El año 2014 prodigó una alegría demográfica a Israel: la cantidad de judíos superó la emblemática cifra de los seis millones.
Cuando la judería europea fue destruida en esa misma dimensión, la comunidad de Sión rondaba apenas el medio millón de israelitas. A partir de entonces, este medio siglo y pico ha generado una revolución poblacional sin parangón en el mundo.
Su primera característica es que ya constituimos una población numéricamente similar a la de Suiza, Austria o los países escandinavos. “El pequeño país” ha sido superado por la pujanza de una sociedad en pleno avance. Y por sobre ello, los judíos israelíes (que conformamos el 80% de la población total del país) hemos alcanzado otro récord no menos significativo.
Somos ya 6.218.000 de una población judía mundial de alrededor de 13 millones, lo que significa que en breve podrá anunciarse que la mayoría de los judíos se hallan en Israel, ergo se ha cumplido el sueño reunificador del sionismo. El 2015 recién iniciado será probablemente clave en la alentadora novedad. Sería apropiado que en las comunidades judías del mundo se hicieran actos para celebrar este punto de inflexión: el pueblo judío ha retornado a su tierra. Ni qué hablar que la celebración será aún más significativa en Israel.
Los judíos israelíes somos una población joven, educada, mayormente nacida en el país, y con la tasa de nacimientos más alta del mundo desarrollado. Que la mayoría de los judíos esté radicada en el joven Estado, además, tiene consecuencias psicológicas, sociales, históricas e incluso halájicas (vinculadas a los preceptos relativos a la tierra y su cultivo) para cuyo análisis aún no tenemos la suficiente perspectiva.
Lo que es indudable es que la tendencia viene siendo confirmada por la firme aliá (la inmigración judía) que en 2014 llegó al máximo nivel de la década, con casi 27.000 nuevos inmigrantes. Fue un 32% más alta que la del año anterior, y 2014 constituyó el año de mayor inmigración de este siglo (a excepción de 2002 cuando inmigraron 33.500).
Francia es proveedora
Un aspecto adicional de la novedad es que, por primera vez en la historia, el país que encabeza la lista de migración es Francia. Durante el año que acaba de fenecer llegaron a Israel 7.000 judíos franceses, es decir más de un cuarto del total de olím.
Una faceta de su motivación es positiva: la excelente situación por la que atraviesa Israel, su economía, su democracia, su imbatible progreso científico y tecnológico. Pese a los agoreros que informan mal, la pobreza y el desempleo disminuyen año a año.
Por el otro lado, no puede ocultarse que la propensión de los judíos franceses tiene también causas negativas, ligadas a la judeofobia que viene permeando a la sociedad francesa. La situación se ha agravado con la creciente presencia musulmana, que en ciudades como Marsella llega a un porcentaje del 30% de la población, y continúa en aumento. Para colmo, muchas veces se trata de un islamismo militante, no sólo enemigo de los judíos, sino que anuncia sus deseos de imponerse en el país entero.
Ante esa situación el gobierno francés parece optar por entregarse. Como presagia el título de la reciente y polémica distopía de Michel Houellebecq, Francia cae en la Sumisión (2015). Parte de ella es que redobla su distancia de Israel, lo que a su vez alimenta el círculo de odio antijudío. Por ello, cada vez más judíos franceses deciden rehacer sus vidas dignamente en su tierra ancestral. Quien escribe estas líneas puede atestiguar en lo personal que ha pasado a ser habitual escuchar francés fluido en la calle.
Otro caso de emigración como consecuencia de crisis es Ucrania, desde donde llegan a Israel miles de judíos que huyen de la guerra civil. El año pasado arribaron casi seis mil, el triple que el año previo.
Por si estos datos no fueran suficientes, la emigración de Israel hacia el exterior está en sostenido retroceso, y a partir de 2012 se registra la tasa emigratoria más baja desde la creación del Estado.
En suma, el proyecto sionista es un éxito incontrovertible. Hace rato que dejó de “ser leyenda” y pasó a ser ciencia y cultura, judaísmo y Derechos Humanos, desafíos y esperanzas.
Las encuestas muestran una y otra vez que la mayoría de los israelíes están orgullosos de serlo, y son optimistas en cuanto al futuro. Tales esperanzas parecen ausentes en los países europeos, y quizás por ello esté reforzándose la endémica judeofobia del Viejo Continente. Israel es un país envidiable en cuanto a la fe que su población tiene en su propio destino, una meta que a los europeos les cuesta alcanzar.
http://www.jai.com.uy/
El florecimiento de Israel, y la expansion demográfica de su poblacion, es la mejor respuesta que se puede ofrecer a aquellos que en el pasado procuraron exterminar a los judios de Europa, y a los que hoy persisten aún en desacreditarlo y negarle el derecho a existir en la tierra de sus ancestros, ya sean éstos antisemitistas occidentales, o islamistas de todas partes … La supervivencia milagrosa de la herencia de Jacob, constituye a todas luces un hecho sin precedentes, del cual es preciso regocijarse, y hacer votos para que la tal, alcance aún mayor representatividad numérica, ademas de una creciente prosperidad, y de esa paz que todos anhelamos …