Hospital Shifa
Las Fuerzas de Defensa de Israel llevaron a cabo recientemente una operación en el hospital al-Shifa en la Franja de Gaza para erradicar a los terroristas de Hamás, tomando una vez más precauciones únicas al ingresar a las instalaciones para proteger a los inocentes. Los medios israelíes informaron que los médicos acompañaron a las fuerzas para ayudar a los pacientes palestinos si era necesario. También se informó que trasportaron alimentos, agua y suministros médicos para los civiles que se encontraban en las instalaciones.
Por supuesto, nada de esto significó algo para los críticos de Israel, quienes inmediatamente lo atacaron. Como de costumbre, no criticaron a Hamás por utilizar instalaciones protegidas como hospitales para su actividad militar. Tampoco mencionaron los esfuerzos de las FDI para minimizar las bajas civiles.
Con sus diatribas, los oponentes de Israel están borrando un nuevo y notable estándar histórico que Israel ha establecido. En mi larga carrera estudiando y asesorando sobre guerra urbana para el ejército estadounidense, nunca he conocido a un ejército que tomara tales medidas para atender a la población civil del enemigo, especialmente mientras simultáneamente combate al enemigo en esos mismos edificios. De hecho, según mi análisis, Israel ha implementado más precauciones para evitar daños a los civiles que cualquier ejército en la historia, más allá de lo que exige el derecho internacional y más que Estados Unidos en sus guerras en Iraq y Afganistán.
Terrorista de la Yijad Islámica durante un entrenamiento en un túnel bajo la Franja de Gaza
(Foto: AFP)
La comunidad internacional, y cada vez más Estados Unidos, apenas reconoce estas medidas, mientras critica repetidamente a las FDI por no hacer lo suficiente para proteger a los civiles, incluso cuando se enfrenta a una organización terrorista despiadada que mantiene a sus ciudadanos como rehenes. En cambio, Estados Unidos y sus aliados deberían estudiar cómo pueden aplicar las tácticas de las FDI para proteger a los civiles, a pesar de que estos ejércitos casi con seguridad serían extremadamente reacios a emplear tales técnicas, debido a que los pondría en desventaja en cualquier combate con un ejército urbano terrorista como Hamás.
La teoría occidental predominante sobre la guerra, llamada guerra de maniobras, busca destrozar moral y físicamente a un enemigo con una fuerza sorpresiva y velocidad abrumadora, atacando sus centros de gravedad políticos y militares para que el enemigo sea destruido o se rinda rápidamente. Este fue el caso de las invasiones de Panamá en 1989, Afganistán en 2001, Iraq en 2003 y el fallido intento ilegal de Rusia de tomar Ucrania en 2022. En todos estos casos, no se dio ningún aviso ni tiempo para evacuar las ciudades.
En muchos sentidos, Israel ha tenido que abandonar este manual para evitar daños a los civiles. Las FDI han anunciado casi todos sus movimientos con antelación para que los civiles puedan reubicarse, eliminando casi siempre el elemento sorpresa. Esto ha permitido a Hamás reposicionar a sus altos dirigentes (y a los rehenes israelíes) según su conveniencia, a través del denso terreno urbano de Gaza y los muchos kilómetros de túneles que ha construido.
Según mi análisis, Israel ha implementado más precauciones para evitar daños a los civiles que cualquier ejército en la historia, más allá de lo que exige el derecho internacional y más que Estados Unidos en sus guerras en Iraq y Afganistán
Los combatientes de Hamás, que a diferencia de las FDI no usan uniformes, también han aprovechado la oportunidad para mezclarse con la población civil mientras la evacúan. El efecto neto es que Hamás tiene éxito en su estrategia de crear sufrimiento palestino e imágenes de destrucción, para generar presión internacional sobre Israel para que detenga sus operaciones, asegurando así la supervivencia de Hamás.
Israel advirtió, en algunos casos durante semanas, a los civiles que evacuaran las principales áreas urbanas del norte de Gaza antes de lanzar su campaña terrestre en el otoño pasado. Las FDI informaron haber arrojado más de 7 millones de volantes, pero también desplegaron tecnologías nunca utilizadas en ningún lugar del mundo, como pude comprobar de primera mano en un viaje reciente a Gaza y el sur de Israel.
Israel ha realizado más de 70.000 llamadas telefónicas directas, enviado más de 13 millones de mensajes de texto y dejado más de 15 millones de mensajes de voz pregrabados para notificar a los civiles que deben abandonar las zonas de combate, adónde deben ir y qué ruta deben tomar. Desplegaron drones con parlantes y lanzaron parlantes gigantes en paracaídas que comenzaron a trasmitir para que los civiles abandonaran las áreas de combate al llegar al suelo. Anunciaron y llevaron a cabo pausas diarias en todas las operaciones, para permitir la evacuación de los civiles que quedaban en las zonas de combate.
Estas medidas fueron efectivas. Israel pudo evacuar más del 85% de las zonas urbanas del norte de Gaza antes de que comenzaran los combates más intensos. En realidad, esto es consistente con mi investigación sobre la historia de la guerra urbana que muestra que, sin importar el esfuerzo, alrededor del 10% de la población se queda.
