Acto por el Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto organizado por la Gobernación de la Provincia de Córdoba y DAIA Filial Córdoba.
La Gobernación de la Provincia de Córdoba y DAIA Filial Córdoba organizaron un acto por el Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto y el director del Centro Simon Wiesenthal para América Latina, Ariel Gelblung, fue uno de los oradores.
Además, entre los presentes se encontraban el ministro de Gobierno, Manuel Calvo, el presidente de la DAIA de esa provincia, Adrian Ganzburg, la vicegobernadora, Myrian Prunotto, el titular del Superior Tribunal de Justicia, Luis Angulo, y el intendente de Córdoba, Daniel Passerini, entre otros.
A su turno, Gelblung compartió «algunos datos y reflexiones» sobre la jornada y planteó: «¿Por qué estamos haciendo este acto?». «Porque en 2005 las Naciones Unidas, 60 años después de terminar la Segunda Guerra Mundial, entendió que era necesario que los estados miembros promuevan la memoria y educación sobre la mayor tragedia del Siglo XX, con el mandato claro y concreto de evitar que vuelva a repetirse», señaló.
«Un 27 de enero de 1945 el Ejército Rojo, intentando vencer en la carrera hacia Berlin se encontró con Auschwitz. En realidad, con lo que quedaba de Auschwitz. Los soviéticos se encontraron con remedos de seres humanos que no tenían fuerza ni para mantenerse de pie. Los nazis ya se habían ido y se llevaron consigo a los que aún podían caminar para que las llamadas ‘Marchas de la Muerte’ terminen lo que ellos no pudieron terminar. Los rusos se toparon con aquellos que ni siquiera se podían levantar. Y a eso se lo llamó eufemísticamente ‘liberación'», repasó el titular del Centro Simon Wiesenthal para América Latina.
Luego, completó: «El régimen nazi desde su concepción promovió una política de odio hacia los judíos que tenía claro el objetivo: La aniquilación de todos los hebreos del mundo. Primero instalando el discurso de odio en la sociedad para convencer que los judíos éramos los causantes de todos los males de una Alemania empobrecida y humillada por la derrota de la Primera Guerra Mundial, luego aprobando leyes discriminatorias. Cuando los judíos ya no podíamos ejercer derechos, comenzó la deshumanización. Fuimos comparados con hongos, ratas y otras alimañas cuya eliminación es deseable para una sociedad sana».
«Instalada la idea de la deshumanización, a poca distancia la sociedad se encontró con la normalización de la aniquilación. El resto del mundo fue un espectador silente y también tuvo su responsabilidad. Cuando la política nazi era un camino unidireccional a la destrucción, ningún país hizo lo suficiente para recibir a los judíos que indudablemente nos encaminábamos a la destrucción. Y ya conociéndose la barbarie, a los nazis se los combatió para impedir su expansión territorial, no para evitar el Holocausto. Ninguna nación planificó la destrucción de las vías férreas que llevaban a la máquina de muerte que montaron los nazis en los campos de exterminio», completó Gelblung.
«¿Por qué Argentina conmemora esta fecha?»
«Vuelvo a la pregunta inicial, redirigida hacia nuestro país», sumó el orador y marcó tres puntos: «En primer término, porque siendo una de los integrantes de Naciones Unidas asume su responsabilidad. Segundo, porque su contradictoria historia se lo impone».
En esa línea, explicó: «Argentina, mis queridos conciudadanos, fue el país de América Latina que más sobrevivientes del Holocausto alojó. Pero al mismo tiempo, tiene un costado vergonzante en haber sido refugio de muchos perpetradores del Holocausto. La posguerra está plagada de relatos de complicidades y redes relacionadas con el gobierno de entonces que permitió que nazis y colaboradores de sus aliados vivan apaciblemente y piensen en algunos casos en cómo planificar un Cuarto Reich. Otros en retirarse en paz, enterrando su historia».
«En esos años, entrar siendo un perpetrador era más fácil que como refugiado. Pocos judíos de buena voluntad que querían instalarse en el suelo Argentino, como invita el Preámbulo de la Constitución Nacional pudieron hacerlo legítimamente. Muchos tuvieron que esconder su origen, o entrar desde Uruguay, Paraguay o Bolivia. Estas contradicciones nos acompañaron muchísimos años, pero la recuperación democrática fue el mejor camino para empezar a decidir de qué lado de la historia Argentina elige estar», consideró el director del Centro Simon Wiesenthal para América Latina.
«Y ello nos lleva a la tercera y más importante de las razones. Argentina asumió desde 1983 una política de estado de lucha contra el Antisemitismo. En otras palabras, todos y cada uno de los gobiernos nacionales desde la recuperación democrática marcaron hitos en ese camino», destacó.
