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| sábado noviembre 23, 2024

Israel y Palestina últimos acontecimientos entre narrativas y medias verdades.


Cuando se plantea que hay una nueva oleada de violencia entre israelíes y palestinos, es algo a lo que posiblemente los lectores ya se acostumbraron a ver con más o menos frecuencia en algunos momentos del año, porque incluso ya los medios lo redactan como si se tratara de una crónica policial común casi con “copiar y pegar”, incluyendo el estilo de redactar los titulares.

Incluso, en las Relaciones Internacionales este tipo de conflictos (que no es el único en su naturaleza) tiene una calificación propia de “intratable” o “imposible”, e incluso diversos analistas han intentado explicarlos para comprender su complejidad. Tal es el caso de John Paul Lederach[1], académico estadounidense en estudios para la paz quien los describía en su libro “Construyendo la paz. Reconciliación sostenible en sociedades divididas” como:

  • Los conflictos intratables son aquellos que persisten a pesar de los esfuerzos de negociación y resolución, y que parecen ser resistentes a cualquier intento de solución. A menudo son alimentados por ideologías, identidades, traumas históricos, y la ausencia de confianza entre los actores.

De entrada, se nota que se está frente a una tormentosa manera de tratar con enfrentamientos entre actores cuyas posiciones son intransigentes y que posiblemente su manera de ver la solución al conflicto esté planteada en un juego de suma ceros, es decir, ganar – perder, intentando ser ellos los primeros en función del detrimento de la contraparte.

Adicional a lo mencionado anteriormente, resulta aún más difícil solucionar este tipo de conflictos debido a la cantidad de actores que se involucran basado en sus propios intereses mayoritariamente inspirados por principios ideológicos o necesidades geopolíticas, sin embargo, también la actuación de agentes externos debería de ser un catalizador contra los conflictos, cuando anteponen las necesidades de los ciudadanos por encima de sus propios intereses. De hecho, el investigador noruego, Johan Galtung [2]señalaba al respecto de esto:

  • La intervención externa en conflictos intratables a menudo tiene éxito cuando se basa en la construcción de confianza y la búsqueda de intereses comunes. Debe abordar no solo los aspectos prácticos del conflicto, sino también los simbólicos y emocionales

De lo anterior se desprende la obligación moral que toda actuación de actores internacionales (estatales y no estatales) deberían ser en aras de garantizar el fin de los conflictos y no así la perpetuación de estos, sin embargo, en la práctica es común que basados en esos elementos de interés terminen por extender los conflictos y administrarlos a favor o como moneda de canje en las relaciones entre Estados.

Regresando al tema palestino – israelí, es sustancial una vez más explicar algo que cada tanto se presenta en el marco de este conflicto, la narrativa versus los hechos acontecidos en las últimas semanas, contemplando que desde el final de la segunda intifada en el 2005 no habría una espiral de violencia tan marcada con muertos de por medio (más de 60 palestinos y al menos 11 israelíes hasta el momento de escribir este artículo)[3].

Hay que señalar que se han presentado diferentes enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad de Israel y grupos paramilitares palestinos en las zonas de Cisjordania, la cual incluso está desde la perspectiva palestina en un punto de anarquía en cuanto a su liderazgo debido a que el presidente Abbas está perdiendo el control.

Ante lo anterior, grupos de poder como los tradicionales Hamas, la Yihad Islámica el Frente Popular para la Liberación de Palestina, así como nuevos grupos nacionalistas e islamistas compuestos mayoritariamente por jóvenes que incluso se alían con los grupos tradicionales en contra de las políticas del presidente Abbas a quien señalan incluso como “traidor” o “vendido”[4].

Se suman los ataques contra posiciones civiles en los asentamientos israelíes en las regiones de Cisjordania (Judea y Samaria) y la respuesta que han llegado a tener por parte de miembros de estos asentamientos llevando incluso a violencia desmedida como el incendio provocado contra el poblado de Hawara donde incluso murió un palestino y fueron quemados vehículos y casas palestinas, en un acto criticado por diversos sectores, incluyendo a los israelies[5].

