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| sábado noviembre 23, 2024

¿Por Qué No Ocurren Tiroteos en las Escuelas de Israel?

¿Por qué es que en Israel - un país rodeado de armas de guerra - no vemos la misma violencia con armas como la que costó la vida de estudiantes en Oregon y de la pequeña McKayla de Tennessee?


 

Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld

Pistolero mata a 9 en la  universidad de Oregon, y  muere en tiroteo con la policía

Un estudio encuentra que es el comportamiento violento, no una enfermedad mental, el responsable del abuso de armas

Pasé la mayor parte del pasado miércoles renovando mi licencia para tenencia de armas. Contrariamente a lo que muchos en Estados Unidos creen, ser dueño de un arma de fuego en Israel no es común ni fácil. Solicitar una licencia es un proceso agotador, a menudo toma meses de controles de seguridad y cursos de formación. Mantener esa licencia requiere inversión de tiempo, esfuerzo y dinero.

En mi caso, la licencia fue un legado de muchos años como voluntario en la unidad de francotiradores de la Policía de Israel y, más tarde, en la reserva de las Fuerzas de Defensa de Israel. Habían pasado años desde que participé activamente en el trabajo de seguridad, además de la ocasional patrulla de la guardia civil. Pero, dada la más bien volátil situación de seguridad, se considera conveniente que los que tienen entrenamiento mantengan su aptitud y sigan portando armas.

Y así, el miércoles por la mañana conduje a la ciudad más cercana para obtener los formularios necesarios firmados por mi médico de cabecera, quien certificó que no estoy tomando ninguna medicación que pudiera afectar mi estado de alerta, que no tengo antecedentes de trastornos psicológicos, y que estoy más o menos en mi sano juicio – al menos la mayor parte del tiempo.

Y entonces estuve listo para el campo de tiro. Junto con otros 15, me puse en la línea durante media hora para que mi asignada arma de defensa personal fuera examinada, probada por cualquier mal funcionamiento que me pondría en peligro, a mí o a transeúntes. El número de serie fue comparado con el expediente para asegurarse de que el arma era legalmente mía y no había sido puesta en ninguna lista de vigilancia. Otra espera de 40 minutos (parte de la misma la pasé afuera en la sucá charlando con un anciano veterano de cuatro de las guerras de Israel) y fuimos conducidos al lugar de nuestra sesión de entrenamiento.

La sesión fue conducida por alguien a quien había conocido como instructor en mis días en la unidad de francotiradores de la policía. Se refirió a los cambios de las leyes sobre posesión de armas de fuego: «Si su arma es robada de su casa y usted no puede probar que fue forzada una caja fuerte para conseguir el arma, entonces usted es un criminal y puede pasar un tiempo en la cárcel».

¿Y si alguna vez tenemos que usar un arma en defensa propia? «Será mejor que estén seguros de que no tenían otro recurso, que hicieron lo que pudieron para advertir al atacante, y que si no hubieran tomado medidas, al menos una vida inocente podría haberse perdido. Y aun así podrían pasar un tiempo en la cárcel».

Pasamos una hora en la práctica, refrescando nuestra capacidad para enfrentar problemas de seguridad y fallas de funcionamiento, perfeccionando nuestras habilidades. Uno por uno, fuimos certificados como competentes y enviados a recoger nuestra documentación, debidamente sellada e introducida en la computadora, desde la cual ingresaría en alguna base de datos del gobierno. El proceso me llevó la mayor parte del día.

Pensé en todo esto cuando leí acerca de otro (según se informa, el 294º de este año) tiroteo masivo en Estados Unidos – esta vez en una pequeña universidad comunitaria en Oregon. Cuatro armas de fuego. Un joven desequilibrado y suicida buscando atención, entró en un aula con cuatro armas de fuego. Posteriormente, la policía encontró cinco pistolas y un rifle en la universidad, y otras tres pistolas, cuatro rifles y una escopeta en su casa. Todas las armas fueron adquiridas legalmente por el tirador o miembros de su familia.

Y entonces los titulares del martes nos dicen que un niño de 11 años de edad, en Tennessee, disparó y mató a una niña de ocho años de edad, su vecina, cuando se negó a dejarle ver a su cachorro. El chico extrajo la escopeta calibre 12 de su familia de un armario abierto, y le disparó a McKayla Dyer mientras estaba parada en su patio

Hay algo muy malo acerca de un sistema en el que un joven perturbado puede adquirir armas mortales tan fácilmente como comprar una nueva computadora portátil. Donde los niños pueden tratar a las armas de fuego con tanta naturalidad como si fueran juguetes.

Vivo en un país con guerras por todas partes, con estados fallidos colapsando en un guiso primordial de odio y nihilismo a una hora al norte de donde estoy, con regímenes suicidas que buscan armas nucleares para llevar a cabo sus expresados objetivos ​​de destruirme,  a mí, a mi familia y a todos aquellos con los que interactúo diariamente. Pero a pesar de todo esto, no me siento como si estuviera viviendo en una zona de guerra. Sabemos acerca de la muerte y sabemos acerca de las armas de guerra, pero no las convertimos en fetiches.

¿Y Estados Unidos? Un país que limita con regímenes amigos y con aguas neutrales. Aparentemente, una nación que carece de enemigos naturales puede, simplemente, llegar a ser su propio enemigo.

http://www.haaretz.com/jewish-world/the-jewish-thinker/.premium-1.679115?v=93DD0240F6E90C66FCB66F8FC4E3D19B

 
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Salmo 122 6-9
Pidamos por la paz de Jerusalén: Que vivan en paz los que te aman.
Que haya paz dentro de tus murallas, seguridad en tus fortalezas.
Y ahora, por mis hermanos y por mis amigos te digo: ¡Deseo que tengas paz!
Por la casa del Señor nuestro Dios procuraré tu bienestar.

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