De esa forma, enumeró: «La ley antidiscriminatoria de 1988 que aún rige marcó un camino en la región. La apertura de los Archivos Nazis en 1992, la detención y extradición del nazi Erich Priebke en 1993 y el Ustacha croata Dinko Sakic en 1998 que vivían con su propio nombre en nuestro suelo; la reforma constitucional de 1994, que nos sacó de esa categoría de ciudadanos de segunda clase por no poder aspirar a la Presidencia de la Nación como cualquier Argentino, la creación del INADI, la derogación de la infame Circular 11 del año 1938, orden secreta dada a los diplomáticos para que no otorguen visas a ‘indeseables’, siendo este otro eufemismo para judíos».
«La suscripción de la Declaración de Estocolmo en 2000 que creó la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto, organismo que Argentina integra desde 2002, siendo el único de América Latina y uno de los más activos participantes; la reforma del Código Civil y Comercial en 2015, la adopción de la Definición de Antisemitismo en 2020, que es ley en 20 de los 24 distritos nacionales, Córdoba incluida. Con las gravísimas excepciones de los dos atentados, de 1992 y 1994 y el Memorandum de Entendimiento con Irán, el Estado Argentino se ha puesto del lado correcto, dando contenido a actos como el de hoy», completó.
«El antisemitismo no es un problema de los judíos, sino de las sociedades que lo toleran»
«Sr Gobernador y demás dignatarios de esta hermosa provincia. No debemos pensar que la tarea está concluida. Actos como este sirven para mantener el nivel de alerta muy alto», advirtió Gelblung.
«Como nos mostró una serie, basada a su vez en un libro que refleja una historia real, en los años 80 la Policía Federal pudo tener como hipótesis de conflicto real la fábula antisemita conocida como Plan Andinia, logrando infiltrar un agente en la Comunidad judía para evitar que fundemos otro estado judío en la Patagonia. Ello sería impensado hoy. ¿O no? Lo que acabo de sostener que sería impensado, es repetido hoy por impresentables dirigentes sociales y presuntos periodistas para generar antisemitismo por la declarada cercanía del Presidente a la fe judía. No es aceptable», apuntó.
Y en esa línea, también consideró: «Todo el detallado avance de la lucha contra el antisemitismo como política de estado se debió, entre otras cosas, al desarrollo de políticas de promoción de derechos humanos. El derecho del judío a identificarse y desarrollarse dentro de su cultura es parte de los derechos humanos. Ello es así porque los derechos humanos son únicos y universales, no tienen tinte ideológico como no lo tuvo la Declaración Universal ni el Pacto de San José de Costa Rica, reconocidos de nivel constitucional desde 1994 en nuestro país».
«Por ello, cuando el sábado 7 de octubre nos levantamos azorados viendo como un grupo que al igual que los nazis, desde su concepción juró extinguirnos como pueblo ingresó al Estado de Israel y mató, quemó, vejó cuerpos, violo mujeres, decapitó, incineró bebés, raptó y secuestró más de 200 personas, siendo todas sus víctimas civiles, no soldados, solo por ser judíos o vivir en el Estado Judío, no pudimos entender a quienes celebraron la barbarie, a quienes la justificaron y a quienes no levantaron la voz para condenar», expresó.
«Nos pareció atinente a la política de estado Argentina que cuatro de los cinco candidatos presidenciales condenen. Nos pareció aberrante que una no lo hiciera. El pueblo argentino le pasó factura. Sacó menos votos que en las primarias.
No es propio de la política de estado argentina que quienes basados en los derechos humanos se opusieron a las detenciones ilegales y desapariciones, robos de bebés, torturas y vejaciones no hayan reaccionado en estos casos, donde incluso todavía hay 11 argentinos secuestrados. ¡¡¡Con vida los llevaron, con vida los queremos!!! No es propio de la política de estado argentina que quienes marchan sosteniendo con razón “Ni una menos” contra la violencia de género, no hayan levantado la voz contra quienes utilizaron el cuerpo de las mujeres israelíes como campo de batalla violándolas, vejándolas, dañándolas. Eso no representa la lucha por la liberación de un pueblo. Es una burla a los derechos humanos.
No es aceptable ni parte de la política de estado argentino que todavía haya bebés y niños secuestrados. Las voces para pedir por la devolución de los rehenes con vida tiene que ser unánime, sobre todo de quienes lucharon años para recuperar niños robados o esos mismos hijos recuperados», cuestionó.
Por último, Gelblung concluyó: «Estimados amigos de la Ciudad de Córdoba. El 27 de enero se instauró para aprender que ninguna política antisemita es buena. El Holocausto se cobró 6 millones de vidas judías, pero también más de 50 millones de vidas no judías. El antisemitismo no es un problema de los judíos, sino de las sociedades que lo toleran. ‘Lo que empieza con los judíos nunca termina con los judíos’, decía Simon Wiesenthal. Si no actuamos hoy condenando con todas nuestras capacidades las acciones de Hamas, no hemos aprendido nada y este acto y todos los que los estados organicen, no sirven de nada».
Debes estar conectado para publicar un comentario. Oprime aqui para conectarte.
¿Aún no te has registrado? Regístrate ahora para poder comentar.