Por su parte, una constante que no se detiene, son los intentos de atentados terroristas en territorio israelí o bajo administración israelí (u ocupación dependiendo del lenguaje adoptado ya que son territorios en disputa sujetos a negociacion). Incluso, se argumenta desde el derecho internacional que los ataques representan un supuesto de “legítima defensa” basado en el derecho a la resistencia. Sin embargo, existen límites en cuanto a cuestiones como “la resistencia” y la “legítima defensa”, porque en el marco del derecho internacional el uso de violencia física existe cláusulas de cumplimiento[6].

Ejemplo de lo anterior, se menciona que la resistencia armada puede ser considerada legítima cuando se considera un caso de “ocupación ilegal” y que se considere que la población vive flagrantes violaciones a los derechos humanos. Hasta este punto, según la narrativa de algunas posiciones referentes al conflicto, consideran que ambas condiciones se cumplen, aunque por supuesto existe la lucha jurídica “lawfare” si el conflicto en cuestión es un caso de “ocupación” o de “disputa”, ante lo cual la interpretación de la resolución 242 de 1967 dejó abierto un portillo sin resolver en su totalidad, pese de nuevo, a la narrativa[7].

Sin embargo, aun si el territorio pudiese ser considerado como “ocupado”, la resistencia armada debe cumplir requisitos legales como la proporcionalidad y la discriminación de objetivos con la finalidad de no afectar a poblaciones civiles y se debe dar en un marco de enfrentamiento, de caso contrario, aunque el acto se realice contra militares si no hay una condición de enfrentamiento se puede considerar terrorismo o crímenes contra la humanidad que podría incluso llevarlos ante tribunales internacionales para su correspondiente sanción.

Es decir, el ataque deliberado contra civiles o militares fuera de un enfrentamiento armado declarado es ilegal y no está de conformidad con los elementos relacionados a la “legítima defensa” o al “derecho de resistencia”, así como tampoco estaría conforme al derecho internacional la destrucción de bienes de terroristas, ya que aunque exista “apoyo moral” o “incentivo” por parte de su familia, si estos no son parte del ataque armado brindando armamento o participando activamente el acto se considera ilegal, esto se contempla en la IV Convención de Ginebra de 1949 sobre la protección de civiles en tiempos de guerra[8].

Regresando a la noción sobre la prohibición del uso del terrorismo, la Resolución 49/60 de la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptada el 9 de diciembre de 1994[9] señala

  • «condena enérgicamente todos los actos, métodos y prácticas terroristas en todas sus formas y manifestaciones, cualquiera que sea su motivación, en todas partes y por quienquiera que los cometa, y pide a los Estados que adopten medidas para prevenir y combatir el terrorismo en todas sus formas y manifestaciones»

Ante lo cual, incluso los actos de terror son un retroceso en los intereses políticos palestinos en su supuesto afán de lograr “independizarse” de Israel, incluso una ONG como B’Tselem que protege los derechos humanos de poblaciones palestinas mencionaba en un informe del año 2019 que el terrorismo debilitaba la lucha palestina por ser libre e independiente y perjudica los intereses colectivos de los palestinos, incluso señala que refuerza la respuesta agresiva por parte de Israel.

Otro aspecto importante de señalar se refiere a normas de derecho no occidental ni seculares, en específico lo mencionado en el derecho islámico a la resistencia, así como sus eventuales límites. Hay textos y referencias sobre la liberación de la tierra islámica, pero principalmente cuando se sufre opresión, y se busca la restauración de la justicia y el derecho a la autodeterminación de la comunidad musulmana.

