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| viernes noviembre 22, 2024

VAISHLAJ 5784


B’H

Génesis 32:4-36:43

Iaakov vuelve a la Tierra Santa luego de veinte años de vivir en Jaran, y envía ángeles emisarios a Eisav con la esperanza de lograr una reconciliación; pero sus mensajeros reportan que su hermano está en camino hacia él con 400 hombres de armados. Iaakov se prepara para la guerra, reza y envía un gran regalo a Eisav (que consistía en cientos de ovejas y vacas) para calmarlo.

Esa noche, Iaakov atraviesa con su familia y posesiones por el río Iabok. Sin embargo él, queda del otro lado y encuentra un ángel que personifica el espíritu de Eisav, con quien lucha hasta el amanecer. Iaakov sufre de una cadera dislocada, pero derrota a la criatura superna, quien le da el nombre de Israel, que significa “aquel que prevalece por sobre lo Divino”.

Iaakov y Eisav se encuentran, abrazan y besan, pero se separan. Iaakov compra un terreno cerca de Shjem, cuyo príncipe, también llamado Shjem, rapta y viola a la hija de Iaakov, Dina. Los hermanos de Dina, Shimón y Levi, vengan la desgracia matando a todos los habitantes masculinos de la ciudad, luego de dejarlos indefensos al convencerlos de circuncidarse.

Iaakov continúa su viaje. Rajel muere mientras daba a luz a su segundo hijo, Biniamín, y es enterrada al lado del camino cerca de Betlejem. Reuvén pierde los méritos de su primogenitura porque interfiere con la vida marital de su padre. Iaakov llega a Hebrón, a su padre Itzjak, quien más tarde muere a los 180 años (Rivká fallece antes de la llegada de Iaakov).

Nuestra sección concluye con un recuento detallado de las esposas de Eisav, hijos y nietos, y las historias familiares de la gente de Seir, entre quienes Eisav vive.

 

CUIDAR NUESTRAS PALABRAS

Aquel con quien encuentres a tus dioses no vivirá. En presencia de nuestros hermanos, reconoce por ti mismo lo que está conmigo, y tómalo para ti”. Porque Jacob no sabía que Raquel los había robado. (Génesis 31:32)

Está escrito que debemos cuidar lo que sale de nuestras bocas y el mejor ejemplo lo tenemos en este episodio, Iaakov dijo “’Aquel con quien encuentres a tus dioses no vivirá. En presencia de nuestros hermanos, reconoce por ti mismo lo que está conmigo, y tómalo para ti’. Porque Jacob no sabía que Raquel los había robado” y por estas palabras de Iaakov, pronunciadas son saber, Rajel murió en el camino al dar a luz a Biniamin y no fue enterrada en la Mearat HaMajpela. Si sin saberlo, Iaakov provocó esta desgracia, cuanto más debemos cuidarnos de lo que decimos a sabiendas.

 

EL 19 DE KISLEV – ROSH HASHANA DE LA JASIDUT

El diecinueve de Kislev celebramos el «Rosh HaShaná del Jasidut». En esta fecha, en el año 1798, liberaron al fundador del movimiento jasídico Jabad, Rabí Schneur Zalman del Liadi (1745-1812), de la cárcel en la Rusia zarista. Más que una liberación personal, éste fue un acontecimiento bisagra en la historia de los jasidim, anunciando una nueva era en la revelación de la faceta interna de la Tora.

La difusión pública de las enseñanzas de jasidut había comenzado dos generaciones antes. El fundador del movimiento jasídico, Rabí Israel Baal Shem Tov (1698-1760), reveló a sus discípulos el alma mística de la Torá que había sido previamente de acceso exclusivo de los Cabalistas selectos en cada generación. Este trabajo fue continuado por el discípulo del Baal Shem el Tov, Rabi DovBer, el «Maguid de Mezritch» —quién también está conectado profundamente con la fecha del «19 de Kislev»: En este día en 1772, 26 años antes de la liberación de Rabí Schneur Zalman de la prisión, el Maguid retornó su alma al Creador. Antes de su fallecimiento, dijo a su discípulo, Schneur Zalman: «Este día es nuestro Iom Tov (festividad). »

Rabí Schneur Zalman fue mucho más allá que sus precursores, llevando estas enseñanzas a segmentos más amplios de la población judía de Europa Oriental. Más perceptiblemente, Rabi Schneur Zalman enunció la filosofía de «Jabad» —una filosofía y sistema de estudio, meditación, y refinamiento de carácter que hizo a estos conceptos abstractos, racionales, comprensibles y prácticamente aplicables en la vida diaria.

