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| domingo octubre 13, 2024

La historia de la comunidad judía de Roma

Una visión general sobre la comunidad judía más antigua de Europa, desde el año 161 AEC hasta la actualidad.


Roma cuenta con la comunidad judía más antigua de Europa. Los judíos han vivido allí durante más de 2.000 años, a menudo sufriendo terribles decretos y opresión. Roma se menciona decenas de veces en el Talmud y el Midrash, en los antiguos comentarios y en textos judíos.

La comunidad judía en Roma se remonta por lo menos al año 161 AEC cuando Jasón ben Eleazar y Eupolemus ben Iojanán llegaron como emisarios de los macabeos para unirse en una alianza con los griegos seléucidas. Esto ocurrió sólo cuatro años después de que tuviera lugar la historia de Janucá. Los romanos aceptaron con entusiasmo la alianza debido a su ambición de dominar al imperio griego y capturar sus tierras para Roma. Algunos líderes de la comunidad judía se trasladaron a Roma para continuar con esta alianza y fundaron allí la comunidad judía. El Talmud también registra varias ocasiones en las que líderes y eruditos de la comunidad judía viajaron a Roma y apelaron a los emperadores en nombre de la comunidad en la Tierra de Israel.

Tratados con respeto

En general, los primeros emperadores romanos trataron con tolerancia a los judíos en Roma. Julio César (100-44 AEC) otorgó privilegios a los judíos romanos, les permitió poseer propiedades y administrar sus asuntos comunitarios. Él los exceptuó del servicio militar debido a sus requerimientos para observar las leyes de la dieta judía y el Shabat. Está registrado que cuando Julio César fue asesinado, los judíos lloraron mucho.

Julio César

Augusto (27 AEC-14 EC) también trato a los judíos con respeto. Además de seguir reconociendo sus derechos, él aprobó la colecta de un impuesto anual de los judíos de Roma para el Templo en Jerusalem. Incluso dispuso, con su esposa la emperatriz Livia, enviar constantes regalos de un toro y dos ovejas para ser ofrendados en el Templo.

Pero el antisemitismo apareció durante este período, a menudo en respuesta a la preocupación romana de que los judíos trataran de alentar la conversión al judaísmo, lo cual era severamente castigado. Como los judíos no hacemos proselitismo, es posible que este resentimiento estuviera dirigido a los primeros cristianos, quienes sí promovían la conversión entre los romanos y quienes en esa época, todavía eran vistos como judíos.

En respuesta a esta preocupación, dos veces durante este período, en el año 19 EC y 49-50 EC, los judíos fueron exiliados de Roma. Las observancias religiosas judías se convirtieron en el blanco de críticas durante los siglos I y II EC por conocidas figuras literarias tales como Plinio el Viejo, Séneca y Tácito. Al defender a una persona acusada de estafar a los judíos, el famoso orador y abogado Cicerón se quejó diciendo que había demasiados judíos presentes en la sala del tribunal.

Esclavos judíos

Durante las guerras romano-judías antes y después de la destrucción del Segundo Templo, decenas de miles de judíos tomados prisioneros en la Tierra de Israel fueron llevados a Roma como esclavos. Muchos prisioneros judíos se convirtieron en trabajadores/esclavos de la construcción y construyeron el anfiteatro Flavio, más popularmente conocido como el Coliseo. La construcción del Coliseo fue financiada con el dinero que Roma adquirió con la destrucción del Segundo Templo. Es una dolorosa ironía que fuera construido con fondos destinados al Templo, un lugar de paz, y que en cambio se utilizara para un lugar de asesinatos. En los años siguientes, miles de personas (entre ellas muchos judíos) morirían en el Coliseo como un «entretenimiento» para la población romana.

