Con una mayoría de 14 países, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la resolución que exige un alto al fuego inmediato en Gaza durante el mes de Ramadán, la liberación inmediata e incondicional de todos los rehenes israelíes y la introducción de ayuda humanitaria si fuera necesario. Esta vez Estados Unidos optó por no votar.
Representantes del gobierno de Biden dejaron claro que su posición no es contra el alto el fuego, la ayuda humanitaria o la liberación de los secuestrados, sino que se trata de darle relevancia al Consejo de Seguridad en el esfuerzo por poner fin al conflicto, y preparar una agenda para el día después de la guerra. Si Israel se opone a la decisión, no significa que habrá sanciones, sino que tendrá que tomar otra decisión que también será vetada por EE.UU., y esto puede poner a Israel en una batalla legal y política desde los tribunales de todo el mundo, presionando a otros países para que se abstengan de ayudar a Israel tomando medidas en su contra.
La respuesta israelí no es nada positiva e incluso se canceló la delegación prevista a Washington, lo que sorprendió a la administración estadounidense y el propio presidente Biden declaró que este enfoque perjudica la capacidad de mantener un diálogo adecuado. Según miembros del gobierno estadounidense esta actitud también se deriva de la situación política interna que vive este país.
La vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, expresó su decepción ante la desición israelí. Según Harris, su gobierno no apoyará una amplia operación militar en Rafah. Esperaba discutir el tema con la delegación para lograr decisiones alternativas contra Hamas, pero es triste que el Primer Ministro Netanyahu esté buscando excusas para no cumplir con la visita (dijo). Se espera que el tema pueda ser discutido con el Ministro de Defensa Galant durante su viaje a Washington.
La administración de Biden en Washington parece estar perdiendo la paciencia con el comportamiento de Israel; tanto el ataque a Rafah como la liberación de los rehenes deberían coordinarse con el gobierno de Estados Unidos, y si no es así, Israel tendrá que afrontar un cambio relativo en sus relaciones con el que ha sido su mejor amigo desde su fundación hasta hoy, y lo que Israel tendrá que tener en cuenta es que el gobierno estadounidense puede tomar decisiones extremas para ejercer presión, según Harris, cuando se le preguntó si habrá consecuencias respondió que no se descarta nada.
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