Autora de la nota Beatriz W. de Rittigstein
Fuente Porisrael.org
La masacre Foto FDI
El recientemente pasado 27 de enero conmemoramos el 80 aniversario de la liberación de Auschwitz, campo de exterminio nazi cuyas víctimas fueron mayoritariamente judías, aunque vemos que grupos antisemitas sufragados por Irán y Catar, pretenden arrancar esa realidad y transformarla en un asunto anónimo.
El Holocausto contra el pueblo judío perpetrado por los nazis dejó profundos aprendizajes para la humanidad, los cuales debemos renovar de forma permanente para que el lema “NUNCA MÁS” constituya una promesa materializada.
En estos últimos tiempos, además del corriente desconocimiento de los hechos históricos, hemos vistos absurdas comparaciones con cualquier tipo de situaciones, lo que resulta en la banalización del Holocausto y de su imponente dimensión e importancia. Por ese motivo, nuestro acometimiento cotidiano debe fortalecer el recuerdo, estudio, investigación y análisis de sus muchas particularidades, con lo que se evitaría que el término Holocausto sea vaciado de contenido con tanta frivolidad. En sus aspectos políticos, esa es la pretensión de los movimientos islamistas al calumniar a Israel de cometer un inexistente genocidio en Gaza y desde hace años, también en Judea y Samaria. Se trata de una forma de servirse del Holocausto, al distorsionar su significado y convertirlo en un instrumento de agresión retórica antisemita. Sin embargo, la realidad enseña que, pese al transcurso de 80 años desde su final, el pueblo judío no ha recuperado las cifras demográficas del tiempo previo al Holocausto; en cambio, en cuanto a los palestinos, no hay signos de sistematización, ni hambruna ni muerte por frío; y, su crecimiento demográfico ha sido exponencial, incluido el periodo de guerra. Vamos a estar claros, los cánticos y gritos que se escuchan en las manifestaciones pro Hamas alrededor del mundo, desde el nefasto 7 de octubre del 2023, tales como: “Intifada Global”, “Intifada ya”, “Free Palestine”, “Del río al mar”, exponen con nitidez el propósito de destruir a Israel, el anhelo de un nuevo genocidio de judíos.
El ataque terrorista del 7 de octubre prueba esa evidente intención. La crueldad de las torturas a niños delante de sus padres o los asesinatos de padres frente a sus hijos, la cacería de jóvenes del Festival Nova, las mutilaciones, incineraciones, degollamientos indican una brutalidad semejante a la que animó a los nazis. El sadismo de los terroristas genocidas es análogo, incluso peor en ciertas perspectivas, tal vez, precisamente por no tener el orden característico de la idiosincrasia de los alemanes. Una de las diferencias radica en el tiempo: los terroristas palestinos no tuvieron los seis años de la Segunda Guerra Mundial; Hamas sólo logró unas cuantas horas de salvajismo dentro del sur de Israel.
La exhibición permanente del Museo Conmemorativo del Holocausto en Washington DC, tiene su tercer piso enteramente dedicado a lo que fue la propaganda antisemita nazi. Hay fotos, periódicos, revistas, afiches y películas de la época que proporcionan una visión cronológica de la preparación de la tragedia. Los nazis utilizaron con eficacia la divulgación para obtener el apoyo de millones de alemanes con el propósito de hacer factible la persecución y hasta el genocidio. Los estereotipos de la propaganda nazi no eran nuevos, más bien transfirieron los prejuicios desde el medioevo hasta su presente. Tras tomar el poder en 1933, Hitler creó un ministerio para la propaganda, a cargo de Joseph Goebbels, aquel de los tristes enunciados tales como: “una mentira dicha mil veces se convierte en una verdad”. Ese ministerio aseguró que el mensaje nazi se comunicara con éxito por medio de la música, el teatro, el cine, los libros, la radio, los materiales educativos y la prensa. Así, durante años, las campañas de propaganda fueron horadando las mentes de los alemanes hasta crear un ambiente de aceptación de la violencia contra los judíos.
El adoctrinamiento de Hamas desde que se encargó del poder en Gaza no se diferencia mucho de lo acaecido con los nazis. Todo el sistema educativo está dedicado al adoctrinamiento infantil y juvenil. Así, los textos escolares, los nombres de las escuelas homenajeando a “mártires”, los programas infantiles de televisión y los campamentos vacacionales militares cultivan en las mentes jóvenes la prioridad de la Yihad, el morir matando al enemigo judío. Las mismas escuelas han servido de depósito de armas y de centros de lanzamiento de cohetes contra las ciudades israelíes.
Por supuesto, todo ello no es de extrañar, desde el Mufti Haj Amin al Husseini, es palpable la influencia nazi en sectores terroristas islamistas. Durante el Tercer Reich no hubo una acción mundial que evitara el Holocausto. En esta época, es obvia la nauseabunda indiferencia discriminatoria contra los judíos.
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