El sitio y la destrucción de Jerusalem por los romanos. Pintado alrededor del año 1504

Los judíos que sobrevivieron o por quienes se pagó rescate pasaron a formar parte de la creciente comunidad judía. Está documentado que había cuatro familias distinguidas entre los judíos que llevó Tito después de la destrucción el Segundo Templo. Ellas eran conocidas en Roma como las familias delMansi, dePommes, delVecchio y deRossi. Muchos destacados líderes y eruditos judíos italianos trazaron su linaje hasta estas familias.

Cabe destacar que, en general, las guerras entre Roma y los judíos en la Tierra de Israel no afectaron la forma en que los romanos veían a los judíos en Roma. Tampoco está claro si los decretos antisemitas en la Tierra de Israel (por ejemplo, bajo el reinado de Adriano) y en las Provincias Orientales se aplicaban también a los judíos de Roma.

La comunidad judía de Roma estaba firmemente establecida y era influyente en la segunda mitad del siglo I EC. Aunque en los escritos de la época se mencionan muchas sinagogas, ninguna de ellas se ha conservado.

Crece el cristianismo, crece el antisemitismo

Con el auge del cristianismo, la situación de los judíos en Roma comenzó a deteriorar rápidamente y la legislación antijudía se volvió habitual. Desde fines del siglo VI en adelante, los Papas fueron los gobernantes de Roma y la situación de los judíos y de toda la zona dependía de qué Papa gobernaba y de lo que él sentía respecto a los judíos.

Al estudiar la historia romana, es asombroso descubrir las leyes antisemitas instituidas, y a menudo innovadas, en Roma. Estas «innovaciones» serían imitadas por los antisemitas durante siglos. Por ejemplo, en Roma se promulgó una ley estableciendo que los judíos debían llevar un atuendo distintivo, a menudo una insignia amarilla o un estrafalario sombrero amarillo. Fue en Roma donde se limitó el lugar donde podían vivir los judíos, un gueto, que no disponía de espacio suficiente para la cantidad de personas que vivían allí.

Códice Manesse, Biblioteca Palatina de Heidelberg

Los judíos también fueron perseguidos con impuestos adicionales, límites a las profesiones que podían ejercer, obligándolos a participar en desfiles degradantes y exigiéndoles que rindieran homenaje a un Papa recién nombrado en una ceremonia que a menudo resultaba humillante para los dirigentes judíos. Les limitaban la posibilidad de construir nuevas sinagogas, aunque las necesidades de la comunidad lo justificaran.

Los judíos también eran perseguidos respecto al trato a los muertos y les prohibían escribir cualquier identificación en las lápidas o recitar Salmos durante un funeral. Como parte de su deseo de convertir a la comunidad, también obligaban a los judíos a escuchar sermones semanales predicando el cristianismo en algunas de las muchas iglesias que rodeaban al gueto. Cómo y cuándo se aplicaron cada uno de estos decretos, fue variando. Como veremos más adelante, muchos de estos decretos antisemitas fueron especialmente severos durante la Reforma.

Acontecimientos notables para los judíos desde Constantino hasta el Renacimiento

La siguiente cronología describe acontecimientos notables para los judíos de Roma desde Constantino hasta el Renacimiento, e ilustra los graves problemas a los que se enfrentaron los judíos de Roma. (Nota: las fechas señaladas para los gobernantes se refieren a las fechas en las que estuvieron en el poder)