Así pues, la Sura 2 aleya 190 menciona “Y combatid en el camino de Alá a quienes os combatan a vosotros, pero no os propaséis; es cierto que Alá no ama a los que se exceden”. El texto plantea abiertamente una posibilidad de lucha que está respaldada por la legitimidad del derecho que su ideología les permite sin excederse o teniendo control.

De igual manera en la Sura 17 aleya 33 menciona:

  • No matéis al prójimo, pues Alá lo ha prohibido, salvo con justo motivo. A quien se le dé muerte injustamente le concedemos a su familiar directo o apoderado el derecho [a exigir la ley del talión o una indemnización], pero que no transgreda sus límites. Su derecho está legalmente corroborado.

Ese “justo motivo” es uno de los elementos de discusión importantes de considerar a la hora de analizar los alcances de dicha medida, lo cual puede resultar ambiguo, aunque generalmente lo justifican delante de los principios de opresión y corrupción, lo cual también se presta para interpretaciones y ambigüedades de perspectiva.

Debido a lo anterior, en el caso palestino se ha utilizado incluso este argumento no solo para la lucha contra Israel, sino también se han dado casos de ajusticiamiento a palestinos basado en supuestos de traición, por haber favorecido  a Israel. Ejemplo de lo anterior, solo en 2009, Human Rights Watch acusaba al Hamas de ejecuciones extrajudiciales contra opositores y en otros momentos se les ha señalado de crímenes de guerra por acciones contra poblaciones civiles[10].

Incluso, debido a este comportamiento, el Consejo Islámico de Fatwa, organismo clerical no gubernamental con sede en Nayaf, Irak, emitió un edicto religioso, en marzo anterior por la represión de Hamás contra los palestinos en Gaza, además de promover el crimen organizado, la extorsión, el uso de niños soldados y acusar a palestinos de traición de manera falsa[11].

En todo caso, aunque exista este edicto, en el plano realista no ocurrirán mayores cambios por cuanto Hamas no se sujeta a este consejo islámico y su interpretación no le es vinculante, aunque podría ser una llamada de atención hacia otras organizaciones vinculadas con el Consejo con sede en Irak.

De igual manera, en los últimos enfrentamientos entre israelíes y palestinos se ha desatado nuevamente choques promovidos por tiempos sensibles vinculados con el Ramadán islámico, el Pesaj judío y la Pascua cristiana. En este aspecto, los llamados de Hamas a atacar creyentes judíos que visiten la explanada del Templo (noble santuario) donde estuvo localizado en el pasado el templo judío y en la actualidad se encuentran la mezquita de Al Aqsa y el Domo de la Roca caldean los ánimos y la violencia entre ambas poblaciones.

En la madrugada del 5 de abril (de 2023), un grupo de palestinos que decidieron quedarse dentro de la mezquita de Al Aqsa para generar altercados por la mañana previendo la visita de fieles judíos que por Pesaj ingresarían en la zona donde estuvo ubicado el templo hasta el siglo II de la Era Actual.

Ante las sospechas de violencia, la policía israelí ingresó y se encontró que además de fieles preparados para rezar y seguir con sus prácticas tradicionales con motivo del Ramadán, se encontraron con montañas de piedras, tubos, fuegos pirotécnicos y otros materiales que no tenían un fin religioso llevando a un enfrentamiento a lo interno del sitio religioso.

El uso de material bélico y la transformación de mezquitas o santuarios para el enfrentamiento armado va en contraposición de sus propios principios religiosos. Así lo deja entrever el Sunan de Abu Dawud (817 EC – 889 EC) donde menciona un hadiz que menciona «El Mensajero de Alá ha prohibido que se luche contra los enemigos en las plazas de mercado, en las mezquitas y en las ciudades habitadas, inclusive la Sura 2 aleya 191 solo permite luchar en el sitio cuando son atacados allí, lo cual en este caso no ocurrió por cuanto el material estaba en el sitio previamente.

