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| domingo diciembre 22, 2024

PEKUDEI 5784


B’H

ÉXODO 38:21-40:38

Moshé hace un recuento del oro, plata y cobre donado por el pueblo para la construcción del Mishkán – Tabernáculo. Betzalel, Ahaliav y sus asistentes confeccionan las Ocho Vestimentas Sacerdotales – la túnica larga de lino, los pantalones de lino, el turbante de lino, el cinturón, el delantal de lana, la placa del pecho, la túnica de lana y la placa de oro para la frente, de acuerdo a las especificaciones dadas a Moshé en la parashá Tetzavé.

El Mishkán es completado junto a todos sus componentes y traído frente a Moshé, quien lo erige y unge con Aceite de Unción e inicia a Aarón junto a sus cuatro hijos en el sacerdocio. Una nube aparece sobre el Mishkán, significando que la Presencia Divina vino a morar dentro de él.

SIETE VECES, SIETE SANTUARIOS

Enseñó Rabí Abraham Mordejai de Gur: “Siete veces Moshé construyó el Santuario. Con ello predijo los siete santuarios en los que el pueblo judío serviría al Creador: el Mishkán en el desierto, el Santuario de Guilgal, el de Shilo, Nov, Guivon y los dos Templos de Jerusalén. Siete veces lo desmanteló. Y luego de cada destrucción fue reconstruido. Y con esto nos enseñó que a cada destrucción le seguiría la reconstrucción, por lo que debemos confiar que a la destrucción del séptimo Santuario (el Segundo Templo) va a seguir la reconstrucción del Tercer Templo, que nunca será destruido.

Celebrar

Rav Jonathan Sacks

Si los líderes quieren sacar lo mejor de aquellos a quienes guían, deben darles la oportunidad de mostrar que son capaces de grandes cosas, y luego deben celebrar sus logros. Esto fue lo que ocurrió en un momento clave hacia el final de nuestra parashá, una que lleva al libro de Éxodo a una sublime conclusión luego de todas las luchas y enfrentamientos previos.

Los israelitas finalmente completaron la construcción del Tabernáculo. Está escrito:

Fue concluida toda la obra del Tabernáculo, la Tienda del Encuentro, y los hijos de Israel hicieron conforme a todo lo que Dios le había ordenado a Moshé … Moshé inspeccionó la obra y vio que habían hecho todo conforme a lo que Dios había ordenado. Y Moshé los bendijo (Éxodo 39:32, 43)

El pasaje parece muy simple, pero para el oído atento trae a colación otro texto bíblico, del final de la narrativa de la creación en Génesis:

Así fueron concluidos los cielos y la tierra, y todos sus componentes. En el séptimo día Dios concluyó Su obra que había hecho y cesó en el séptimo día de toda Su labor que había hecho. Entonces Dios bendijo el séptimo día y lo consagró, porque en él cesó de toda Su obra, la que Dios había creado para hacer (Génesis 2:1-3)

En ambos pasajes aparecen tres palabras claves: «obra», «concluyó» y «bendijo». Esta repetición no es accidental. Esta es la forma en que la Torá señala la intertextualidad, aludiendo a que una ley o historia debe leerse en el contexto de otra. En este caso, la Torá enfatiza que el Éxodo culmina como comenzó el Génesis, con una obra de creación. Prestemos atención a las diferencias tanto como a las similitudes. Génesis comienza con un acto de creación Divina. Éxodo culmina con un acto de creación humana.

Mientras más analizamos ambos textos, más vemos cuál intrincado es el paralelo que ha sido construido. El relato de la creación en Génesis está sumamente organizado alrededor de unas series de siete. Hay siete días de creación. La palabra «bueno» aparece siete veces, la palabra «Dios» aparece treinta y cinco veces y la palabra «tierra», veintiún veces. El primer versículo de Génesis contiene siete palabras, el segundo catorce y los tres últimos versículo tienen 35 palabras. Siempre múltiplos de siete. El texto completo tiene 469 palabras (7×67).

