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| viernes noviembre 22, 2024

EE.UU. e Israel, algo más que amigos


«América, no te preocupes, Israel te apoya». La irónica inscripción, acompañada del dibujo de un sofisticado caza de combate israelí, reza en camisetas que se venden en Jerusalén reflejando una idea poco convencional: la gran superpotencia del mundo, en caso de ser atacada, no correrá peligro gracias a su pequeño aliado de Oriente Próximo.

Una camiseta que luce en el momento más crítico en las relaciones bilaterales desde que EE.UU congelara en el 81 el documento sobre el pacto estratégico como protesta por la Ley de Golán aprobada por el Parlamento israelí. El primer ministro Menajem Beguin respondió así al embajador estadounidense: «No somos una república bananera».

La crisis actual agravada por el anuncio -en plena visita del vicepresidente Joe Biden- de la construcción de 1600 casas en Jerusalén Este ha puesto al descubierto dos fenómenos. El coyuntural, la nula química personal e ideológica entre el presidente de EE.UU, Barack Obama y el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. El más profundo, el incremento de voces en Washington que creen que la relación con Israel «es una losa y no una ventaja» para sus intereses en la zona.

«Empiezan a estar hartos de determinadas decisiones sobre los asentamientos y ahora simplemente exigen agresivamente lo que antes insinuaban de forma silenciosa. Han visto en Netanyahu la oportunidad perfecta para montar una crisis», confiesa un diplomático israelí. Entre la lluvia de declaraciones que acompañan las diferencias, hay una frase atribuida a Biden que le preocupa: «Algunas acciones de Israel dañan la seguridad de nuestros soldados en Afganistán, Irak y Pakistán».

Una caricatura del diario Maariv satirizaba la percepción de la bronca de Obama a Netanyahu. En la imagen, el presidente iraní Mahmud Ahmadinayad habla por teléfono con Obama: «Hay que aumentar las sanciones contra Netanyahu», le exige. Es la frustración del Gobierno israelí que tras un año exigiendo medidas «paralizantes» contra el proyecto nuclear iraní, considera que Obama decide ponerse firme…pero con Bibi.

En declaraciones al Canal 10, el primer congresista demócrata judío que apoyó la candidatura de Obama, Robert Wexler, no entiende las criticas: «Obama es el primer presidente que llega a El Cairo y ante millones de árabes y musulmanes reivindica que las relaciones entre Israel y EE.UU son inquebrantables».

Los palestinos y países árabes «no se hacen ilusiones». Saben que Israel sigue siendo el hijo más mimado de Washington en la zona. Aunque a veces enfade al generoso padre y sea castigado. «Obama y yo estamos convencidos que Israel es el mejor amigo que tiene EE.UU en todo el mundo», proclamó Biden en la Universidad Tel Aviv. Muy cerca de allí, David Ben Gurion proclamaba hace 62 años la independencia de Israel. Once minutos después, EE.UU era el primer país en reconocerlo.

En un edificio con algunos inquilinos que sueñan con echarles, la casa de los israelíes depende del blindaje norteamericano. Un vital blindaje militar, económico y político que reconocen incluso los que acusan de «proárabe» al presidente «Barack Hussein».

A nivel militar, las «relaciones especiales» son tangibles. EE.UU tiene en el territorio, cielo y puertos de Israel su base más segura donde hace prácticamente lo que desea. El Ejército israelí mantiene su absoluta supremacía tecnológica en Oriente Próximo gracias básicamente a los 2.800 millones de dólares que recibe anualmente de su gran aliado para uso militar. Principalmente para comprar en la industria norteamericana. Hay un acuerdo concreto que establece, en caso de guerra, un puente aéreo de armas de Washington a Tel Aviv.

«El brazo estratégico de Israel, su Fuerza Aérea, depende casi exclusivamente de la asistencia americana. Israel fabrica aviones sin piloto, misiles y bombas pero no cazas de combate, helicópteros o aviones de transporte militar», explica el analista militar Alex Fishman. Según él, «Israel puede presumir con razón de una gran capacidad tecnológica aplicada al Ejército pero sin la colaboración y a veces financiación de EE.UU no sería tan potente».

La ayuda del Tío Sam supone el 20% del presupuesto de Defensa. Sin él, el Gobierno debería buscar recursos en otros ministerios como Educación o Transportes. De ahí la importancia de Washington en la vida diaria de los israelíes. «Sin ellos, solo podríamos respirar», se escucha en las tertulias. Un país que recibe unas garantías de crédito de 9.000 millones de dólares en caso de necesidad urgente.

El paraguas político es tan importante como los cazas de combate o el colchón económico. La posición de ambigüedad nuclear israelí («No seremos el primer país en usar armas no convencionales en Oriente Próximo») es posible gracias a la complicidad de EE.UU. cuyo veto le suele salvar en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. «El apoyo norteamericano a Israel se ha basado principalmente en el hecho de ser una democracia en una zona sin democracias», opina el periodista Yaacov Ajimeir.

Una alianza que seguramente superará el desprecio existente entre Obama y Netanyahu. Una alianza que ridiculizó los temores de la CIA en el 48 sobre las «veleidades filosoviéticas» de Ben Gurion, el fundador de Israel.

http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/orienteproximo/2010/03/26/eeuu-e-israel-algo-mas-que-amigos.html

Reenvia: www.porisrael.org

 
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