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| sábado noviembre 9, 2024

El sionismo bajo la lupa


Theodor Herzl, fundador del sionismo

El movimiento sionista es una ideología y corriente de tipo nacionalista que surge a finales del siglo XIX, definido a sí mismo como un movimiento de liberación nacional y de autodeterminación judía. En su momento fue una respuesta al movimiento del iluminismo judío (haskalá) que pretendía entre muchos aspectos un proceso de asimilación entre las diferentes sociedades donde las comunidades judías se desarrollaron en países europeos donde la persecución y la discriminación se mantuvieron latentes.

Se inspira en la idea de nación, entendida como la unión de las personas basadas en una misma cultura, tradiciones e idioma. Los judíos comparten una misma identidad espiritual, junto con otra serie de aspectos que los une entre sí y por esta razón se decidió que la mejor herramienta para lograr desarrollarse plenamente debía luchar por un proceso de autodeterminación y a partir de ahí impulsar un proyecto que incluyera un territorio, en este caso, después de debatir, llegaron a la conclusión que su espiritualidad está vinculada con la tierra bíblica, donde aún quedaba una comunidad judía activa en ciudades como Jerusalem, Hebrón, Safed y Tiberias bajo el dominio ya fuera otomano (la Siria Otomana) o británico posteriormente (Mandato).

El sionismo, lejos de los mitos, no se funda bajo una idea “colonialista”, esta idea errónea fue difundida a inicios del siglo XX con la llegada de la Revolución Rusa de 1917, los bolcheviques veían el sionismo como un “nacionalismo burgués”, contra el pensamiento proletario global y por esta razón también se le consideraba un movimiento “imperialista” occidental.

Esto no impediría que en algún momento apareciera una corriente socialista influenciada desde la URSS incluyendo la fundación de las granjas comunitarias (kibutzim) en la Palestina dominada por los británicos, aunque la relación nunca fue plena, aun así, este apoyo por la migración de judíos soviéticos y el deseo de usar estos vínculos históricos para debilitar la influencia británica en el Medio Oriente, la URSS fue uno de los países que reconocieron a Israel en 1948, lo cual requiere otro artículo explicar.

El movimiento sionista no es monolítico, tiene una diversidad de criterios y de corrientes que únicamente comparten la idea nacionalista y territorial, por cuanto hay diversidades ideológicas que aplicarían para el objetivo del Estado judío y las políticas que debería implementar. También, hay diferentes perspectivas en cuanto a los objetivos, los vínculos con la religión, los actores de la política y las organizaciones que lo componen, así como las opiniones sobre las relaciones con el mundo árabe y con los palestinos en particular.

Las corrientes más conocidas del movimiento sionista son:

  • Político: Fundado por Herzl (padre del movimiento en el siglo XIX), con el cual se busca el Estado Judío por medio de la política y la diplomacia.
  • Laborista o socialista: basado en los principios de igualdad y trabajo colectivo.
  • Religioso: combina el nacionalismo con la religión, enfatizando la importancia de la ley y la tradición judía.
  • Revisionista: Este fue creado como Ze’ev Jabotinsky y aboga la creación de un Estado judío a ambas orillas del Jordán como “profundidad estratégica”, utilizando inclusive herramientas militares.
  • Sionismo cultural: centralizado en la cultura, la lengua, más que en aspectos territoriales, lo cual sería secundario.
  • Sionismo general: aboga por la existencia de un Estado judío y su desarrollo, sin importar otros elementos condicionantes.

Cabe mencionar que hay corrientes sionistas que se combinan y que incluso en el marco del análisis del movimiento suman otros elementos propiamente del espectro político, como corrientes más de derecha, izquierda o centristas, así como posiciones políticas entre halcones y palomas con respecto a la política militar hacia el exterior.

Es importante señalar que el sionismo está completamente desvinculado a un concepto racista o de “superioridad étnica”, por cuanto el judaísmo como tal es multiétnico y a lo interno del propio Estado conviven diferentes colectivos bajo un sistema político asentado en la pluralidad y la democracia, con las dificultades que experimenta cualquier Estado de esta naturaleza en el mundo, y sin escapar que haya individuos que sean racistas o xenófobos en Israel no siendo asociado necesariamente con el movimiento sionista.

Por otro lado, es obligatorio señalar que, como movimiento, el sionismo concentra el porcentaje más grande de judíos en el mundo, a esto se suma una serie de agrupaciones no judías que también se declaran seguidores de este movimiento por cuanto apoyan la autodeterminación judía en su tierra histórica.

Claramente no todos los judíos son sionistas, hay corrientes religiosas que abogan por la existencia de un Estado judío únicamente durante la era mesiánica, ocurre con movimientos ultraortodoxos, y ven el dominio de un territorio en un futuro como un elemento redentorista y la existencia en la actualidad como una afrenta a lo divino.

No es extraño que existan grupos sionistas que aboguen por el establecimiento de un Estado palestino o que trabajen en favor de la paz, por cuanto en la diversidad de criterios está la riqueza de la identidad judía; “dos judíos, tres opiniones” y, por último, que un judío sea sionista, no le da una superioridad o inferioridad moral, este tipo ideas son más políticas que pragmáticas, no se puede analizar de un modo binario, sino en la complejidad del análisis social a profundidad.

En próximos artículos ampliaré sobre algunos prejuicios que se han creado en torno a la idea del movimiento nacional judío, pero también cómo este ha servido de muletilla para atacar a los judíos en diferentes partes del mundo.

 
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