Tras la resolución de la Corte Internacional de Justicia el pasado viernes 26 de enero, infinidad de argumentos y contraargumentos se han multiplicado en las redes y en los medios periodísticos de todo el mundo acerca de su significado.
Personalmente creo, como lo indico en el título, que no se ha hecho justicia.
Evaluando la cuestión con más objetividad y menos emocionalidad, el fallo de la Corte fue dentro de todo más favorable de lo que podría haber sido con Israel, considerando el marco estrecho en el que podía moverse, dado que no hizo lugar a las medidas solicitadas por Sudáfrica, sino que las que impuso parecieran estar ya cumplidas conforme el accionar de Israel desde el comienzo de la guerra.
La Corte ordena que Israel tome las medidas que estén en su poder para evitar acciones que tiendan al genocidio (según este es definido en la Convención sobre la Prevención y Castigo del Crimen de Genocidio sobre la que versa el juicio) o a incitar el genocidio, que garantice el acceso de ayuda humanitaria a la población civil de Gaza, que asegure la prueba relacionada con las alegaciones de Sudáfrica y que presente un informe a la Corte en un mes sobre el cumplimiento de las medidas ordenadas.
También es cierto desde el punto de vista estrictamente jurídico que esto fue simplemente una resolución vinculada a medidas precautorias y no sobre el fondo de la cuestión, que aún no comenzó a tratarse y que seguramente demorará años.
Y principalmente, que no se hizo lugar al pedido del cese al fuego unilateral por parte de Israel. Digo unilateral porque nadie habla del continuo bombardeo de Hamas. Bajo el argumento que no es un estado miembro parece que nadie encuentra el camino para exigirles que dejen de tirar misiles o cohetes contra la población civil de Israel.
Finalmente, también es de notar que la Corte hizo mención a la situación de los rehenes y reclamo su inmediata e incondicional liberación.
Sin embargo, y pese a todo lo anterior, no puedo en este caso dejar de lado la emocionalidad. Y principalmente no puedo dejar de lado el sentido de Justicia, de Ética y de Moral, que entiendo debería ser es inseparable para la Corte al momento de tratar una acusación del peor crimen que puede existir en la humanidad.
Decía Aristóteles que la justicia es una de las máximas virtudes de los hombres. Es básica en la relación con los otros y tiene siempre en cuenta la intención, y por ende el discernimiento entre lo que es justo y lo que no, es decir entre lo que está bien y lo que no.
Según sus dichos, la justicia es anterior a la ley y tiene como objetivo volver a equilibrar el estado de igualdad.
Desde mi mirada, el fallo de la Corte pretendió ser políticamente correcto, pero estuvo completamente sesgado, y por lo tanto no es justo.
El hecho de haber tomado como casi única fuente y base para sus argumentaciones las resoluciones anteriores de Naciones Unidas, especialmente las de su Secretario General, que sólo unos pocos días después del brutal ataque terrorista lo justificó en la supuesta “opresión y ocupación de la población palestina desde hace 56 años”, cuando esta afirmación no es cierta, ya nos pone en un terreno de desigualdad.
Desde un punto de vista estrictamente jurídico, dicen algunos, no parece ser tan grave, y en un punto es una advertencia al Gobierno de Israel al que le están diciendo: “Ojo, te estamos mirando. Portate bien.”
A mi entender, esto mismo podrían haberlo hecho sin necesidad de hacer lugar al trámite de un juicio por genocidio contra el país que está siendo objeto de dicha intención, especialmente teniendo en cuenta que la mayoría de las medidas ordenadas ya estaban siendo implementadas, como fuera expresado tanto en la presentación de Sudáfrica como en la de Israel.
Lo que la Corte no tomo en cuenta, aun cuando técnicamente esto podría corresponder a una instancia posterior en el juicio, es que Israel nada puede hacer frente a las acciones de Hamas que secuestra sistemáticamente la ayuda humanitaria que ingresa diariamente, con la ayuda de parte del personal asignado por Naciones Unidas para asistir a la población en Gaza. Por suerte al día siguiente de conocerse el fallo parece que alguien se dio cuenta de esta asistencia, ya que varios de los funcionarios de UNRWA fueron removidos de sus cargos.
Quizás ahora si la ayuda humanitaria llegue a sus destinatarios.
Tampoco tuvo en consideración la Corte que los edificios que han sido destruidos en las acciones de combate fueron transformados en blancos militares por el propio Hamas. De acuerdo a los Convenios de Ginebra sobre las reglas de la guerra un objetivo militar es aquel que “por su naturaleza, ubicación, finalidad o uso contribuyan eficazmente a la acción militar y cuya destrucción, captura o neutralización total o parcial, en las circunstancias imperantes en ese momento, ofrece una clara ventaja militar.” Es decir, la presencia de personal o material con destino militar en un edificio lo convierte en un objetivo militar legítimo.
Es horrorosa la visión de casas, escuelas y hospitales destruidos. Más horroroso aún es encontrar depósitos y arsenales completos dentro de ellas, en medio de la población civil a la que se quiere proteger.
Pero lo que más peligroso y ofensivo me ha resultado de este fallo es que se haya admitido el estudio o argumentación de actos tendientes al genocidio en contra de Israel.
