prestigiosas instituciones. Magill dijo que “depende del contexto”. ¿Llamar al genocidio contra los judíos depende del contexto?, le preguntaron, pero Magill no se inmutó. La presidenta de Harvard, sobre la misma pregunta dijo que cuando los discursos cruzan ciertas líneas de conducta, pasamos a la acción, pero mintió, porque los discursos de odio en Harvard han pasado todas las líneas rojas y no hubo  reacciones que los impidan. Y la presidenta del MIT dijo que un lenguaje así (refiriéndose a cometer genocidio) sólo sería investigado si fuera “perverso”. Tres respuestas obscenas. Así de simple. Pero no llegaron desde la nada, todo lo contrario. Hace ya varios años, se viene denunciando, especialmente por alumnos y también Instituciones, que las universidades norteamericanas han venido acrecentando hostigamiento e insultos antisemitas, actividades antisemitas, han intentado y han logrado más de una vez hacer boicot contra académicos porque son israelíes en una actitud de discriminación pura y dura, y todo esto, mientras aumentaba, se lo trataba como una gripe pasajera. Las universidades miraban para el costado y no se les hacía rendir cuentas como era debido.

 

Aquellos polvos trajeron este lodo que tapa de barro no sólo a estas tres universidades sino a decenas y decenas en EE. UU., Europa y América Latina. Hoy, se han sentido totalmente impunes ni más ni menos que las presidentas de tres de las mayores universidades norteamericanas para tomarle el pelo al Congreso y despachar su permisibilidad en favor del discurso de odio antisemita sin que suceda nada, salvo la sensación de los alumnos de estar en universidades de Alemania en 1932, antes que les cerraran las puertas definitivamente. El primer ministro de Israel, al respecto de lo que sucede en las Universidades de EE. UU. en particular dijo:” Estamos en una batalla entre el bien y el mal, entre la luz y la oscuridad, entre civilización y barbarie, y la idea de que en los campus universitarios norteamericanos sean posibles los discursos de odio contra los estudiantes judíos impunemente, va más allá de lo entendible. El antisemitismo está creciendo y ya se están produciendo hechos de violencia en varias universidades. Y saber que sus administradores no hacen nada, es algo que sobrepasa lo inaceptable”. Se pueden agregar varios puntos a la denuncia del primer ministro. Las contestaciones de las universidades en el Congreso demuestran que han naturalizado el discurso de odio contra los alumnos judíos y pretenden convertirlo en libertad de expresión. A ese nivel educativo, odiar y libertad van en la misma canasta. También resulta obvio que la barbarie terrorista contra civiles israelíes no es tan grave para esas presidentas presuntamente muy cultas; lo que les preocupa es que las víctimas se defiendan.

 

Pasemos a otra naturalización de la perversidad. El domingo pasado, la periodista de CNN, Dana Bash, le preguntó a la diputada demócrata Pramila Jayapal, presidenta de lo que llaman el Caucus Progresista del Congreso, por qué tantas mujeres progresistas habían guardado silencio sobre los numerosos informes de violaciones y agresiones sexuales perpetradas por Hamas contra mujeres israelíes durante la masacre del 7 de octubre. “He condenado lo que ha hecho Hamas”, dijo Jayapal, brevemente, antes de pasar inmediatamente a condenar a Israel. Bash insistió: “Le estaba preguntando por las mujeres y usted ha vuelto a hablar de Israel. Estoy preguntando por Hamas”. “Ya he respondido a tu pregunta, Dana”, replicó Jayapal, añadiendo que, aunque la violación era “horrible”, “ocurre en situaciones de guerra. Las organizaciones terroristas como Hamas obviamente las utilizan como herramientas. Sin embargo, creo que tenemos que ser equilibrados a la hora de incluir los ultrajes contra los palestinos”. No hubo forma. La periodista no pudo ir más allá de la realidad. Una congresista demócrata equipara un grupo terrorista y sus crímenes con la defensa de Israel contra sus agresores. Otra vez, y nada más ni nada menos que desde una banca del Congreso convierten a la víctima en victimario.

 

El periodista del diario New York Times Bret Stephens,en un extenso artículo, menciona esta semana lo que contestó Jayapal a la periodista, y agrega “Un día después de la entrevista en la CNN, asistí a una conferencia en la sede de Naciones Unidas en Nueva York, organizada por la misión israelí y grupos judíos, en la que se describieron las “herramientas” de Hamas, por utilizar el término de Jayapal. Hillary Clinton estaba entre los oradores principales. Pero las narraciones importantes llegaron de israelíes que dieron testimonio de lo que habían visto de primera mano o escuchado de testigos del 7 de octubre. Esto es algo de lo que yo oí, que gente como Jayapal haría bien en oír también. Es extremadamente gráfico”. Y a continuación escribe narraciones de los actos de brutalidad perpetrados por Hamas contra las mujeres israelíes. No vamos a compartirlos, pero sí el comentario de Stephens una vez terminadas sus descripciones del horror:” Tras los testimonios, Yifat Bitton, profesora de Derecho israelí, señaló que las víctimas habían sido “silenciadas dos veces”: primero por Hamas, el 7 de octubre, y después “por el silencio de las propias organizaciones de la ONU a las que se confió el mandato de protegerlas”. Hubo indicios claros de abusos sexuales desde los primeros momentos del ataque, y a mediados de noviembre había informes fidedignos de las agresiones sexuales generalizadas de Hamas. Sin embargo, ONU Mujeres, el organismo que tiene el mandato de velar por los derechos de las mujeres en todo el mundo, tardó ocho semanas en emitir una declaración superficial en la que se declaraba “alarmada” por los informes de atrocidades de género cometidas durante el 7 de octubre.”

 

ONU, ONU Mujeres, Human Rights Watch, Amnistía Internacional han naturalizado hasta el asco el discurso de odio, han quitado con saña el derecho de Israel a defenderse cuando es atacado, por lo que no debería llamar la atención lo que denuncia el periodista del New York Times. Los que desde el 7 de octubre han decidido que, en lugar de condenar el pogromo perpetrado por Hamas, en lugar de enfrentar a sus mentores como Irán y todos los que comen de la mano de los Ayatollas, era un buen momento para iniciar una avalancha de antisemitismo como si estuviera bien volver a 1930, se olvidan, porque están ciegos de odio, que hoy es 2023, y que Hamas, Yihad Islámica, Hizbollah, su patrón Irán, empiezan con los judíos. Para Hamas, el objetivo genocida de matar a todos los judíos del mundo es prioridad. Pero los odiadores que lo siguen con fanatismo suicida no han leído los objetivos totales, no parciales, de los fanáticos criminales. Todos, menos ellos, son infieles. Todos deben ser eliminados. Y ya lo hacen en Europa tanto como pueden. Y seguirán. Porque, ¿quién puede explicarles a brutales ignorantes que gobiernan países latinoamericanos o africanos o asiáticos que abrazar a Hamas es abrazar sus sentencias de muerte? Se lo pueden explicar alguna que otra potencia, que cree que firmando convenios y acuerdos con los que financian a Hamas y piensan lo mismo, no están en la lista de enemigos. Es brutal. Antes hicieron acuerdos con Hitler y cuando vieron la realidad enterraron 50 millones de personas. Hoy se abrazan al odio antisemita no por ingenuidad, sino porque no respetan la memoria, sólo militan la maldad.

 

Universidad de Harvard

 
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