  • Constantino el Grande (306-336) se convirtió al cristianismo en el año 312. Él promulgó decretos que convirtieron a los judíos y a los paganos en ciudadanos de segunda clase. Prohibió el matrimonio entre judíos y cristianos y castigó con la muerte la transgresión de esta orden. En sus edictos, los judíos son llamados por primera vez «vergonzosos», «despreciables y perversos».
  • Los judíos de Roma tuvieron un breve respiro cuando Juliano el Apóstata se convirtió en emperador (361-363). Uno de sus primeros actos fue abolir el Fiscus Judaicus, el impuesto judío que había existido durante 300 años, y bajo su reinado los judíos no fueron perseguidos.
  • Su sucesor, Valentiniano (364-375), liberó a las sinagogas de la obligación de acuartelar soldados
  • En 387-388, las sinagogas de Roma fueron destruidas por turbas cristianas.
  • El Papa Gregorio I (590-604) prohibió la promulgación de leyes de persecución y se opuso al bautismo forzado. En una carta, escribió que «tal como a los judíos en sus comunidades no se les debe permitir ninguna libertad más allá de la medida que les otorga la ley, por otro lado tampoco pueden sufrir violaciones a sus derechos».
  • Luis II (855-75) proclamó en el año 855 que todos los judíos italianos debían partir del país antes del 1 de octubre. Sin embargo esta orden no se puso en efecto.
  • El Papa Alejandro III (1159-1181) fue favorable a los judíos… cuando necesitaba dinero. Benjamín de Tudela describe lo contentos que estaban los judíos bajo su mando y dice que él los protegía. Sin embargo, en el Tercer Concilio de Letrán de 1179, el Papa Alejandro III denunció enérgicamente que los judíos emplearan a cristianos y decretó severas sentencias para las enfermeras que sirvieran a judíos.
  • El Papa Bonifacio VIII (1294-1303) humilló a una delegación judía que fue enviada para felicitarlo por su ascenso.
  • El Papa Bonifacio IX (1389-1404) favoreció a una sucesión de médicos judíos y reconoció los derechos de los judíos como ciudadanos.
  • El Papa Eugenio IV (1231-47) aprobó legislación antijudía en el Concilio de Constanza.
  • El Papa Inocencio III (1198-1216) decretó en el IV Concilio de Letrán en 1215, que judíos y musulmanes debían llevar insignias identificatorias, se les prohibió ocupar cargos públicos y debían perdonar los intereses de los préstamos otorgados a los Cruzados.
  • El Papa Honorio III (1216-1227) derribó las nuevas sinagogas de Roma.
  • El Papa Gregorio X (1271-1276) confirmó la bula que concedía protección a los judíos y añadió una cláusula según la cual no se debía permitir a los cristianos testificar en pleitos judíos. También declaró que la «acusación de sangre» era falsa.
  • El Papa Nicolás IV (1288-1292) favoreció a los judíos de Roma. Su médico judío, Isaac ben Mordejai, le informó que el clero de Roma trataba a los judíos con crueldad, violaba sus derechos y robaba sus propiedades. Nicolás IV intervino y puso fin a la situación.

Bonifacio VIII, fresco de Giotto en la Basílica de San Juan Letrán

  • El Papa Bonifacio VIII (1294-1303) despreció a los judíos cuando llegó al poder. Cuando los judíos llegaron a rendirle homenaje, tal como lo exigía la ley, le entregaron un Rollo de la Torá. El Papa se los devolvió de inmediato insultando verbalmente a la religión judía. Bajo su mando, la comunidad judía sufrió terriblemente. Contó con una Inquisición activa y muchos judíos fueron denunciados y castigados. En una ocasión, el Rabino de la comunidad fue quemado en la hoguera por una acusación que hubiese destruido a toda la comunidad si él no hubiera asumido la responsabilidad.
  • El Papa Juan XXII (1316-1334) ordenó quemar el Talmud en Roma en 1321. Los miembros más influyentes de la comunidad utilizaron todos los medios a su alcance para impedir que se ejecutara la orden, pero no lograron detenerla. Muchos libros manuscritos e irremplazables del Talmud fueron quemados públicamente en Shavuot de 1322. Luego una turba atacó y asesinó a judíos. (Como observaría Heinrich Heine en el futuro: «Donde queman libros, finalmente también quemarán personas»).

