Ron Ben Yishai
Las experiencias pasadas enseñaron al establishment militar israelí valiosas lecciones en relación a los misiles rusos: Cada sistema tiene respuesta tecnológica, operativa. No obstante, no hay necesidad de sacar conclusiones precipitadas sobre el peligro inminente que representa el S-300
Publicado: 30.05.13 / Israel Opinion
http://www.ynetnews.com/articles/0,7340,L-4386428,00.html
Los sistemas de misiles de intercepción S-300 y de misiles anti buque Yakhont no son armas apocalípticas, no obstante, su traslado desde Rusia y despliegue en territorio sirio – una maniobra que Bashar Assad afirma que ya ha comenzado – limitaría la libertad de la Fuerza Aérea y de la Marina de Israel para operar en caso de un estallido en el norte.
Como resultado del envío de armas, el ejército y el frente interno civil israelíes podrían acusar el golpe de cientos de cohetes pesados ??y misiles. Estos sistemas también podrían poner en peligro actividades civiles vitales, como los despegues y aterrizajes en el aeropuerto Ben Gurion, así como la perforación de gas en alta mar.
La experiencia ha demostrado que para cada sistema tecnológico militar existe una respuesta tecnológica u operativa que puede neutralizarlo. Es seguro asumir que el ejército de Israel, la Fuerza Aérea y la industria militar pueden encontrar soluciones – en un período relativamente corto de tiempo – a los problemas planteados por los misiles S-300, a condición de que las FDI aceleren su trabajo para solucionarlos.
Y, sin embargo, cuando se considera la amenaza de los misiles, debemos recordar una serie de incidentes y hechos pasados ??de los que podemos sacar las necesarias lecciones: El hundimiento del INS Eilat en 1967, por los egipcios, con misiles mar-mar rusos; las décadas que pasaron antes de que el establishment de seguridad se despertara y comenzara a desarrollar un sistema de intercepción del Katyusha; y, muy importante, no debemos olvidar el precio que la Fuerza Aérea pagó en la Guerra de Yom Kippur, sólo porque el Estado de Israel no respondió cuando los egipcios avanzaron hacia el Canal de Suez las baterías de misiles antiaéreos fabricadas en la URSS.
Ese movimiento fue una flagrante violación del acuerdo de alto el fuego que puso fin a la Guerra de Desgaste hace 43 años, pero en ese momento, Israel sucumbió a la presión de Estados Unidos y no autorizó a la Fuerza Aérea a destruir las baterías de misiles, incluso después de que el ejército egipcio las utilizara para emboscar a un avión de carga de la Fuerza Aérea: El lento avión Stratocruiser, que estaba volando bastante profundamente sobre lo que entonces era el Sinaí controlado por Israel, fue derribado. Pero Israel continuó aceptando la existencia de un paraguas interceptor ruso-egipcio sobre el canal y en las zonas en las que las FDI se preparaban para el cruce del canal, desde el oeste, del ejército egipcio.
El resultado es conocido: Durante la guerra, la Fuerza Aérea perdió decenas de aviones y pilotos cuando trató de atacar los puentes que los egipcios usaban para cruzar el canal y hacer una carnicería de los soldados de las FDI.
A pesar de que en ese momento, el actual comandante de la FAI, Mayor General Amir Eshel, era sólo un colegial, el trauma de los eventos antes mencionados sigue vivo, y sus preocupantes implicaciones son motivo de preocupación, no sólo para los muchachos en azul de la FAI, sino también para todo el establishment de defensa, incluyendo tanto al Ministro de Defensa como al propio Primer Ministro. Lo que ocurrió en 1973 con los misiles SA-2, SA-3, SA-4, SA-6 podría repetirse en pocos meses con los modernos misiles SA-17, S-300 y Yakhont.
Por lo tanto el Kremlin debe comprender las palabras del Ministro de Defensa, Moshe Ya’alon, y del Asesor de Seguridad Nacional, Yaakov Amidror, en relación a los S-300, en su sentido más práctico. «Israel sabrá qué hacer», declaró Ya’alon a través de los medios de comunicación, y Amidror aclaró la declaración del Ministro de Defensa ante un grupo de diplomáticos europeos, diciendo que «Israel no permitirá que estos sistemas sean plenamente operativos». Aquellos que saben lo qué pasa dirán que la declaración de Amidror sugiere la línea de acción israelí, al mismo tiempo que ofrece a los rusos una forma de salirse del rincón en el que se han apoyado, al menos si así lo desean.
Preguntas sin respuesta
Así que ¿cuán peligrosos son los misiles rusos? En este sentido, vale la pena destacar los elementos que indican lo peligroso que es un sistema de armas:
1. La marca y el modelo del radar y los misiles que llegaron a Siria. El S-300 tiene un cantidad de diferentes modelos de radar y misiles, algunos de los cuales son más avanzados (y por lo tanto más peligrosos) y algunas menos. Sean los que fueren los que los rusos le enviaron a Assad, deben ser examinados a fondo.
2. ¿Se les transferirán estos sistemas a Hezbollah? Fuentes responsables y de alto rango dudan seriamente de que se le transfiera a Hezbollah un sistema tan avanzado como el S-300. Son demasiado complejos y demasiado grandes y, políticamente, los rusos no permitirán que el régimen sirio le transfiera los sistemas a un agente no estatal al que la ONU prohíbe las transferencias de armas.
No obstante, es posible que Assad ubique los sistemas en el extremo sur del enclave sirio alauita, donde plantearán una amenaza cierta para nuestros aviones y las actividades en Líbano.
3. El hecho de que soldados sirios recibieron capacitación en la operación del sistema en Rusia, y que ciertos componentes del sistema antiaéreo ya han llegado a Siria, no prueba todavía que el sistema sea operativo y peligroso para los aviones israelíes. Para que esto suceda debe completarse la entrega de todas las partes del sistema y las partes deben llegar a su destino sanos y salvos; los que lo operen deben ser expertos en juntar y accionar el sistema; el propio sistema necesita ser ubicado en sitios desde los cuales podría ser operacionalmente activo y donde puedan examinarse interferencias o cualquier otro mal funcionamiento en relación a su operatividad. En otras palabras, debe ocurrir todo lo necesario para que se convierta en operativo, y eso podría llevar desde un par de meses a unos cuantos años. Hasta entonces, estos sistemas sirven más como una oportunidad que como una amenaza.
4. La cantidad de misiles de intercepción también es crucial para la evaluación de la magnitud de la amenaza que plantea el sistema.
5. Los rusos son bien conocidos por invocar su creatividad en cuanto a cerrar acuerdos de armas; en otras palabras: Los medios de comunicación informan que ocurren cosas pero, en realidad, algo ligeramente (o totalmente) diferente se lleva a cabo. Los rusos tienen un claro interés en no enojar a occidente más allá de cierto punto, que los empujaría a armar a los rebeldes. Quieren una conferencia de paz, pero según sus términos.
La conclusión es que deberíamos esperar y examinar seriamente lo que realmente se llevó, a dónde y a quién, antes de saltar a la conclusión de que estos sistemas se han convertido en una amenaza intolerable para Israel. Esto vale para el S-300, así como para los otros sistemas que los rusos planean transferir a Siria.
Nada de esto cambia la necesidad de formular – tan pronto como sea posible – respuestas, tanto “blandas” como «duras», al problema de los sistemas de armas de cambio de escala que, probablemente, están actualmente en camino a Siria.
Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
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