¿Una generalización? ¿Una exageración? No, simplemente un reflejo de aquello que está escrito en el Corán y que defiende la corriente central de los líderes musulmanes en la actualidad.
Ante todo, difundamos la palabra del señor (ul-Qadri). Muhammad Tahir-ul-Qadri condenó este último martes a los terroristas como enemigos del Islam, publicando desde Londres una fatwa (sentencia religiosa) muy felicitada por el mundo occidental. Una fatwa es una opinión jurídica emitida por un especialista en ley islámica, sobre un tema particular, pero que no es necesariamente seguida por toda la comunidad musulmana.
Muhammad Tahir-ul-Qadri dice que el terrorismo no debería encontrar justificación ni ser usado en nombre del Islam. La fatwa (de unas 600 páginas) incluye una condena a los ataques de Al Qaeda. Los terroristas «no puede pretender que sus suicidios sean visto como actos de mártires y así convertirse en héroes de la umma (comunidad de creyentes). No son héroes sino del fuego del infierno», explicó en una conferencia de prensa ante donantes y diputados británicos.
Esta fatwa «puede ser considerada como un fuerte argumento teológico, el más importante hasta la fecha, contra el terrorismo islámico», afirmaron desde la Fundación Quilliam de Londres, organización que lucha contra el extremismo musulmán. Ul-Qadri hizo hincapié en que el Islam era una religión de paz mientras llamaba a otros líderes religiosos a unirse a su posición.
El Dr Tahir ul Qadri es líder fundador de Minhaj ul Corán International, una organización mundial cuyo objetivo declarado es el establecimiento de la unidad y el entendimiento entre las comunidades del mundo y la promoción de la educación entre los jóvenes para la promoción de la paz. Es también el fundador de la Fundación de Bienestar Minhaj que presta asistencia social entre los necesitados y la Universidad Internacional Minhaj, con sede en Lahore. Tahir-ul-Qadri es también el presidente fundador del partido político de Pakistán Awami Tehreek (PAT).
Las declaraciones teológicas de ul Qadri deberían ser aprendidas en todas las mezquitas. La fatwa debería ser difundida y adoptada por todos los sabios del Islám. El mensaje debería multiplicarse en todas las madrazas. Lamentablemente, por el momento, se trata de una voz preocupantemente minoritaria.
No nos engañemos… el Corán es el único de los textos sagrados que da consejos a sus adeptos para que hagan la guerra contra los no creyentes. Existen más de cien versículos en el Corán que exhortan a los creyentes a emprender la yihad contra los no creyentes. Algunos ejemplos: «¡Oh Profeta! Combate duramente a los que niegan la verdad y a los hipócritas, y sé inflexible con ellos. Y tendrán por morada el infierno, ¡qué horrible punto de destino!» (Corán, 9:73). En árabe, las palabras «Combate duramente» equivalen al árabe yahidi, una forma verbal del sustantivo yihad. «y cuando os enfrentéis [en combate] a los que se empeñan en negar la verdad, golpeadles en el cuello hasta derrotarlos por completo, y luego apretad sus ligaduras» (Corán, 47:4). Cuando los fundamentalistas le cortan la cabeza a un infiel lo que están haciendo es cumplir la orden ritual de «golpeadles en el cuello» recién citada.
Esta guerra debía estar dirigida tanto contra quienes rechazaban al islam como contra quienes se declaraban musulmanes pero no cumplían plenamente con la fe: «¡Oh Profeta! Combate duramente a los que niegan la verdad y a los hipócritas, y sé inflexible con ellos. Y tendrán por morada el infierno, ¡qué horrible punto de destino!» (Corán, 9:73). En este sentido, el ejemplo más notable es el caso de Anwar El-Sadat, el ex presidente de Egipto, asesinado por la Jihad Islámica como castigo por declararse musulmán creyente y firmar la paz con Israel.
