En las últimas semanas, es difícil empezar el día en Israel. Todas las mañanas se publica la lista de caídos de la última jornada en la guerra contra Hamas, a cuyas familias se alcanzó a notificar.Y uno abre las listas, ve los rostros, los primeros datos sobre cada uno y sabe que sus familias ya no serán nunca las mismas. Que el mundo se desmoronó sobre sus padres, esposas, hijos, hermanos, abuelos, sobre sus novias y amigos.
El solo imaginar el momento en que llegan los oficiales a la casa y tocan la puerta…el instante que todo padre, toda esposa, temen aterrorizados. En más de una oportunidad entrevistamos a padres que perdieron a sus hijos en campos de batalla. Uno vio por la ventana a un oficial que bajaba del coche y se acercaba a la casa, y empezó a bajar todas las persianas para que no pueda entrar.Como si con ello tendría a su hijo vivo unos instantes más.
Y la madre que no dejaba hablar a los representantes de las Fuerzas de Defensa de Israel que habían llegado,sabiendo que nada bueno venían a decirle. Y la que suplicaba que le dijeran que está herido, aunque sea herido grave, muy grave, pero no muerto. Por favor, no muerto…
Yse proyectan luego escenas de los funerales,las palabras de las jóvenes esposas que agradecen los años que estuvieron juntos, de los abuelos que dicen que la naturaleza determinó otra cosa, que ellos tenían que ser sepultados por sus nietos y no a la inversa. De los hijos y hermanos abrazados que se preguntan ante la multitud cómo seguirán adelante con el vacío que tienen ahora en el corazón.
Y uno no puede dejar de llorar, mientras los rostros sonrientes de los caídos nos miran desde la tapa del diario. Y me los imagino junto a las malditas bocas de túneles de Gaza, luchando convencidos de lo imprescindible de su misión, seguros de lo justo de su esfuerzo, sabiendo que están allí para proteger al país y al pueblo… hasta que llega el disparo de un francotirador terrorista, o se detona la carga explosiva y los arrancan de nosotros para siempre.
Este miércoles fue especialmente duro. La noche antes ya sabíamos sobre los caídos durante el día o quizás un poco antes , pero la confirmación se publica recién después que la familia haya recibido el terrible aviso en forma personal. Ahora ya sabemos que ayer cayeron 10 soldados y oficiales, 9 de ellos en una emboscada letal en Sayaíe, al norte de Gaza. Fue el incidente más mortal desde que comenzó el operativo por tierra.
Y volvemos a pensar en Gal Eizenkot y Meir Bercovich, que cayeron días atrás en un operativo destinado a rescatar cuerpos de secuestrados. Y varios días después de su muerte, el martes se confirmó que en esa acción habían sido recuperados los cuerpos sin vida de la joven Eden Zeharia, de 27 años, secuestrada herida en el festival Nova y asesinada en Gaza, y del soldado Ziv Dado, que se sabía había sido llevado ya muerto al cautiverio en Gaza. Llevó unos días confirmar su identidad.
Cada soldado y oficial es un mundo entero. Todos y cada uno dejan un pozo imposible de llenar en la vida de sus familias. Vienen de la ciudad y el campo, de comunidades agrícolas y zonas industriales, del norte y el sur, son sabras nacidos en Israel y viejos y nuevos inmigrantes de distintos confines del mundo que decidieron que la Madre Patria del pueblo judío es su hogar, laicos y religiosos, judíos, drusos y beduinos musulmanes. Son de izquierda y derecha, pro gobierno y pro oposición. En el tanque y en la patrulla eso no importa. Debajo de las lápidas, son todos iguales.
Algunos salían probablemente a manifestar contra el gobierno y otros a manifestar a su favor. Pero el 7 de octubre, cuando el asalto terrorista de Hamas a Israel, la única bandera que llevaron consigo fue la de la defensa de Israel, todos juntos, para frenar al enemigo. Y muchos de ellos se presentaron en sus unidades aún antes de ser llamados.
Hace décadas, con motivo de la guerra de independencia de Israel, el gran poeta Natan Alterman escribió el inolvidable poema “Magásh Hakésef”, que significa “La bandeja de plata”. No lo traducimos porque tememos pecar cometiendo algún error en esa pieza absolutamente maravillosa y dolorosa. Preferimos explicarlo, aunque sí lo copiamos aquí en hebreo para que quien entiende el idioma, pueda disfrutarlo en el original.
El poema describe a la Nación, al pueblo de Israel,preparándose para recibir “el milagro, el único, sin par”, con su corazón desgarrado por las batallas. Y se prepara entre festiva y aterrorizada para la ceremonia…y se ve venir a dos jóvenes, una mujer y un hombre, marchando en silencio frente a la nación.
Van vestidos con ropa militar y zapatos pesados
Y caminan silenciosos, sin haber alcanzado siquiera a cambiarse de ropa ni a haber lavado con agua las huellas de la agotadora jornada y la noche en la línea de fuego.
Y están cansados, extremadamente agotados, no pueden descansar…y son tan jóvenes, jóvenes hebreos.
Y están sangrando. Y ya no se mueven.Ni hay señales si están vivos o los mató una bala.
Y entonces, el pueblo, llorando, pregunta: ¿Quiénes son ustedes?
Y ambos responden: “Nosotros somos la bandeja de plata en la que te ha sido dado el Estado judío”.
“Así lo dijeron…y cayeron a sus pies, envueltos en una sombra
Y el resto será relatado en la historia de Israel”.
Bendita sea la memoria de todos los héroes que defienden a Israel. Y que todos los que siguen luchando vuelvan sanos y salvos a sus seres queridos, comunidades y al país que los espera. Amén.
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והארץ תשקוט, עין שמיים אודמת
תעמעם לאיטה על גבולות עשנים,
ואומה תעמוד – קרועת לב אך נושמת
לקבל את הנס, האחד, אין שני…
היא לטקס תיכון, היא תקום למול הסהר
ועמדה למולם עוטה חג ואימה.
אז מנגד יצאו נערה ונער
ואט אט יצעדו הם אל מול האומה.
לובשי חול וחגור וכבדי נעליים
בנתיב יעלו הם, הלוך והחרש
לא החליפו בגדם, לא מחו עוד במים
את עקבות יום הפרך וליל קו האש.
עייפים עד בלי קץ, נזירים ממרגוע
ונוטפים טללי נעורים עבריים…
דם השניים יגשו ועמדו עד בלי נוע
ואין אות אם חיים הם או אם ירויים.
אז תשאל האומה שטופת דמע וקסם
ואמרה: «מי אתם?», והשניים שוקטים
יענו לה: «אנחנו מגש הכסף,
שעליו לך ניתנה מדינת היהודים».
כך יאמרו ונפלו לרגלה עוטפי צל
והשאר יסופר בתולדות ישראל
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