La quema del Talmud

  •  Inocencio VII (1404-1406) recibió de los líderes judíos un Rollo de la Torá tras su nombramiento, tal como lo exigía la ley. Él lo devolvió con desdeño por encima del hombro izquierdo. Otros Papas continuarían con esta práctica.
  • El Papa Martín (1417-1431) emitió la bula del 14 de febrero de 1429, colocando a los judíos bajo la jurisdicción de la ley civil, permitiéndoles asistir a escuelas públicas, y creó una exención para los comerciantes judíos permitiéndoles no llevar la insignia judía.
  • Eugenio IV (1431-47) tuvo un enfoque mixto hacia los judíos, a veces positivo y posteriormente negativo. Su primera bula, publicada el 8 de febrero de 1433, prohibía golpear a los judíos en sus días sagrados y matarlos sin autorización. Sin embargo, en la bula de 1442 prohibió a los judíos estudiar derecho civil o trabajar como artesanos y abolió los tribunales judíos. Esta bula se hizo cumplir rigurosamente. Después de que varias congregaciones romanas reunieran enormes sumas de dinero, consiguieron que se retirara la bula. Sin embargo, se mantuvo en vigor una cláusula que imponía a la comunidad romana un impuesto de 1.000 escudos.
  • Pablo II (1464-1471) introdujo una práctica particularmente humillante que se mantuvo alternativamente en vigencia durante las décadas siguientes. Él creó el espectáculo de las carreras pedestres durante la «Semana de Carnaval» para entretener a las masas romanas antes de las privaciones de la Cuaresma. Los judíos debían participar en las carreras, a veces con atuendos humillantes y otras sin ropa, en lo que se conocía como la «Carrera de los Judíos».

La religión prospera a pesar de la persecución

A pesar de la constante persecución y de las dificultades de vivir en Roma, el estudio de Torá y la vida religiosa continuaban. La humillación y la persecución de los cristianos no tentaba a los judíos a convertirse, sino que continuaban viviendo con orgullo y lealtad a su herencia. Las tradiciones judías romanas (minhaguim) seguían a los que se practicaban en la Tierra de Israel, y su liturgia era algo singular conocido como nusaj italkí.

Objetos rituales judíos representados en vidrio dorado, siglo II, Roma

El estudio de Torá en Roma giraba en torno a la ieshivá local, Mesivta de Masa Romi.

Entre los eruditos de Torá más conocidos de Roma de la Edad Media están:

  • Reb Natan ben Iejiel (1030-1106) autor del «Aruj» un diccionario talmúdico clásico y esencial
  • Rav Tzidkia ben Abraham Anav Harofé (1230-1300), escribió el «Shibolei Haleket», una de las primeras obras italianas que codificó la ley judía. La tradición lo identifica como un descendiente de la familia delMansi, que mencionamos antes.
  • Rav Iejiel ben Iekutiel Anav (siglo XIII), también un descendiente de la familia delMansi, escribió el «Séfer Tanya», una versión reducida del «Shibolei Haleket», y el escriba del famoso manuscrito del Talmud Ierushalmi de Leiden, que es el único manuscrito completo que existe del Talmud Ierushalmi.
  • Rav Ovadia Sforno (1475-1550) vivió en Roma durante muchos años y fue un brillante líder de Torá. Por la recomendación del cardenal Grimani, enseñó hebreo al humanista cristiano Johannes Reuchlin. Probablemente debido a su relación, Reuchlin fue un buen amigo de los judíos de su época. Reuchlin fue nombrado como el juez que debería decidir si el Talmud era dañino y debía quemarse. Su decisión favorable para los judíos los salvó de esa tragedia. Rav Ovadia también tenía relación con el futuro rey de Francia, Enrique II, debido a sus visitas a Roma. Rav Ovadia mantuvo contacto e intercambió cartas con él sobre temas filosóficos. El legado de Rav Ovadia Sforno continúa con su comentario, el Sforno sobre el jumash, que se estudia en la actualidad en todo el mundo.

El Renacimiento

Los judíos de Roma fueron participantes activos y beneficiarios de los cambios que el Renacimiento trajo a la educación y la economía. Los judíos se convirtieron en artesanos, banqueros y comerciantes. Sobre todo, en la época del Renacimiento, disminuyó la persecución a los judíos debido a que disminuyó el nivel de observancia religiosa de los líderes y la población. Sin embargo, esto llevaría a un cambio drástico con la llegada de la Reforma.

