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| lunes noviembre 18, 2024

¿Es la República Islámica de Irán vulnerable?


Tras el estallido de la guerra en Gaza y los ataques intercambiados con Israel, en Irán empieza a ganar fuerza la idea de una nueva doctrina de seguridad que blinde lo que queda de la teocracia de Alí Khamenei y su posible sucesor en medio de rumores que indican que los tiempos pueden precipitarse en Teherán.

El primer eslabón: los misiles balísticos

Después de la revolución islámica de 1979, Irán se enfrascó en una guerra con su vecino Irak que duró ocho años, pero que aún mantiene sus consecuencias intactas. Esta guerra fue el comienzo de una doctrina de seguridad vigente hasta hoy que incluye la producción de misiles balísticos y vehículos aéreos no tripulados (drones); el apoyo y el financiamiento a organizaciones terroristas dentro y fuera de Oriente Medio y, el más importante, el programa nuclear militar que une distintas aristas.

La producción de misiles balísticos es, a ojos de los Ayatollah, la única forma posible de contrarrestar la vulnerabilidad aérea que Irán tiene desde la década de 1980 cuando los misiles iraquíes golpearon en las ciudades persas. Este año 2024 será recordado como el primer año en que Irán decidió atacar a Israel desde su propio territorio. Tras los ataques iraníes de abril y octubre, Israel respondió el mes pasado barriendo con las baterías S-300 de la defensa aérea iraní que Rusia había proporcionado.

Irán no tiene capacidad de resistir ni mucho menos evitar (en términos de disuasión) una respuesta fulminante que el gobierno de Jerusalén lance entendiendo que es la única forma de vencer en una guerra existencial contra un régimen que quiere eliminarlo. El último ataque de Israel en territorio iraní de mediados de octubre provocó enormes daños en un sistema antiaéreo persa ya débil, pero que ahora ha dejado al territorio mucho más vulnerable. La Fuerza Aérea de Israel es, para la cúpula militar de Irán, una verdadera pesadilla.

La vulnerabilidad de Irán se completa con un escenario donde no cuenta con aliados estratégicos que puedan cambiar el rumbo de las acciones militares de Israel o de Estados Unidos. Los árabes del Golfo ven en Teherán una amenaza de mucho peligro. En especial Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos quienes debieron delegar en Israel al atacar el puerto yemení Hodeida y en Estados Unidos para doblegar gran parte de la amenaza de los Hutíes que provocaron importantes complicaciones en el Mar Rojo.

Sin embargo, aunque haya una tensión política y religiosa con Teherán, los árabes han sido muy claros en sus señales especialmente hacia Washington durante la presidencia de Joe Biden: en Riad poco les importa si es Estados Unidos o China quien provea un sistema de defensa para repeler amenazas externas, algo tan temido por la Casa Saúd y que no entiende de la lógica de guerra fría entre Washington y Pekín.

Para el Golfo la seguridad es un elemento irrenunciable tanto dentro como fuera del país y el costo de los incentivos que Arabia Saudita pretende imponer para firmar la normalización con Israel van en este sentido. El juego de intereses es una condición inamovible.

El segundo eslabón: la exportación del terrorismo.

El apoyo a las organizaciones terroristas como Hezbollah en el Líbano y Hamas en Gaza es el segundo punto de la doctrina de seguridad en Irán desde 1980. Desde la visión iraní, estas organizaciones “no estatales” servían como un tapón para alejar la guerra de Irán. Hablamos de organizaciones “no estatales” porque con el tiempo y con la autonomía que han ido ganando Hezbollah y Hamas en sus respectivos territorios, son muy pocos quienes hoy separan a estas organizaciones terroristas del propio Líbano o Gaza.

La destrucción de la Franja de Gaza en respuesta a la masacre de Hamas del 7 de octubre de 2023 y las eliminaciones de Ismail Haniyeh (en el propio Teherán) y de Yahya Sinwar en Rafah iniciaron un rápido deterioro de ese “anillo de fuego” que Irán construyó durante años.

Cada victoria militar de Israel en Gaza, el Líbano, Siria, Irak o Yemen despiertan pesadillas en los iraníes porque ven al enemigo cada vez más cerca de casa. Y, como vimos, una casa que hoy está totalmente desprotegida por los ataques israelíes de octubre.

En el plano político Irán quedó desde octubre en una fuerte encrucijada: o reinventa sus apoyos regionales, en especial con los países árabes sunitas, soltando la mano de Hezbollah y lo que quede de Hamas o aumentan las posibilidades de una guerra directa contra Israel y Estados Unidos.

¿Hay lugar todavía para una confrontación general entre Irán y Estados Unidos e Israel? Los últimos dos meses de la administración Biden darán la antesala de la segunda presidencia de Donald Trump quien ya dio fuertes señales de apoyo para limitar a Irán. A partir del 20 de enero podrían volver las sanciones contra Teherán y una mayor presión en el aislamiento que darán a Israel, posiblemente, la mejor ventana de oportunidad para golpear militarmente a Irán y desbaratar su programa nuclear y así derrumbar al régimen.

Una batería de presiones y sanciones económicas contra los sectores petroleros iraníes llevaría a una ruina económica en un país con serios problemas desde hace tiempo y que en los últimos años tiene un aumento de la presión opositora al Líder Supremo Khamenei.

El tercer eslabón: el programa nuclear de Irán.

El tercer punto, y quizás el más importante, es el programa nuclear para fines bélicos. En octubre, miembros del parlamento iraní solicitaron al Consejo de Seguridad Nacional una revisión de la doctrina nuclear para poner sobre la mesa cualquier opción para atacar a Israel.

La doctrina que pesa en Irán se rige, como todo en el país, por las disposiciones del Líder Supremo quien por estas horas podría estar en coma o muerto. La fatwa de Alí Khamenei, firmada en 2003, prohíbe la fabricación y el uso de las armas nucleares o químicas. Aunque Irán ha firmado el TNP67 (tratado de no proliferación), desde 2006 viene desarrollando un programa nuclear que camufla como civil, pero que ha sido denunciado por Israel, Turquía y Egipto como un programa en realidad nuclear y clandestino.

Las denuncias en 2018 de un programa nuclear clandestino en territorio iraní llevaron a que en Israel se considere al programa nuclear iraní como una parte importante en los anillos de la doctrina defensiva israelí frente a un enemigo existencial para el estado judío. La retirada de Estados Unidos del JCPOA, el entendimiento del 2015, fue clave para cerrar la etapa de un acuerdo que le daba la posibilidad a Irán de volver a conseguir válvulas económicas para sortear las sanciones.

Tras retirarse del acuerdo nuclear en 2015 que no minimizaba nada del peligro nuclear iraní, el gobierno de Teherán aprovechó para incrementar la producción de enriquecimiento de uranio a niveles que no coinciden con los requeridos para fines civiles.

Si Irán intenta cruzar el umbral y convertirse en un estado nuclear, la reacción de Israel y posiblemente de Estados Unidos, ahora con Donald Trump en el Salón Oval, no se hará esperar y será de una magnitud inimaginada. Las próximas semanas serán claves. Israel, por su parte, está preparado para todos los escenarios.

 

 
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