Foto: Eli Mandelbaum
Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
En realidad no importa si nos encontramos en medio de la Tercera Intifada o sólo estamos deslizándonos rápidamente hacia ella. Lo que es importante en este momento es detener la escalada que llevó el sábado al mortal apuñalamiento en la Ciudad Vieja. Y para ello hay que calmar la zona reduciendo la fricción entre judíos y palestinos en Jerusalén y en la Margen Occidental.
Junto con las medidas militares necesarias para evitar conflictos, las medidas políticas a tomar deben ser poco convencionales. Por ejemplo, convocar a una reunión directa entre Abbas y Netanyahu. No para discutir la solución del conflicto israelí-palestino, sino para discutir una desescalada.
Los estadounidenses deberían participar en esta reunión y presionar a ambos lados para darle cumplimiento. Esa reunión, si se mantiene a puertas cerradas, si está cerrada a los medios de comunicación, y se lleva a cabo de una manera formal, puede dar resultados inmediatos, por lo menos en la Margen Occidental, y quizás también en Jerusalén Oriental.
[Las fuerzas de policía de frontera en Jerusalén, después del mortal ataque terrorista del sábado (Foto: EPA)]
Esa reunión reduciría la tensión y la falta de un horizonte político, pero también hay un peligro: Si falla, podría inflamar la situación. Los estadounidenses deberían asegurarse de que la reunión no falle y ejercer toda su influencia sobre ambos lados.
Cabe señalar que una situación pre-Tercera Intifada justifica medidas no convencionales. Los actuales acontecimientos pueden denominarse «la Intifada de la juventud bajo la influencia del Islam radical», pero pueden y deben evitarse, y el gobierno israelí, si actúa en conjunto con la Autoridad Palestina, puede lograr el resultado deseado.
No hay que escuchar a los extremistas de ambos lados, y sobre todo no responder a las demandas de Bait Yehudi y del liderazgo de los colonos, porque si el gobierno se rinde ante ellos, la fricción se incrementará y las llamas se esparcirán. El gabinete de seguridad que se reunirá después de las Altas Fiestas debe ubicarse por encima de consideraciones políticas estrechas y rivalidades de coalición y calmar la situación antes de que sea irreversible.
Antes de detallar qué medidas deberían tomarse, vale la pena examinar las causas de la escalada y su alcance geográfico. De hecho, Jerusalén y la Margen Occidental no son un bloque. Son diferentes y, por lo tanto, el tratamiento de la escalada violenta en cada zona debe ser diferente.
Lo que hay detrás de la situación en Jerusalén es la cuestión del Monte del Templo, que fue fabricada como una provocación por la rama norte del Movimiento Islámico en Israel y se extendió como fuego en el mundo musulmán como si fuera la verdad de Dios.
Los ataques en Jerusalén son en gran parte resultado de pasiones acaloradas de jóvenes palestinos frustrados. Están frustrados no sólo por lo que consideran que es el acoso israelí en el Monte del Templo, sino también debido a la incitación por parte de Hamas y la Jihad Islámica palestina, y por la situación económica y social de los árabes de Jerusalén Oriental.
En la Margen Occidental, es más un caso de intentos, por parte de organizaciones como Hamas, la Jihad Islámica y el Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), para cometer ataques terroristas con el fin de encender un conflicto entre Israel y la Autoridad Palestina.
La mayoría de estos intentos de ataques terroristas han sido frustrados en los últimos años por las fuerzas de seguridad israelíes, que atraparon a los autores a tiempo – en su mayoría en las áreas de Judea, pero también en Samaria – pero también ha habido escuadrones de terroristas que se escurrieron, así como individuos que fueron incitados por los incidentes en el Monte del Templo.
Como norma general, se puede observar que los palestinos en la Margen Occidental aún no están interesados en tener una intifada, o incluso una escalada habitual del conflicto, que disminuye después de unos días. Pero la presencia de muchos turistas israelíes durante el período de las Altas Fiestas crea una fricción, así como una ola de incitación, y los esfuerzos de las organizaciones islamistas palestinas, así como del resucitado FPLP, están dando sus frutos.