A los ojos del público en general, que no tiene por qué conocer los vericuetos jurídicos y normativos, ni la terminología pomposa utilizada por este grupo de señores con toga, se ha dejado abierta la puerta a una conversación en la que en la misma oración coexisten la palabra GENOCIDIO con ISRAEL, cuando la realidad de lo que está sucediendo es exactamente lo contrario.
Resulta para mi inadmisible que no se haya tenido en consideración la existencia de las amenazas expresas y permanentes, aún hoy en día, por parte de los representantes de Hamas y de otros Estados Parte de las Naciones Unidas que sostienen y apoyan sus ideologías, indicando que el objetivo sigue siendo el mismo: la destrucción y aniquilación del Estado de Israel y de los judíos, que el 7 de Octubre se repetirá una y otra vez. ¿No es eso acaso un claro intento de genocidio en los términos definidos en la Convención?
¿Cómo es que la Corte pudo tomar las expresiones vertidas por autoridades del gobierno de Israel, en los días subsiguientes al feroz ataque como prueba suficiente de lenguaje “deshumanizador” respecto de la población Palestina (dicho esto por los funcionarios cómplices de UNRWA, tal como es citado en el fallo) sin contemplar el estado de shock en el que se encontraban, no solo como oficiales del gobierno sino principalmente como seres humanos?
Los Gobernantes del Estado de Israel ciertamente son responsables de muchas acciones disvaliosas, previas a esta guerra, y probablemente puedan serlo de muchas otras en el transcurso de la misma, pero de ninguna manera pueden ser acusados de tener intención genocida.
Es abrumador el doble standard que se exige de Israel en forma sistemática. Es el único estado democrático sobre el planeta al que se le demanda una impecabilidad cristalina tanto es sus actos como en sus dichos, debiendo poner en cada caso la otra mejilla para no ofender a las Naciones Civilizadas. Pareciera que el mundo no está entendiendo que no tenemos más mejillas sanas.
No conozco otro ejemplo en el mundo en que a un estado agredido no solo se le cuestione el derecho a la legítima defensa, sino que además se le reclame que se ocupe de brindar asistencia y cuidado a la población civil del estado agresor, a quien es ese propio agresor quien pone en peligro.
Sí, parece un trabalenguas, y realmente lo es.
O que se pretenda que tenga claridad absoluta sobre “el día después” cuando aún se encuentra en “el día anterior”. En el mundo de Alicia, el reloj de Israel se detuvo el 7 de octubre, como el del Sombrerero Loco. Todos los días es 7 de octubre.
La Corte se deshace en palabras de solidaridad y conmoción frente a la crisis humanitaria de la población civil de Gaza, pero nada dice de la crisis humanitaria que tiene lugar en Israel.
No hubo una sola referencia a los incumplimientos abiertos y públicos a cada una de las normas del derecho internacional humanitario establecidas en las Convenciones de Ginebra en contra de la población de Israel. No se ha garantizado la protección de los civiles, el trato humanitario de los prisioneros, en este caso rehenes, que incluye recibir alimentos, agua, atención médica y comunicación con el exterior. A la fecha se desconoce el estado de salud o de vida de los civiles que fueron secuestrados por Hamas.
Quedó ya demostrado que el dolor y la tragedia ocurrida a las miles de familias de Israel cuyos integrantes fueron masacrados, mancillados, mutilados, secuestrados, desalojados y movilizados de sus viviendas no es tan importante a los ojos de los organismos que se ocupan de la Paz Mundial.
Pese a todo, ha sido reconfortante ver que muchos de los países occidentales que entran en la definición de Naciones Civilizadas (entendiendo por tales a aquellas que tienen como valores reconocidos el derecho a la vida, la libertad, la seguridad y la defensa, han salido en apoyo de Israel a pesar del fallo, indicando claramente que consideran que no existe fundamento alguno para hablar de genocidio contra el pueblo palestino. Por lo menos no por parte de Israel.
También me resultó aliviador, leer el voto en disidencia y absoluta minoría de la Jueza Sebutinde, de Uganda, quien valientemente se opuso de plano al voto de la mayoría, llamando a las cosas por su nombre, e indicando que este es un conflicto político y no jurídico y que Sudáfrica no demostró ni siquiera prima facie la existencia de actos por parte de Israel que denoten intento de cometer genocidio.
Lo más valioso de este fallo en disidencia es que fue emitido sabiendo que corría un riesgo en su propio país, como quedó demostrado al día siguiente en que el Estado de Uganda repudio su postura.
El fallo de la Corte fue emitido en la víspera del Día Internacional de Recuerdo de las Victimas del Holocausto, instituido en recuerdo de quienes luego fueron inspiración para el dictado de la Convención para la Prevención y Castigo del Delito de Genocidio que hoy nos ocupa y nos preocupa.
Seguramente esas víctimas hoy se revuelven en sus tumbas al ver que NUNCA MAS no fue suficiente.
Nosotros, las generaciones siguientes, somos testigos y actores, cada uno desde el lugar que puede para garantizarles a ellos y a las generaciones siguientes que si entendemos el concepto de NUNCA MÁS, y haremos lo necesario para garantizarlo.
Am Israel Jai. El Pueblo de Israel VIVE.
Vicky Ludmer- Abogada, Coach ontológico y Practitioner en PNL.
Actual Secretaria de Fundacion Pardes y asesora de Hanoar Hatzioni Mundial.
Fui Dirigente en DAIA, Club Náutico Hacoaj, FACCMA.
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