  • León X (1513-1521), un Papa de la familia de los Medici, dejó de exigir que los judíos llevaran sus insignias identificatorias y eliminó algunos impuestos judíos. Lo más notable fue que permitió a los judíos construir una imprenta, lo cual supuso una gran ayuda porque los judíos pudieron imprimir los sefarim en vez de escribirlos a mano. Bajo su reinado, los judíos estaban tan asombrados de la paz que disfrutaban que enviaron una carta a los judíos de Jerusalem preguntando si había llegado el Mashíaj.
  • El Papa Pablo III (1534-50) permitió que los judíos expulsados de Nápoles, de la Tierra de Israel y de África se asentaran en Roma. Abolió las representaciones de la pasión en el Coliseo, en donde a menudo se asesinaba a judíos. También otorgó permiso (1545) a Antonio Bladao, Isaac ben Imanuel de Lattes y Benjamín ben Iosef Arignano para establecer una imprenta hebrea en Roma. Como ya mencionamos, la posibilidad de imprimir libros era muy valiosa para el «Pueblo del Libro», así que esto fue muy valorado. Lamentablemente, este privilegio fue revocado con frecuencia.

La Reforma: regresar a la era negra de la persecución

Bajo la Reforma, todas las ganancias que había logrado la comunidad judía durante el Renacimiento desaparecieron. En respuesta a la Reforma protestante, el Papa actuó duramente contra cualquiera que no fuera católico, y la comunidad judía romana sufrió las consecuencias de este enfoque.

El aspecto más flagrante de esta dureza probablemente fue la institución del gueto. El gueto estaba situado en una zona indeseable de Roma que el Tíber inundaba con frecuencia. Tenía una superficie de un kilómetro cuadrado y vivían allí más de 10.000 personas. Para crear más espacio, los judíos construyeron casas más altas, bloqueando la luz del sol. Aunque la comunidad invertía mucho para mantener limpio el gueto, no era tan fácil lograrlo, y las enfermedades se propagaban rápidamente.

Un patio en el gueto judío de Roma (revealedrome.com)

Además, los judíos debían presentar una petición anual para que les permitieran seguir viviendo en el gueto. En el arco de Tiro se celebraba una humillante ceremonia en la que el Rabino debía rendir homenaje al Caparione (el alcalde de la ciudad), que respondía golpeando al rabino, lo que indicaba que los judíos podían seguir viviendo en el gueto. Para desmoralizar todavía más a la comunidad judía, erigieron una cruz muy alta justo enfrente de las puertas del gueto y allí grabaron las palabras hebreas «He extendido mis manos todo el día hacia un pueblo rebelde» (Isaías 65:2). El gueto también estaba rodeado de iglesias.

Durante la Reforma, los judíos vieron muy limitadas sus opciones laborales. La literatura talmúdica estaba prohibida en Roma y las redadas eran habituales en el gueto para garantizar el cumplimiento de esta norma. Los judíos eran obligados a escuchar discursos de sacerdotes como parte del intento del Papa de convertirlos.