Incluso, desde la perspectiva del derecho internacional, y específicamente la Convención de la Haya de 1954 (junto a su protocolo en 1999), los lugares de culto tienen inmunidad y deben ser protegidos durante un conflicto armado y no pueden ser atacados, excepto en el momento que su naturaleza cambie y se usen con fines militares.

Debido a este aspecto, se justificó el ataque con cohetes por parte del Hamas en la Franja de Gaza, así como de parte de una célula ubicada al sur del Líbano, que no podría haber actuado sin la venia de la agrupación chiita Hezbolá que controla esa región y donde ambas organizaciones son parte de la política exterior expansionista iraní quienes han sido acusados por clérigos sunitas de fomentar la violencia sectaria, intentar exportar la revolución islámica y su interferencia en los asuntos de otros países.

También, debido a esto se justificó un ataque terrorista en el Valle del Jordán que se cobró la vida de tres mujeres israelíes, así como un atentado en Tel Aviv que mató a un turista italiano, todo siempre dentro del círculo de la irracionalidad que el terrorismo trae consigo y que se solo es justificado por medio del islam político y visiones no solo ortodoxas sino inclusive radicales.

En este aspecto, grandes figuras que se oponen a este tipo de prácticas como el Gran Muftí de Egipto o el Gran Ayatola iraquí Ali Al Sistani han declarado en contra del terror y del asesinato de inocentes en medio de conflictos armados. Al menos en el caso de Al Sistani es promotor del dialogo y promotor del quietismo islámico.

Por último, en cuanto a los enfrentamientos entre Israel y los palestinos, esto ha llevado además de enfrentamientos a protestas en zonas fronterizas calientes, como es el caso de Gaza, donde se han dado choques, pero también incendio de neumáticos, causando contaminación ambiental que va en contra de los propios principios islámicos como lo menciona la Sura 7 aleya 56 o hadices de Ibn Majah, así como otras interpretaciones que señalan entre otras cosas “no mates a mujeres ni a niños ni a un anciano enfermo. No corte árboles frutales. No destruyas un lugar habitado[12]

Evidentemente este tipo de situaciones no son analizadas en muchos aspectos, porque se ha concentrado todo en resolver el aspecto territorial, cuando abiertamente la multidimensionalidad del conflicto, sumado a la cantidad de actores que se suman a esta conflagración de difícil solución hace que se priorice más sobre las narrativas y poco sobre los hechos o el fondo de las acciones.

[1] Lederach, J. P., & Appleby, R. S. (2010). Strategic peacebuilding: An overview. Strategies of peace: Transforming conflict in a violent world, 19-44.

[2] Galtung, J. (1996). Peace by peaceful means: Peace and conflict, development, and civilization (Vol. 14). Sage.

[3] https://www.elmundo.es/internacional/2023/02/23/63f7b355e4d4d853608b4598.html

[4] https://www.dw.com/es/manifestantes-palestinos-exigen-la-renuncia-de-mahmud-abbas/a-58150110

[5] https://www.semanariohebreojai.com/editorial/405

[6] CIDH. (2008). Violencia y uso de la fuerza. Recuperado de https://www.corteidh.or.cr/tablas/27482.pdf

[7] https://www.semanariohebreojai.com/articulo/6459

[8] https://www.icrc.org/es/doc/resources/documents/treaty/treaty-gc-4-5tdkyk.htm

[9] https://legal.un.org/avl/pdf/ha/dot/dot_ph_s.pdf

[10] https://elpais.com/internacional/2009/04/19/actualidad/1240092007_850215.html

[11] https://www.fdd.org/analysis/2023/03/13/senior-muslim-clerics-issue-fatwa-against-hamas/

[12] Mālik ibn Anas y Abū Muṣ’ab Al-Zuhri. Muwaṭṭa’ Al-Imām Mālik . (Bayrūt: Mu’assasat al-Risālah, 1993) 1:357 #918.

 

 
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