El relato de la construcción el Tabernáculo en Vaiakel-Pekudei también se construye alrededor del número siete. La palabra «corazón» aparece siete veces en Éxodo 35:5-29, cuando Moshé especifica los materiales que deben usarse para la construcción, y nuevamente siete veces en 35:34-36:8, la descripción de cómo los artesanos Betzalel y Oholiav desarrollarían la obra. La palabra trumá, «contribución» aparece siete veces en esta sección. En el capítulo 39, que describe la confección de las prendas sacerdotales, la frase «como Dios le ordenó a Moshé» aparece siete veces. Esto vuelve a ocurrir siete veces en el capítulo 40.

Hay un paralelo remarcable entre la creación de Dios del universo y la creación de los israelitas del Santuario. Ahora entendemos qué es lo que representa el Santuario. Era un microcosmos, un universo en miniatura, construido con la misma precisión y «sabiduría» que el universo mismo, un lugar de orden contra la ausencia de forma del desierto y el caos siempre amenazante del corazón humano. El Santuario era un recordatorio visible de la Presencia de Dios dentro del campamento, en sí mismo una metáfora de la Presencia de Dios dentro del universo como un todo.

Está tomando forma una gran y fatídica idea. Los israelitas, que durante gran parte del Éxodo fueron presentados como desagradecidos y poco entusiastas, ahora, después del pecado del Becerro de Oro, tienen la oportunidad de demostrar que no son irredimibles, y ellos aprovechan esa oportunidad. Ellos demuestran que son capaces de grandes cosas. Demuestran que pueden ser creativos. Usan su generosidad y su habilidad para construir un mini universo. A través de este acto simbólico, han demostrado que son capaces de convertirse en «socios de Dios en la creación», como dice la potente frase rabínica.

Esto fue fundamental para recuperar su moral y su propia imagen como el pueblo del pacto con Dios. El judaísmo no cree que la humanidad tiene pocas posibilidades. No creemos que estamos contaminados por el pecado original. No somos incapaces de lograr la grandeza moral. Por el contrario, el hecho mismo de ser creados a imagen del Creador implica que los humanos somos únicos entre todas las formas de vida, tenemos la capacidad de ser creativos. Cuando culminó el primer logro de Israel, Moshé los bendijo, diciendo (según los Sabios): «Que sea la voluntad de Dios que Su presencia repose sobre la obra de sus manos».(1) Nuestra grandeza potencial es que podemos crear estructuras, relaciones y vidas que se convierten en hogares para la Presencia Divina.

Al bendecirlos y celebrar su logro, Moshé les mostró lo que podían llegar a ser. Esta es una experiencia con el potencial de cambiarnos la vida. Aquí hay un ejemplo contemporáneo:

En el 2001, poco después del 11 de setiembre, recibí una carta de una mujer de Londres cuyo nombre no reconocí de inmediato. Ella escribió que en la mañana del ataque a las Torres Gemelas, yo di una charla respecto a las maneras de elevar el estatus de la profesión de los maestros, y ella vio un informe de eso en la prensa. Eso la impulsó a escribirme y recordarme un encuentro que habíamos tenido ocho años antes.

En ese entonces, en 1993, ella era la directora de una escuela que no estaba en muy buena situación. Ella había escuchado algunos de mis programas, sintió afinidad con lo que yo decía y pensó que tal vez podría ayudarla a encontrar una solución a su problema. Yo la invité a nuestro hogar con otras dos personas de su equipo. Esta es la historia que ella me contó: la moral dentro de la escuela, tanto entre los maestros, los alumnos y los padres, había decaído. Los padres habían comenzado a sacar a sus hijos de la escuela. La lista de estudiantes había caído de 1.000 a 500 niños. Los resultados de los exámenes eran malos: sólo el 8 por ciento de los estudiantes obtenían calificaciones altas. Era claro que a menos de que algo cambiara drásticamente, se verían obligados a cerrar la escuela.

