Dore Gold
Jerusalem Center for Public Affairs
Cada tanto, surge la idea – por parte de diversos factores diplomáticos – de emplazar fuerzas internacionales en Cisjordania, como respuesta a las exigencias de seguridad de Israel en el marco de un acuerdo, posible, para la solución del conflicto con los palestinos. En particular, se lo dice en el caso en que, las FDI, se retiren de las regiones estratégicas de Cisjordania como, por ejemplo, el Valle del Jordán.
Al principio de la gestión del gobierno de Obama, el asesor de seguridad nacional de entonces, General James Jones, propuso colocar fuerzas internacionales en la región en el marco de un acuerdo político. Algunos líderes israelíes adhirieron a la idea. Así, por ejemplo, el ex – primer Ministro, Ehud Olmert, dijo, a The New York Times, a principios de año, que apoyaba el emplazamiento de fuerzas internacionales, lideradas por Estados Unidos, en Cisjordania. Hace una semana, el 22 de septiembre, Olmert publicó su proyecto político en una columna de opinión, en The New York Times, aunque sin el detalle sobre las fuerzas internacionales. La última experiencia de Israel con las fuerzas internacionales fue bajo el gobierno de Olmert, cuando el Consejo de Seguridad aprobó la resolución 1701 a partir de la Segunda Guerra de Líbano en 2006.
Cabe una mirada, hacia atrás, a fin de evaluar el funcionamiento de esas fuerzas en Líbano antes de que propuestas similares sean elevadas por parte de la comunidad internacional en el contexto del conflicto con los palestinos.
Durante la Segunda Guerra de Líbano y tras ella, el esfuerzo diplomático israelí fue enfocado en la cristalización de un acuerdo de seguridad destinado a impedir el restablecimiento de la disposición militar hostil en el sur de Líbano. Conociendo las exigencias de seguridad, por parte de Israel, el Consejo de Seguridad anunció la resolución 1701 sobre la creación de una renovada fuerza de UNIFIL, con un mandato más ampliado y efectivo que en el pasado.
La resolución del Consejo de Seguridad reiteró y destacó la importancia que, la fuerza de UNIFIL funcione, a fin de desmantelar las armas de las milicias libanesas, por ejemplo Hezbollah, de acuerdo a resoluciones anteriores de la ONU. La decisión prohibía el traslado de armas a Líbano sin supervisión del gobierno de ese país. Su significado – el tráfico de armas desde Irán a Hezbollah- fue definido como violación de la resolución del Consejo de Seguridad. A los fines de concretar el embargo de armas, fueron enviados (septiembre, 2006), buques de guerra alemanes para inspeccionar las cargas marítimas hacia Líbano.
La principal innovación, escondida en la resolución 1701, era la determinación que en la línea fronteriza internacional (entre Israel y Líbano y hasta el Río Litani al norte), se permitiría portar armas solo a las fuerzas del ejército de Líbano y las fuerzas de UNIFIL. El objetivo de ese item era alejar a las fuerzas de Hezbollah de la frontera con Israel. Cabe recordar que, con anterioridad a la Segunda Guerra de Líbano, Hezbollah mantuvo en esa región una fuerza compuesta por 5 mil combatientes, equipados con diez mil misiles.
La resolución 1701 fue definida en su momento como un importante logro de la diplomacia israelí. Sin embargo, desde el punto de vista de la imagen de situación en los últimos cinco años, la concreción de esa resolución 1701 muestra que, las fuerzas de Hezbollah, retornaron al sur de Líbano en una magnitud mayor a la disposición que le antecedió a la Segunda Guerra de Líbano. El arsenal de Hezbollah incluye unos 40 mil misiles, de los cuales 30 mil fueron emplazados al sur del Río Litani en una zona prevista de control único por parte de las fuerzas de UNIFIL y el ejército de Líbano.
El desplazamiento militar masivo, por parte de Hezbollah al sur de Líbano, fue puesto al descubierto éste año, con mucho valor, por el diario Washington Post. En los mapas, especialmente diseñados por las FDI y publicados por el diario, fueron señaladas las cientos de posiciones de Hezbollah en los poblados del sur de Líbano y, en general, sus depósitos de armas, bunkers y posiciones de observación. En el poblado chiita de Al-JIham, 4 km. al norte de la frontera con Israel, posicionó Hezbollah sus emplazamientos en cercanías de escuelas, mezquitas y viviendas particulares.
Esa realidad, al sur de Líbano, pone en riesgo a civiles ante un renovado enfrentamiento militar entre Israel y Hezbollah. Si las fuerzas de UNIFIL desempeñasen su tarea como corresponde, de acuerdo a la resolución 1701, el establecimiento de posiciones militares de Hezbollah en el corazón de las localidades civiles sería impedido. UNIFIL debería actuar en los poblados chiitas al sur de Líbano y sacar material de guerra que, Hezbollah, emplazó, bajo total oposición a la resolución 1701. Eso no ocurrió y la posibilidad que las fuerzas europeas materialicen el mandato a su cargo, arriesgándose a un enfrentamiento con Hezbollah, es igual a cero. En el último julio, los franceses amenazaron con retirar sus fuerzas a partir del incidente con terroristas al sur de Líbano.
A la amarga experiencia de Israel con las fuerzas internacionales, le siguen derivaciones en el ámbito palestino. Si UNIFIL no puede garantizar el desarme del sur de Líbano, ¿Quién garantiza que, las fuerzas internacionales, serán efectivas en su promesa de desmilitarizar Cisjordania?
Israel aprendió, en carne propia, las lecciones de la desconexión unilateral de la Franja de Gaza y, en particular, la retirada del Eje Filadelfia. Aún antes de la retirada, Hamas hizo uso de los pequeños misiles Kasam, de fabricación local. El ataque a ciudades, por ejemplo Ashkelon, con ayuda de misiles de largo alcance, como Grad, comenzó a principios de 2006, después que las fuerzas de las FDI interrumpieran su actuación contra el tráfico en el Eje Filadelfia y se convirtiera en un canal de tráfico de recursos bélicos, en gran magnitud, para Hamas, que incluyó incluso misiles contra aviones del tipo SA-7.
En línea general, las fuerzas internacionales se mostraron limitadas en la garantía de la seguridad en casi todo ámbito: en Ruanda, en Bosnia y otros diferentes lugares del Medio Oriente y no cabe confiar que sean capaces de impedir el tráfico a la zona de Cisjordania. Cabe fiarse, solo, de las FDI para impedir fenómenos de ese tipo.
Quien aspire a emplazar una fuerza norteamericana significativa a fin de corregir la debilidad de las otras fuerzas internacionales, no comprende los pasos del viento en Washington en 2011, cuando Estados Unidos se muestra cansado ante la idea de una complicación militar en Medio Oriente tras Irak, Afganistán y Libia.
El fracaso de UNIFIL al sur de Líbano debe servir de alerta al momento de deliberar sobre acuerdos de seguridad en Cisjordania y materializa la importancia del control por parte de las FDI en el Valle del Jordán, como línea defensiva de primer orden, al este.
Quienes sostienen que Israel debe ser asistida por fuerzas internacionales a fin de proteger su seguridad, es mejor que aprendan bien las lecciones de la resolución 1701 al sur de Líbano.
Fuente: Jerusalem Center for Public Affairs/CIDIPAL
Difusion: www.porisrael.org
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