Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
El presidente electo de EE.UU., Donald Trump, tendrá un impacto drástico en la dirección a la que se dirige Estados Unidos. Se espera que su influencia incluya todos los aspectos de los sistemas internacionales. Es natural que las autoridades israelíes intenten entender su impacto en la seguridad nacional israelí.
A diferencia de gobiernos anteriores, que tenían una agenda clara antes de ser electas, Israel se enfrenta a una administración con una política indefinida sobre asuntos de Medio Oriente. La conducta de Israel será significativa para determinar la política del gobierno de Trump.
Israel y EE.UU. tienen una sólida base de valores e intereses compartidos. No hay alternativa para EE.UU. como la potencia mundial más importante que apoya a Israel. Ni Rusia ni China ayudan a la seguridad de Israel con miles de millones de dólares o suministran sistemas de armamento modernos para reforzar a las FDI. Tampoco son los que vetan las resoluciones anti-Israel en el Consejo de Seguridad.
Aunque la política exterior no fue un factor significativo en las elecciones, Trump expresó una posición pro-Israel a pesar de los comentarios problemáticos que había hecho en el pasado. Israel tiene la oportunidad de dar vuelta una nueva página, influir en la política y ser parte integral de ella. Cuando el primer ministro sea invitado a la Casa Blanca, debería llegar a acuerdos con el presidente sobre seis puntos importantes que servirán de base para restablecer las relaciones especiales y fortalecer la alianza estratégica entre los dos países.
En primer lugar, la confianza que se perdió durante la era Obama debe ser restaurada: Los líderes deben presentar, uno al otro, sus intereses principales y sus líneas rojas. Es importante que estén de acuerdo para no sorprenderse uno al otro. Renovar la relación entre el presidente y el primer ministro es extremadamente importante.
En segundo lugar, cabe señalar que EE.UU. siguió una política exterior que afectó negativamente sus relaciones con sus aliados en la región. No sólo Israel, sino también Egipto, Arabia Saudita y Turquía quieren ver una política diferente. Las buenas relaciones de Israel con Egipto y Jordania, sus intereses comunes con Arabia Saudita y la renovación de sus relaciones con Turquía podrían servir de base para una sólida alianza que afronte mejor los desafíos.
El tercer punto tiene que ver con la crisis en Siria. Las 500.000 personas que han muerto, los 2 millones que han sido heridos y los 10 millones de refugiados son una mancha moral para el mundo occidental. Debemos observar cómo EE.UU. y sus aliados configuran una estrategia diferente con respecto a los rusos y los iraníes que apoyan al asesino régimen de Assad.
El cuarto punto es Irán, la amenaza más significativa para Israel a largo plazo. El acuerdo nuclear es un hecho establecido, y a corto plazo sus riesgos son bajos en comparación con otras alternativas. Es poco probable que el gobierno de Trump lo cancele. No obstante, se trata de un acuerdo problemático a largo plazo, cuando los iraníes reciban legitimidad para un programa nuclear amplio y avanzado y estén a punto de obtener una bomba. Los israelíes y los estadounidenses deben ponerse de acuerdo sobre el principio de que un régimen que pide la destrucción de Israel no reciba legitimidad para un amplio programa nuclear, cuando el acuerdo le da a Irán otra década. Debemos restablecer la plena coordinación de inteligencia para descubrir las violaciones iraníes y llegar a un acuerdo en el que EE.UU. le dé a Israel todas las capacidades operativas para actuar si se agotan todas las demás alternativas.
El quinto punto es el proceso de paz. El cambio de presidente es una oportunidad para buscar nuevos paradigmas para los acuerdos que asocien al mundo árabe. Nuevas ideas que preservarán la idea de dos estados como posible, pero reconozcan la imposibilidad de llegar a un acuerdo permanente en este momento. Renovar los entendimientos según la carta de George W. Bush de 2004, que el presidente de EE.UU. Barack Obama y el primer Ministro Benjamin Netanyahu ignoraron, es un primer paso. La construcción en los barrios judíos de Jerusalén no puede considerarse igual a la construcción en áreas que no formarán parte de Israel. Tal acuerdo reducirá significativamente la tensión alrededor del asunto de los asentamientos, que ha envenenado las relaciones.
Por último, la seguridad de Israel, como parte fundamental de las relaciones, debería ser validada y reforzada: la ayuda plurianual, el mantenimiento de la ventaja relativa en los sistemas de armamentos, el apoyo a los programas de defensa antimisiles y los acuerdos sobre las capacidades estratégicas especiales atribuidas a Israel fortalecerán las relaciones especiales entre los dos países y servirán de base para los avances diplomáticos.
El Mayor General (ret.) Amos Yadlin es el director del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional de la Universidad de Tel Aviv (INSS) y se desempeñó como jefe de la Dirección de Inteligencia Militar de las FDI.
Todo aquel que maldiga a Israel yo lo maldecire pero todo el que lo vendiga lo bendecire dijo el Eterno YHVH
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