  • El Papa Pablo IV (1555-1559) fue uno de los peores Papas para los judíos. Él creó el gueto, decretando que todos los judíos debían estar en el gueto cada noche y tenían prohibido salir de sus casas durante la noche. A los judíos se les prohibió acceder a la mayoría de las ocupaciones y debían usar un sombrero amarillo. Los judíos no podían tener ninguna propiedad fuera del gueto. Como nota al margen, la fecha en que se firmó este duro decreto correspondió a la fecha hebrea del 14 de tamuz. La fecha en que se hizo público correspondió al 9 de av, Tishá BeAv.
  • Pío IV (1559-66) trató a los judíos con benevolencia. Él desvió las aguas del Tíber para que el gueto tuviera menos probabilidades de inundarse. Permitió a los judíos tener lugares de comercio fuera del gueto. También permitió que volvieran a imprimir el Talmud.
  • El Papa Pío V (1566-1572), expulsó a los judíos de los estados papales, excepto de Roma y Ancona.
  • El 1 de setiembre de 1577, el Papa Gregorio XIII (1572-1585) emitió un decreto ordenando que cada Shabat los judíos debían asistir a sermones predicando la conversión. Una segunda bula, del 1 de setiembre de 1584, ordenó que a esos sermones debían asistir por lo menos 100 hombres y 50 mujeres.
  • Una bula emitida el 1 de junio de 1581 otorgó a la Inquisición el derecho de proceder contra los judíos en casos de blasfemia, adoración al demonio y herejía. Como resultado, un converso al judaísmo llamado Iosef Sanalbo fue quemado en la hoguera el 27 de shevat de 1583,
  • Sixto V (1585-90) protegió a la comunidad judía e incluso ordenó azotar a los cristianos que insultaran a los judíos durante el carnaval. En 1587, se construyeron muros alrededor del cementerio judío para protegerlo. El gueto se amplió en 1588 debido al creciente número de judíos, sobre todo porque la situación económica de los judíos mejoró durante esta época. La industria de la seda se había introducido a los estados pontificios por consejo de un judío llamado Magino di Gabriele, y en gratitud, el Papa le dio varios privilegios.
  • El Papa Clemente IX (1667-1669) puso fin a la «carrera de los judíos» en el carnaval, lo cual para ese momento había degradado a una procesión de cien judíos montados en burros, con el rabino a la cabeza mirando hacia la cola. Sin embargo, esta carrera volvió a reinstaurarse en los años siguientes.
  • Inocencio XIII (1720-24) y Benedicto XIII (1724-30) renovaron las bulas antijudías promulgadas por Pablo IV y Pío V.

Un largo camino hacia la libertad

Al popularizarse las perspectivas liberales, la comunidad judía de Roma se benefició de la disminución de la persecución y el incremento de privilegios. Sin embargo, el proceso de apertura de los muros del gueto puede describirse como «un paso adelante y dos hacia atrás».

