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| miércoles diciembre 11, 2024

Por los muertos en la AMIA…y por nosotros


 

AMIA reconstruida  Foto Comunidad judia

Las fechas redondas tienen un simbolismo especial, y el 30ª aniversario del atentado terrorista contra la AMIA en Buenos Aires no es una excepción. El hecho que lo conmemoramos  cuando Israel está inmerso en una cruenta guerra contra el terrorismo y mientras el mundo judío todo lidia con un terrible aumento del antisemitismo, no hace menos que agregar angustia.

Y también convicción acerca del hecho que hay un hilo conductor entre todas las expresiones de odio. El periodista argentino Alfredo Leuco lo dijo claramente en un comentario televisivo: es el mismo odio, el que cometió el atentado contra la AMIA y el del 7 de octubre en el sur de Israel.

Años atrás, alguien tomó una foto que se encuentra también hoy en Wikipedia, que dice mucho. No hay certeza de su autoría, pero el mensaje es claro, aunque trágicamente, debe ser actualizado. Sumaba los 6 millones de judíos asesinados en la Shoá, los 22 muertos en el atentado de 1992 contra la Embajada de Israel en Buenos Aires y los 85 del atentado contra la AMIA dos años más tarde. Claro que es un cómputo muy parcial, pero el mensaje es válido, aunque habría tantos para agregar.

Foto de Wikipedia, se estima que fue tomada por Pablo Flores, no hay seguridad al respecto

 

En el 2015, el Fiscal Alberto Nisman, el muerto número 86 de AMIA por luchar por verdad y justicia. Y las víctimas mortales en todos los atentados del terrorismo palestino y del terrorismo del extremismo islámico, que se nutría hace 30 años y sigue nutriéndose hoy, entre otras fuentes, de la financiación, la incitación y el odio de la República Islámica de Irán.

Por eso, hoy no podemos limitarnos a expresar dolor. Recordar a las 85 víctimas de la bomba terrorista contra la AMIA no debe ser asunto solamente de las familias de los muertos y más de 300 heridos, que además debemos recordar que no fueron sólo judíos aunque éstos habían sido elegidos como el blanco principal. De hecho, saber lo que pasó aquel 18 de julio  en Buenos Aires es imprescindible para quienes piensan “aquí no va a pasar”, para quienes creen que están a salvo de la amenaza terrorista. Nadie lo está.

Hace ya varios años, una de las parlamentarias que formó parte de la delegación uruguaya que viajó a los actos recordatorios en la capital argentina, fue la Senadora Daniela Payssé del Frente Amplio, desde entonces lamentablemente fallecida. Recordamos el mensaje que compartió con nosotros cuando volvió, estremecida y emocionada, contándonos sobre esa vivencia y el sonido de la sirena exactamente a las 9.53 de la mañana.

“Allí estuve, en esa mañana fría en la que la voz grabada de un niño rompió el silencio reclamando justicia;  allí escuché el testimonio de Jennifer, que tenía ocho años cuando se enteró de la muerte de su papá, Norberto, de 31 años, la misma edad que tiene ella ahora.

Allí estuve, escuchando PRESENTE! ante la mención de los nombres de las víctimas, mientras se encendían 85 velas y se depositaban rosas rojas en su memoria.

Allí estuve, cuando el rabino elevó una oración por las víctimas y surgió una voz entre los presentes reclamando que alguien dijera algo por los católicos fallecidos. ¡Qué error pensar que los que tienen fe y la expresan, lo hacen desde la discriminación o el menosprecio de quienes no profesan su misma fe!

Allí estuve, cerquita de Sofía Guterman, madre de Andrea Judith, una de las jóvenes víctimas de aquel fatídico 18 de julio, quien en una reunión previa nos había comentado que para los familiares de las víctimas, el atentado significó el adiós a las risas, a los abrazos,  a los proyectos, a las alegrías”.

Pero hay otros legados imperiosos de los que quizás no siempre se habla en estos aniversarios, en los que el elemento central es el dolor: la necesidad de ser firmes, de no transar ante el terrorismo y el extremismo, de entender que los terroristas usan las libertades de democracia para instalarse e imponer sus normas.

Son fuertes porque no dan valor a la vida y eso les quita limitaciones morales y legales en su proceder. Pero nosotros, el mundo libre, debemos ser más fuertes todavía, precisamente por nuestra convicción de lo imperioso de santificar la vida y defendernos de sus agresiones. Escribiendo estas líneas desde Israel, estas líneas son un homenaje a todas las víctimas de la AMIA y del 7 de octubre y la guerra que la masacre desató para defender a Israel. Son un llamado al mundo a entender que se equivocan quienes creen- aún- que el terrorismo islamista es problema “de los judíos”. Es de todas las sociedades en las que ataca. Y por ende, del mundo en general. Hay que enfrentar a quienes ponen las bombas y acuchillan, a quienes masacran y lo filman, pero también a quien supuestamente “desde lejos” mueve los hilos. Tienen que responder por ello.

 
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