En sus años de formación, el movimiento jasídico era objeto de fuerte, y a menudo feroz oposición de rabinos reconocidos y laicos. Incluso dentro de la comunidad Jasídica, numerosos contemporáneos y colegas de Rabi Schneur Zalman sentían que él «había llegado demasiado lejos» en la popularización del alma hasta ahora oculta de la Torá.

En el arresto de 1798, los cargos incluían, que sus enseñanzas y actividades amenazaban la autoridad imperial del Zar, y fue encarcelado Rabí Schneur Zalman en una fortaleza en una isla en el río Neva en Petersburgo. En los interrogatorios, le obligaron a que presentara a los ministros del Zar las bases del judaísmo y explicara varios puntos de la filosofía y la práctica Jasídica. Después de 52 días, fue exonerado de todos los cargos y liberado.

Rabí Schneur Zalman vio estos acontecimientos como un reflejo de lo que ocurría arriba. Vio su arresto como el eco terrenal de una acusación Divina contra su revelación de los secretos íntimos de la Torá. Y vio su liberación como una absolución en la corte Divina. Después de su liberación el 19 de Kislev, redobló sus esfuerzos, diseminando sus enseñanzas en una escala mayor.

El 19 de Kislev, por lo tanto, marca el «nacimiento» del jasidismo: el punto en el cual fue permitido emerger de la matriz del «misticismo» hacia la luz del día, crecer y convertirse en parte integral de la Torá y la vida judía. (Extraído de www.es.chabad.org)

 

¿Quién quiere ser judío?

A Iaacov se lo sigue llamando “Iaakov” en la Torá, aunque también es llamado por su nuevo nombre, “Israel”

Por Yanki Tauber

 

Esta semana leímos (en Génesis 32) como Iaakov adquiere un nuevo nombre, “Israel”, después de luchar durante la noche con un ángel que representaba el espíritu de Esav. «Ya no será Iaakov tu nombre”, proclamó el ángel derrotado, “sino Israel, porque has luchado con Di-s y con los hombres, y has vencido”.

Y aun así, a Iaacov se lo sigue llamando “Iaakov” en la Torá, aunque también es llamado por su nuevo nombre, “Israel”; desde este punto en adelante, la Torá alterna entre los dos nombres. Lo mismo pasa con el pueblo judío en su conjunto: nosotros somos generalmente llamados “Israel” o los “Hijos de Israel”, pero también hay muchos lugares de la Torá donde se nos llama, como colectivo, “Iaakov” o “La simiente de Iaakov”.

Los maestros jasídicos señalan que el nombre Iaakov se usa cuando nos referimos a nosotros mismos como “sirvientes” de Di-s (como en Ieshaiahu 44:1: “Ahora, escucha, mi sirviente Iaakov”), mientras que el nombre Israel es utilizado al hablar de nosotros como “hijos” de Di-s (como en Éxodo 4:22: “Mi primer hijo, Israel”).

La diferencia entre un sirviente y un hijo puede ser entendida en muchos niveles. La mayor distinción es, sin embargo, lo que motiva la relación. Ambos, un hijo y un sirviente, sirven al padre/amo y cumplen su voluntad. La diferencia está en por qué lo hacen. Cuando un hijo hace algo por su padre o su madre, lo hace por amor, placer y alegría. El sirviente, por otro lado, no lo hace porque quiere, sino porque debe.