Israel ha realizado más de 70.000 llamadas telefónicas directas, enviado más de 13 millones de mensajes de texto y dejado más de 15 millones de mensajes de voz pregrabados para notificar a los civiles que deben abandonar las zonas de combate, adónde deben ir y qué ruta deben tomar
A medida que la guerra avanzaba, Israel comenzó a entregar sus mapas militares a los civiles para que pudieran realizar evacuaciones localizadas. Esto tampoco se ha hecho nunca en una guerra. Durante mi reciente visita a Jan Yunis, Gaza, y a la unidad de mitigación de daños civiles de las FDI en el sur de Israel, observé cómo el ejército comenzó a usar esos mapas para comunicar cada día dónde estarían operando las FDI, para que los civiles en otras áreas se mantuvieran fuera de peligro.
Vi que las FDI incluso rastrearon a la población en tiempo real hasta un radio de unas pocas cuadras, utilizando imágenes satelitales y de drones, así como la presencia de teléfonos celulares y evaluaciones de daños en los edificios para evitar golpear a los civiles. El New York Times informó en enero que el número diario de muertes civiles se había reducido a menos de la mitad del mes anterior y había bajado casi dos tercios desde su máximo.
Por supuesto, se desconoce el número real de muertes de civiles en Gaza. La estimación actual proporcionada por Hamás, de más de 31.000, no reconoce ni una sola muerte de combatientes (y ninguna muerte debido al fallo de sus propios cohetes u otro fuego amigo). Las FDI estiman que han eliminado a unos 13.000 miembros de Hamás, una cifra que considero creíble, en parte porque le creo más a las fuerzas armadas de un aliado democrático estadounidense que a un régimen terrorista, pero también por la cantidad de los combatientes de Hamás asignados a áreas que fueron despejadas y tras observar las armas utilizadas, el estado de los túneles de Hamás y otros aspectos del combate.
A medida que la guerra avanzaba, Israel comenzó a entregar sus mapas militares a los civiles para que pudieran realizar evacuaciones localizadas. Esto tampoco se ha hecho nunca en una guerra
Eso significaría que unos 18.000 civiles han muerto en Gaza, una proporción de aproximadamente 1 combatiente por cada 1,5 civiles. Dada la probable exageración del recuento de muertos por parte de Hamás, la cifra real podría estar más cerca de 1 a 1. De cualquier manera, este número sería históricamente bajo para la guerra urbana moderna.
La ONU, la UE y otras fuentes estiman que, en la guerra moderna los civiles suelen representar entre el 80% y el 90% de las víctimas, o una proporción de 1:9 (aunque esto combina todos los tipos de guerra). En la Batalla de Mosul de 2016-2017, una ofensiva supervisada por Estados Unidos que utilizó los recursos aéreos más poderosos del mundo, unos 10.000 civiles murieron en comparación con aproximadamente 4000 terroristas de ISIS.
Y, sin embargo, los analistas que deberían saberlo mejor que nadie siguen condenando a las FDI, basándose en el nivel de destrucción que todavía ocurre, destrucción que es inevitable contra un enemigo que se incrusta en un vasto sistema de túneles bajo edificios civiles en un denso terreno urbano. Esta condena o crítica, basada en los efectos, no es la forma en que funcionan las leyes de la guerra o se determinan las violaciones a las mismas. Estos y otros analistas dicen que la destrucción y las víctimas civiles deben detenerse o evitarse mediante una forma alternativa de guerra.
Irónicamente, el enfoque cuidadoso que ha adoptado Israel podría haber conducido en realidad a una mayor destrucción; dado que las FDI, al dar advertencias y realizar evacuaciones, ayudan a Hamás a sobrevivir, en última instancia prolongan la guerra y, con ella, su devastación
Irónicamente, el enfoque cuidadoso que ha adoptado Israel podría haber conducido en realidad a una mayor destrucción; dado que las FDI, al dar advertencias y realizar evacuaciones, ayudan a Hamás a sobrevivir, en última instancia prolongan la guerra y, con ella, su devastación.
Israel no ha creado un estándar de oro en la mitigación de daños civiles en la guerra. Eso implicaría que existe un estándar en materia de bajas civiles en la guerra que es aceptable o no aceptable; que cero muertes civiles en la guerra sería remotamente posible y que debería ser el objetivo; que existiría una proporción fija de civiles y combatientes en la guerra, sin importar el contexto o las tácticas del enemigo. Pero toda la evidencia disponible muestra que Israel ha seguido las leyes de la guerra, las obligaciones legales, las mejores prácticas en la mitigación de daños a civiles, y aun así ha encontrado una manera de reducir las víctimas civiles a niveles históricamente bajos.
Quienes piden que Israel encuentre una alternativa a infligir bajas civiles en cantidades menores (incluso cero) deberían ser honestos en reconocer que esa alternativa dejaría a los rehenes israelíes en cautiverio y permitiría a Hamás sobrevivir a la guerra. La alternativa a la supervivencia de una nación no puede ser un camino hacia su extinción.
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