En las últimas horas, en una serie de ataques contra el territorio y la población israelí, terroristas lanzaron más de 270 misiles contra ese país. Ataques de esta naturaleza se suceden por parte de organizaciones terroristas que merecen la condena de quienes creemos en la libertad, los derechos humanos y la dignidad de la vida humana.
Pero frente a tal barbaridad, en un comunicado oficial, la Cancillería argentina hizo “un urgente llamado a las partes para evitar un mayor nivel de confrontación que empeore la dramática situación humanitaria en esa zona”.
Una declaración de esa naturaleza implica que para las autoridades kirchneristas deben equipararse los estados soberanos con las organizaciones terroristas.
Acto seguido, el gobierno nacional expresó su condena ante “la reciente operación militar desplegada por la Fuerza Aérea de Israel en la Franja de Gaza, que provocó la muerte de civiles palestinos, incluyendo mujeres y niños, y numerosos heridos” y “asimismo, expresa sus condolencias a las familias de las víctimas y al gobierno y al pueblo palestino”.
Con sus dichos, el Ministerio de Relaciones Exteriores argentino parece desconocer que el Estado de Israel -como cualquier otro estado soberano- tiene el derecho y la obligación de defender su soberanía y la seguridad de su población.
Desde una visión sesgada y profundamente ideologizada de la Historia y del mundo, se confunde una vez más a las organizaciones terroristas con el mismo pueblo palestino, en rigor víctima de gobiernos muchas veces corruptos y desapegados de los derechos más elementales de sus ciudadanos.
A la vez que las autoridades parecen desconocer las características de la Jihad –apoyada por la República Islámica de Irán– cuyo motor y propósito es la destrucción del Estado de Israel y la promoción de una política abiertamente anti-occidental.
Desde nuestra fuerza política rechazamos la postura de un gobierno que -así como en materia interna siempre se coloca en defensa de los delincuentes y no en el lugar de las víctimas- en el plano internacional parece inclinarse en auxilio de quienes promueven violaciones de DDHH y quienes a menudo son fuente de amenaza contra la paz y la seguridad internacional.
Olvidar el flagelo del terrorismo y los extremismos resulta inaceptable en un país que sufrió en carne propia dos ataques abominables en 1992 y 1994. Atrocidades que en forma combinada costaron la vida de más de cien personas.
Por eso, durante el gobierno del presidente Macri entre 2015 y 2019 promovimos una activa política de lucha y prevención contra el terrorismo. Al tiempo que desplegamos una política exterior de amistad y coordinación con las naciones amantes de la libertad y la promoción de los DDHH. Expresiones concretas de dicha política -como el repudio al ominoso pacto con Irán firmado en 2013 o la constitución de Registro de Personas o Entidades Vinculadas a Actos de Terrorismo y su Financiamiento a través del Decreto 489/2019- son expresión del compromiso con aquellos valores.
La comunidad internacional debe saber que en pocos meses habrá elecciones en la Argentina y un nuevo gobierno tendrá oportunidad de revertir esta oscura página de la política exterior de nuestro país.
* El autor es especialista en relaciones internacionales. Ex embajador en Israel y Costa Rica
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