  • Clemente XIV (1769-1774) liberó a la comunidad judía de la jurisdicción externa y del control de la Inquisición. Él y su sucesor, Pío VI (1775-1800), se esforzaron por promover el comercio y la industria judía hasta que se produjo una fuerte reacción en contra de este enfoque liberal. En respuesta, volvieron a los edictos previos. Volvieron a prohibirles a los judíos salir del gueto e incluso les prohibieron colocar monumentos en sus tumbas.
  • La condición de los judíos romanos cambió repentinamente cuando el general francés Berthier entró a Roma con las tropas francesas el 15 de febrero de 1798. El Papa abandonó Roma cinco días después y los judíos fueron declarados ciudadanos libres. La comunidad judía lo celebró con gran alegría.
  • Pronto descubrieron que su libertad sólo era parcial. Establecieron una Guardia Nacional y a los judíos les prohibieron unirse a ella, pero luego se los permitieron. Luego les exigieron pagar una suma de dinero enorme al gobierno. El 16 de julio de 1798, un judío llamado Ezequiel Morpurgo fue nombrado senador. Cuando los napolitanos invadieron Roma, acabaron con el gobierno francés e impusieron nuevos impuestos a los judíos.
  • El Papa Pío VII (1800-23) intentó mejorar la reducida condición económica de los judíos. Él estuvo exiliado durante un tiempo bajo Napoleón, y se permitió que el gueto permaneciera abierto. Cuando cayó Napoleón, las puertas del gueto volvieron a cerrarse y se reanudó la Inquisición.
  • Los Papas León XII (1823-29) y Pío VIII (1829-31) renovaron con vigor los edictos antisemitas medievales. Al morir León XII, los judíos (que ya habían experimentado la emancipación), derribaron desafiantes los muros del gueto. Pero eso no cambió la realidad y continuaron los decretos antisemitas, incluida la obligación de escuchar sermones de conversión.
  • Gregorio XVI (1831-46) estaba en deuda con la familia Rothschild por un enorme préstamo que le habían dado. Sin embargo, bajo su reino se reconstruyeron los muros del gueto que habían sido destruidos. Él también exigió a la comunidad judía que le entregaran un Rollo de la Torá en señal de lealtad.
  • Pío IX (1846-1878), probablemente debido a las olas de liberalismo que plagaban Europa, realizó ciertos actos positivos para la comunidad judía. Él abolió la «carrera de los judíos» en el carnaval, dio dinero a los judíos pobres y envió ayuda a la comunidad cuando se inundaron las calles. Permitió a algunos judíos vivir fuera del gueto. Lo más notable fue que el 17 de abril de 1848 ordenó que quitaran los muros del gueto. Posteriormente mostró señales de arrepentimiento escribiendo en una carta al rey Leopoldo II: «Su Alteza no ignora el hecho de que el espíritu de la iglesia… siempre ha sido evitar en la medida de lo posible que los católicos tengan contacto alguno con los infieles… De lo contrario, se abriría el camino a peticiones de otros derechos civiles para los judíos y otros no católicos».
  • El Papa Pío IX también es tristemente célebre por su rol en el caso de Edgardo Mortara, un niño de seis años que fue quitado a la fuerza a sus padres y secuestrado por la iglesia. La sirvienta que trabajaba para la familia sostuvo que ella secretamente había bautizado al niño, por lo tanto era un cristiano. A pesar de las súplicas desesperadas de su familia y las protestas internacionales a su favor, tanto de judíos (incluido Sir Moses Montefiore, quien viajó personalmente a Roma para apelar ante el Papa, pero ni siquiera le concedieron una audiencia), como de no judíos (incluidas cartas al Papa de Francisco José de Austria y Napoleón III de Francia), el Papa no renunció al niño y lo educó personalmente como cristiano. Trágicamente, Edgardo permaneció dentro de la iglesia católica y adoptó el nombre de Pío en deferencia al Papa que lo había acogido. Los padres de Edgardo Mortara murieron sin que les devolvieran a su hijo.

Los judíos de Roma en el siglo XX

En 1870 Italia se unió como nación bajo el rey Victor Emanuel. El gueto finalmente fue abolido de forma permanente y los judíos recibieron ciudadanía completa. Sin embargo, los judíos continuaron viviendo alrededor del gueto que durante tantos años había sido su hogar.

Los judíos se integraron rápida y completamente a la sociedad italiana que los había despreciado durante siglos, pero que ahora los recibía con satisfacción. Los judíos llegaron a tener influencia en la educación, el ejército y el gobierno. Un judío, Ernesto Nathan, fue alcalde de Roma entre 1907 y 1913. Otro político judío, Luigi Luzzatti, ocupó brevemente el cargo de primer ministro de Italia entre 1910 y 1911.

Varios judíos estaban entre los asesores más cercanos del primer ministro Benito Mussolini (1883-1945) y había judíos activos en todas las ramas del gobierno fascista.

En un giro inesperado de la historia, Roma fue un lugar relativamente positivo para los judíos durante la Segunda Guerra Mundial. Aunque Mussolini era aliado de Hitler, ni él ni su gobierno trataron de aplicar las políticas antisemitas nazis, a pesar de la presión de Alemania.

En 1943, cuando el Reichsfuhrer nazi Heinrich Himmler fue enviado a Italia para ocuparse del «problema judío», los 12.000 judíos de Roma estuvieron en peligro mortal. Este es un claro ejemplo de la diferencia que la población de un país tuvo respecto a la situación judía en el Holocausto. En lugares como Polonia, Ucrania y Hungría, la población en general se mantuvo apática o apoyó y asistió a los nazis en el asesinato de los judíos. En Italia, muchos vecinos no judíos y oficiales del gobierno protegieron a los judíos de los nazis. Dicen que por cada judío que atraparon los nazis, diez pudieron escapar con ayuda de la población que los rodeaba. Por esta razón, aproximadamente 10.00 judíos romanos se escondieron y sobrevivieron la guerra.