El Corán lo dice claramente: es obligatorio combatir contra los judíos y los cristianos al igual que contra los «idólatras»: «Luchad contra aquellos que, a pesar de haber recibido la revelación, no creen en Alá ni en el Último Día, no consideran prohibido lo que Alá y Su Enviado han prohibido, y no siguen la religión de la verdad que Alá les ha prescrito, hasta que se avengan a pagar de buen grado la jizya, una vez que hayan sido humillados» (Corán, 9: 29). La Jizya era un impuesto infligido a los no creyentes para mantenerlos en un status de dimmhi (ciudadanos de segunda que debían ser soportados por el Islám hasta el momento que podían ser convertidos pero que mientras pagaban un impuesto por cabeza).
A diferencia de lo que interpreta ul-Qadri, en el Corán dice claramente que el paraíso está garantizado a todos aquellos que «matan y son matados» por Alá: «Alá ha comprado a los creyentes sus vidas y sus bienes, prometiéndoles a cambio el paraíso, [y así] luchan por la causa de Dios, matan y son matados: una promesa cierta que Él se ha impuesto» (Corán, 9: 111).
Una persona podría intentar darle un toque espiritual y una modernización a estos versículos, pero tomando como referencia la trayectoria histórica, no cabe duda de que Mahoma y el Corán hablan en un sentido literal.
Ahora bien, el Corán es un texto que podría ser moderado por «hadices», las tradiciones e interpretaciones de las enseñanzas de Mahoma. El Dr. Ul-Qadri nos presenta una visión minoritaria entre las interpretaciones vigentes. Y esto, ya que las voces moderadas en el islam han sido acalladas por la mayoría fundamentalista. La corriente principal de la tradición islámica ha interpretado estas órdenes como leyes permanentes impuestas por Alá a la raza humana: la umma (comunidad) islámica debe existir en un estado de guerra permanente con el mundo no musulmán, jalonado solamente por algunas treguas temporarias.
He aquí algunos ejemplos: Ossama Bin Laden, que es solamente el más visible exponente de una red terrorista que se extiende desde lndonesia hasta Nigeria, Europa occidental y las Américas, cita reiteradamente el Corán en sus comunicados. En su «Declaración de guerra contra los americanos ocupantes de la Tierra de los dos lugares sagrados» de 1996, cita los suras 3: 145; 47: 4-6; 2: 154; 9: 14; 47: 19 y 8: 72, y, por supuesto, el notorio Sacrificio, dijo en su sermón: «Alabado sea Alá, que ha revelado el versículo de la espada a su servidor y mensajero [el Profeta Mahoma] para establecer la verdad y suprimir la falsedad». En un sermón transmitido en el año 2000 por la cadena oficial de televisión de la Autoridad Palestina, el doctor Ahmad Abu Halabiya, miembro del Consejo de la Fatua de la Autoridad Palestina, declaró: «Alá el Todopoderoso nos ha señalado que no debemos aliarnos con los judíos o los cristianos, que no debemos quererlos, llegar a ser sus socios ni respaldarlos, ni tampoco firmar acuerdos con ellos. Y aquel que lo hiciera, es uno de ellos, como lo dice Alá: «¡Oh!, vosotros que sois creyentes, no toméis a los judíos o a los cristianos por aliados, porque son aliados unos de otros. Aquel de vosotros que los tomara por aliados será, por cierto, uno de ellos» […] No tengáis piedad con los judíos, en ningún lugar, en ningún país. Combatidlos donde quiera que estéis. Donde los encontréis, matadlos».
Bin Laden y Ahmad Abu Halabiya son, lamentablemente, la inmensa mayoría en el mundo musulmán. El mundo occidental debe respaldar y reforzar las posiciones de personajes como el jeque Muhamad Tahir ul-Qadri, sin olvidar que parte del mundo musulmán representa cada uno de ellos.
Guysen.com/es
http://www.guysen.com/es/articles.php?sid=12123&titre=La-minoritaria-voz-de-Tahir-Ul-Qadria
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