Alrededor de una hora hablamos de temas generales: la escuela como una comunidad, cómo crear una ética, etc. De repente, entendí que estábamos pensando de la forma equivocada. El problema que ella enfrentaba era práctico, no filosófico. Le dije: «Quiero que viva en torno a una palabra: celebrar». Ella suspiró y me dijo: «Usted no entiende… No tenemos nada que celebrar. En la escuela todo está mal». «En ese caso, busque algo que pueda celebrar», le dije. «Si esta semana hubo sólo un alumno que estuvo mejor que la semana pasada, celébrenlo. Si alguien cumple años, celébrenlo. Si es martes, celébrenlo». Ella no se veía muy convencida, pero prometió que lo intentaría.

Ahora, ocho años más tarde, me escribió para contarme lo que había experimentado desde entonces. Los resultados altos en los exámenes crecieron del 8 al 65 por ciento. Los alumnos matriculados habían crecido de 500 a 1.000. Finalmente me contó que por su contribución a la educación la habían nombrado Dama del imperio británico, uno de los más altos honores que otorgaba la reina. Terminó diciendo que sólo quería que yo supiera cómo una sola palabra había cambiado la escuela y su vida.

Ella era una maestra maravillosa y por cierto no necesitaba mi consejo. Habría descubierto la respuesta por sus propios medios. Pero yo nunca dudé que esa estrategia triunfaría, porque todos crecemos satisfaciendo las expectativas que los demás tienen de nosotros. Si las expectativas son bajas, nos quedamos pequeños. Si son elevadas, crecemos.

La idea de que cada uno tienen una cantidad fija de inteligencia, virtud, capacidad académica, motivación e impulso es absurda. No todos podemos pintar como Monet ni componer como Mozart. Pero cada uno tiene dones, capacidades, que pueden permanecer latentes durante toda la vida hasta que alguien los despierte. Podemos llegar a alturas que nunca creímos posibles. Todo lo que hace falta es que encontremos a alguien que crea en nosotros, que nos desafíe y que cuando respondamos al desafío, nos bendiga y celebre nuestros logros. Eso fue lo que Moshé hizo por los israelitas después del pecado del Becerro de Oro. Primero los hizo crear y luego los bendijo a ellos y a su creación con una de las bendiciones más simples y conmovedoras: que la Shejiná habitara en la obra de sus manos.

La celebración es parte esencial de la motivación. Eso logró cambiar una escuela. En una época previa y en un contexto más sagrado, logró cambiar a los israelitas. Por lo tanto, debemos celebrar.

Cuando celebramos los logros de otras personas, cambiamos vidas

(aishlatino.com)

 

Nueve cosas referentes al mes de Adar que probablemente desconocías

El Talmud enseña que “al llegar el mes de Adar aumentamos en alegría”

Nueve cosas referentes al mes de Adar que probablemente desconocías

El mes hebreo de Adar es conocido como un mes de celebración y alegrías, en Adar tiene lugar la gozosa fiesta de Purim, justo a mitad de mes. Pero Purim no es la única cosa que hace Adar un mes especial.

  1. ¡Se feliz ahora!

El Talmud enseña que “al llegar el mes de Adar aumentamos en alegría”, para dar la bienvenida a un lapso de milagros. En consecuencia, el Talmud nos dice que es un mes auspicioso para el pueblo judío.

  1. ¿Qué hay en un nombre?

El nombre hebreo “Adar” está relacionado a la palabra “adir” la cual denota fuerza y poder. El Rebbe, Rabbi Menachem M. Schneerson, de bendita memoria, nos señala que el término adir se utiliza para referirse al pueblo judío. ¿Puede haber algo más apropiado en un mes que el augurio de que el pueblo es fuerte?

  1. Redobla tu alegría. Redobla tu diversión.

El mes de Adar es el único mes del calendario judío que puede repetirse dos veces. El año bisiesto, o “shana me`uberet” (literalmente “año preñado”), ocurre aproximadamente cada tres años. Para tener seguridad de que los meses lunares del calendario judío vayan de acuerdo al calendario solar, un mes de Adar es añadido entonces. Purim se celebra en el segundo Adar.

  1. La muerte de Moisés.

La tradición nos relata que Moisés murió un 7 de Adar.