Miembros de la brigada judía, Italia, marzo de 1945

Los nazis exigieron un rescate de 110 libras de oro a cambio de la seguridad de los judíos, y los judíos lo entregaron en setiembre de 1943. Sin embargo, en octubre de 1943, los nazis detuvieron a 1.259 judíos y los subieron a trenes con destino a Auschwitz. De los deportados, sólo 16 sobrevivieron la guerra. En el año 2.000 se descubrió una placa de piedra en la estación de trenes de Tiburtina, el sitio de las deportaciones, en memoria de estos judíos de Roma asesinados por los nazis.

El Papa dio refugio a algunos judíos en el Vaticano, considerado como un estado soberano neutral durante la Segunda Guerra Mundial. De hecho, la única vez que el Papa Pío XII protestó contra las acciones de los nazis fue cuando llegaron a Roma y existía el riesgo de que se llevaran a «sus judíos». El concepto de los «judíos del Papa» se basaba en el dogma cristiano que exige que los judíos sigan existiendo como «pueblo testigo» de la «Segunda Venida», como una explicación de por qué los judíos siguen existiendo.

Las fuerzas estadounidenses liberaron la ciudad el 4 de junio de 1944. Los judíos que estaban escondidos salieron y pudieron participar en la ceremonia de la liberación celebrada en la sinagoga principal de Roma.

Roma hoy en día

Hoy viven en Roma aproximadamente 15.000 judíos, con decenas de sinagogas sefaradíes y ashkenazíes ortodoxas. La sinagoga más bella es el Templo Maggiore di Roma, la Gran Sinagoga de Roma. El antiguo nusaj italkí, la liturgia distintiva de los judíos italianos desde la época romana, continúa utilizándose. El Gran Rabino de Italia oficia en la Gran Sinagoga de Roma y dirige el concilio rabínico del país.

La comunidad experimentó un devastador ataque terrorista en 1982, en la festividad de Sheminí Atzeret. Terroristas de la OLP abrieron fuego contra miembros de la comunidad después del servicio, asesinando a un niño de dos años e hiriendo a otras 37 personas. Desde entonces, la seguridad en las instituciones judías de Italia es muy estricta.

Sin embargo, en general, los judíos de Roma disfrutan de igualdad con sus conciudadanos italianos.

Cerrar el círculo

El Arco de Tito se encuentra en el centro de Roma, a pocos pasos del Coliseo. Tito lo construyó para celebrar la victoria de los romanos sobre los judíos de Israel. Con dolorosa claridad, el arco representa a los judíos que eran llevados como esclavos y se ve la Menorá y otros utensilios robados del Templo que fueron transportados como botín a Roma.

El renombrado líder de Torá, Rav Iosef Shlomo Kahaneman, conocido como el Rav de Ponevitz, viajó a Roma con su leal compañero, el Dr. Moshé Rothschild, y enseñó Torá en la ieshivá Shearit Hapleitá. Un día, Rav Kahaneman pidió que lo llevaran al famoso Arco de Tito.

Cuando llegaron al Arco, se acercó, lo miró despectivamente y lo escupió. Levantó la voz y gritó: «¡Tito, Tito! Creíste que destruirías el Templo y derrotarías al pueblo judío. ¿Qué queda de ti, Tito? ¡Nada! ¿Y qué queda de nosotros? Se nos puede encontrar por todas partes, sentados y estudiando Torá en todo el mundo. Nosotros somos los victoriosos. ¡El pueblo judío sigue vivo! ¡Tito, Tito, nosotros hemos ganado!»·

 
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