Lo que ahora se necesita, antes de buscar soluciones a largo plazo – a lo cual es dudoso que lleguemos en un futuro próximo – es llevar tranquilidad a las calles, urgentemente. Después de ver que un aumento de la presencia policial no necesariamente impide asesinatos, necesitamos establecer un toque de queda en Jerusalén. Los judíos, cuando van al Muro Occidental, irán por el camino más largo, evitando la Ciudad Vieja. No se puede evitar un toque de queda total en la Ciudad Vieja y los barrios que han experimentado protestas violentas, sobre todo a lo largo de las zonas de frontera, por lo menos hasta después de Simjat Torá.
El objetivo aquí no es castigar a los comerciantes de Jerusalén Oriental, sino simplemente evitar una fricción que ha demostrado ser peligrosa.
También tenemos que cerrar la zona del Monte del Templo a los miembros de todas las religiones, sin excepción. No habrá oraciones allí, al menos hasta el próximo domingo. En las zonas de frontera se reforzará la presencia policial y se impedirá a los palestinos de Jerusalén Oriental entrar en Jerusalén Occidental, hasta después del fin de las festividades.
Estas medidas no tienen la intención de castigar a la población palestina, sino calmar la situación. Un toque de queda es una medida estricta pero, a veces, con el fin de evitar bajas, hay que tomar medidas difíciles.
Drones en la Margen Occidental
En la Margen Occidental, deben hacerse preparativos, especialmente a lo largo de las carreteras principales y por la noche, con fuerzas de las FDI controlando vehículos sospechosos, sobre todo los de los palestinos, pero también de los judíos. El objetivo es evitar ataques terroristas y ataques de venganza. Estos puntos de control se mantendrán en su lugar y por la noche estarán acompañados por patrullas de vehículos blindados en las zonas de peligro potencial.
Además, debe estar disponible un mayor uso de aviones no tripulados con capacidad de visión nocturna. Estos drones volarán por encima y a lo largo de las probables zonas peligrosas. Junto con los puestos de control y las patrullas, podrían dar excelentes resultados. Por ejemplo, evitar los lanzamientos de piedras y cócteles molotov, simplemente detectando emboscadas y deteniendo a los vehículos que pasan cerca de ellas, pero la mayor parte del trabajo que debe hacerse es en inteligencia.
Tenemos que admitirlo: Parte del problema de estos días es la pérdida de control de Abbas en la zona. No es sólo Israel el que tiene dificultades para hacer cumplir la ley. Abbas tiene cada vez más dificultades para gobernar en las zonas A y, especialmente, en los campos de refugiados, donde se supone que debe ser el principal gobernante. La fuerzas de seguridad palestinas tienen cada vez más dificultades para obtener resultados, pero Abbas también podría calmar a la gente si quisiera. Podría pronunciar un discurso en el que les explique a los palestinos qué sucedería si la situación sigue empeorando.
Y un último paso, al cual Abbas le tiene mucho miedo, es volver a detener y encarcelar a los que fueron puestos en libertad en el intercambio de prisioneros Gilad Shalit. Es decir, aquellos que han violado las condiciones de su liberación, y que no son difíciles de encontrar.
[El uso de puntos de control deberá aumentase (Foto: Gil Yohanan)]
Debemos recordar que el objetivo en este momento no es vengarse de los palestinos o castigarlos, sino calmar la zona, reduciendo al mínimo la fricción. Si eso se hace de manera franca, no será difícil explicárselo al mundo. No agresivamente, protestando, sino como una visión lúcida de la situación, presentando los medios que Israel está implementando como un último recurso, tomado con el fin de evitar un baño de sangre.
Y otro punto: Es importante destacar que en la situación actual, aumentar la construcción en los asentamientos sólo servirá para avivar las llamas y aumentar el número de víctimas.
Las propuestas parecen razonables en general. En la que discrepo es en como se implementaría el cierre de Masjid al-Aqsa y las otras mezquitas del complejo. Poner judíos de uniforme a cerrarlo e impedir la entrada de Palestinos solo va a servir para inflamar más las cosas. El gobierno de Tel-Aviv debería solicitar a Jordania su colaboración con ese punto en particular y que envíe una delegación de fuerzas de seguridad jordanas a implementar el cierre por unos días. La casa Hashemita y su rey playstation debería contribuir en su carácter de Custodio de Al-Aqsa.