El Talmud dice que cuando el malvado Haman, el villano de la historia de Purim, se confabuló para destruir a nuestro pueblo, utilizó el azar para determinar el momento más oportuno para llevar a cabo su macabro plan. Cuando el “lot” (echar suerte), o pur (de allí el nombre Purim) cayó en Adar, él se alegró mucho. ¿Qué mejor mes para castigar a los judíos que Adar, el mes de la muerte de Moisés? Pensó el malvado Haman. Sin lugar a dudas, es un mes desafortunado para ellos debido a este acontecimiento, dijo.

  1. “Alarma anti malvados”. También era el cumpleaños de Moisés.

Lo que Haman desconocía era que: ¡Moisés murió el mismo día de su nacimiento, el 7 de Adar! El Talmud relata que este hecho ayudó a revertir el mal decreto de Haman para destruir a los judíos.

  1. Un mundo totalmente distinto.

En 1940, el día 9 de Adar II, el Rebbe anterior, Iosef Itzjak Schneerson, de bendita memoria (1880-1950), desembarcaba en el puerto de Nueva York. Huir de los Nazis y del Holocausto de la judería europea no fueron las únicas motivaciones para que la venida del anterior Rebbe fuese apreciada como simplemente una búsqueda de refugio. Al contrario, él se dedicó a echar las bases para la gran revolución de Jabad de compromiso de vida judía en el hemisferio occidental. Este hecho es celebrado por los jasidim de Jabad alrededor del mundo.

  1. Bajo el mar.

El signo zodiacal (mazal) para Adar es Piscis, “daguim” en hebreo. En la tradición judía, los peces son símbolo de bendición y abundancia. Así también, dado que los peces viven en el agua, los judíos deben esforzarse en sumergirse en la Torá, que se compara al agua dadora de vida.

  1. Haman murió en… ¡Nisan!

Aunque celebramos en el mes de Adar los milagrosos eventos que dieron lugar a la celebración de Purim, Haman fue efectivamente colgado en el mes de Nisan. La festividad no conmemora la muerte de Haman, pero sí el descanso y tranquilidad que tuvieron los judíos después de la milagrosa salvación luego de salir victoriosos en batalla.

  1. ¡A la salida!

El mes de Adar fue el último mes que permaneció los hebreos en Egipto antes del Éxodo. El mes de Adar también es grandioso pues, en parte, porque sirvió de antesala para una alegría aún mayor: la salida de Egipto y los milagros que tuvieron lugar durante ese magno acontecimiento. (www.es.chabad.org)

 

La Dimensión Mística

Moisés no pudo entrar a la Tienda del Encuentro, porque la nube se había posado sobre ella, y la Gloria de D-os llenó el Tabernáculo. Éxodo 40:35

Las nubes ocultan lo que está dentro y detrás de ellas, y son por lo tanto una metáfora para la incomprensible infinidad de D-os, que está más allá de la capacidad de captación de la mente humana. Es debido a esto que una vez que la presencia de D-os se posó sobre el Tabernáculo, ni siquiera Moisés pudo entrar.

Sin embargo, en el comienzo del siguiente libro de la Torá, Levítico, D-os llama a Moisés desde dentro del Tabernáculo, permitiéndole así entrar a pesar de la nube Divina que se posaba sobre él y la Gloria de D-os que lo llenaba.

Se nos enseña que en ausencia del Tabernáculo (y su sucesor el Templo Sagrado de Jerusalén), D-os se revela a nosotros a través de la Torá. Todos poseemos un Moisés interno, es decir la capacidad de dedicarnos desinteresadamente a D-os y Su voluntad. D-os nos llama a través de este Moisés interno, permitiéndonos entrar en los misterios de la Torá y comunicarnos con Su presencia. Cumpliendo los mandamientos y rezando, nos refinamos a nosotros mismos y así podemos percibir la presencia de D-os en forma cada vez más clara en nuestro estudio de Su Torá. (www.es.chabad.org)

In Memoriam de Israel Winicki Z.L (Isi) que el 7 de Adar bet  se cumplen 2 años de su fallecimiento

 

 
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