Esta diferencia afecta la calidad de la relación en todo sentido. Mientras el “hijo” y el “sirviente” hacen técnicamente las mismas cosas, hay una enorme diferencia en la naturaleza, la calidad y el impacto de la acción si está hecha con amor y deseo o porque uno se siente forzado a hacerla.

Estos prototipos —el “hijo” y el “sirviente”— existen en todos los tipos de relaciones: en el matrimonio, en la familia, en el trabajo, etc. Hasta puede haber un hijo que en sus sentimientos y acciones hacia sus padres se parezca más a un sirviente, o un sirviente cuyos servicios a su amo se comparen con los de un hijo, por su amor y deseo.

En nuestras vidas como judíos y en nuestra relación con Di-s también existen estos dos prototipos. Nuestro judaísmo puede ser el judaísmo de un “sirviente”: el de alguien que no tiene opción en el asunto y simplemente acepta el hecho de que esto es lo que es y este es su deber. O podemos ser “hijos” de Di-s y regocijarnos en el rol, desearlo, celebrarlo y disfrutar de ello.

El “espíritu de Esav” con el que todos nosotros luchamos es nuestro yo material. Es la parte de nosotros que sólo quiere ser como todos los demás: ganarse la vida y transcurrirla con la menor dificultad posible. Es la parte de nosotros que “acepta” nuestro judaísmo como algo impuesto: hacemos nuestra parte, pero sin el amor, la alegría ni el deseo que conllevan hacer algo que realmente queremos hacer.

Esta es nuestra personalidad “Iaakov”: aquella parte de nosotros que aún lucha con el espíritu de Esav. Pero cada uno de nosotros tiene momentos de triunfo sobre el ángel del materialismo y la apatía. Momentos en los que hasta crecemos ser nuestro propio “Israel”: el nosotros que se regocija en nuestra relación con Di-s y en el rol especial que Di-s nos dio como judíos. Momentos en los que experimentamos nuestra mitzvá no como un deber, sino como un acto de amor y satisfacción personal.

Pero la Torá sabe que no es simplemente cuestión de vencer al ángel y “graduarnos” de nuestra personalidad Iaakov a nuestro yo Israel. Más bien, nos quedamos entre Iaacov e Israel y alternamos entre estos dos modos de nuestro judaísmo. Algunos de nosotros seremos Iaacov la mayor parte del tiempo, mientras que en otros predominará Israel. Pero realmente todos tenemos nuestros momentos Israel, como así también tenemos los momentos en los que volvemos al modo Iaakov.

Esto es porque, incluso después de que Iaakov derrotó al ángel y adquirió el nombre “Israel”, la Torá lo llamó a él —y a nosotros— por ambos nombres. El mensaje tiene doble sentido: en primer lugar, que Di-s valora también nuestro modo Iaakov y aprecia cada buena acción que hacemos, incluso —y quizá especialmente— cuando nos falta la alegría y el deseo y nos forzamos a realizar nuestro deber; y en segundo lugar, que la oportunidad para acceder a nuestro Israel oculto está siempre ahí, así como la de experimentar la alegría y la satisfacción que sentimos al desear y alegrarnos por quiénes somos y por lo que somos, y por nuestra misión en la vida. (www.es.chabad.org)

 

Hambre Auténtico

Había una vez un hombre rico, conocido por su filantropía y bondad. Ningún mendigo se iba de su casa sin haber recibido comida y una generosa donación. Sin embargo, este hombre se sentía atormentado por una agitación interior. Consideraba que a su caridad le faltaba «autenticidad»; que era el producto de motivos ulteriores, sutilmente egoístas.

Viajó a ver a su Rebe, Rabí Schneur Zalman de Liadí (1745-1812, fundador del Jasidismo Jabad), y le abrió su atormentado corazón. «¿Será que todo esto que hago vale la pena, cuando en realidad lo que le está faltando es el ingrediente básico de la verdad?» Rabí Schneur Zalman le respondió: «¡Pero ahora, el hambriento a quien has alimentado, está ‘realmente’ satisfecho!» (www.es.chabad.org)

 

 

 

 
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