Egon Friedler
“Todo comenzó con una modesta protesta de 50 personas hace pocos días contra la decisión del gobierno de convertir el paseo “Gezi” el único sitio verde en el famoso distrito de Taksim en el corazón de Estanbul en un lugar poblado como lo fue en el tiempo otomano. Hay rumores de que se edificaría un shopping, en base a un discurso del propio primer ministro Tayyp Erdogan. Por ello, 50 de los activistas residentes en la zona, especialmente artistas, arquitectos y escritores hicieron una manifestación pacífica. Pero la policía trato de dispersarlos por la fuerza utilizando gas de pimienta. Esa noche el número de participantes en la protesta se multiplicó por 10….”
En estos términos describe el diario liberal turco “Hurryet Daily News” el origen de los disturbios que agitan en estos días a Turquía. Es indudable que la feroz represión de las fuerzas policiales produjo una gran oleada de indignación en el país, hasta el punto que el propio Primer Ministro Erdogan se vió obligado a reconocer que hubo excesos. Lo que podía haber sido solucionado con un diálogo civilizado se convirtió en una rebelión cada vez más cristalizada contra el autoritarismo del gobierno y su marcha acelerada hacia la re-islamización del país.
El periodista John Mason, de la BBC de Londres recogió varios testimonios elocuentes de los manifestantes. Una consigna rezaba “Somos los hijos de Ataturk” es decir somos un país secular y estamos preocupados por la creciente islamización del país. Un hombre dijo categóricamente “No queremos convertirnos en Irán” Una mujer enmascarada le dijo “Aquí estamos todos, comunistas, anarquistas, demócratas. No es exclusivamente un movimiento laicista” . Otra mujer proclamó : “Lo que está en juego es la libertad”.
Luego Mason compara las manifestaciones de Turquía con las de otros países. “Yo cubrí las manifestaciones en la plaza Sintagma en Atenas, las protestas de “Occupy” en Nueva York y las de la plaza Tahrir de El Cairo”. En primer lugar, es masiva. En números supera de lejos a la manifestación griega. En segundo lugar, el apoyo de la sociedad en la ciudad de Estambul misma es enorme, es mayor a Grecia y se parece a Egipto. En Grecia, la clase media estaba dividida. Aquí la clase media secular está unida, más allá de las divisiones políticas y de los odios de las hinchadas futbolísticas. Mason señala que aún falta ver cuál será la posición de la clase obrera, pero su artículo fue escrito antes de que se anunciara una huelga general contra el gobierno de Erdogan.
Significativamente, pese a la opresión a los medios de comunicación y al hecho de que Turquía sea el país con más periodistas presos después de China, la prensa turca ha sido casi unánime en su condena a la dura y excesiva represión gubernamental.
“¿ Qué clase de crueldad es ésta? pregunta el corresponsal político Ali Bayramoglu en un artículo en “Yeni Safak” vinculado a círculos islamistas. ¿ Cómo es posible que las autoridades permitieran que las cosas llegaron a tal extremo. Si hay una protesta popular ¿ Porqué el gobierno no dilata el proyecto? ¿ Porqué recurre a la violencia?
Otro diario islamista “Zaman”lamentó las consecuencias electorales que podría tener la protesta popular. Su columnista Ihsan Yilmaz advirtió “El gobierno no está dispuesto a escuchar, pero el tema del parque Gesi para llevar a que quienes administraron la ciudad durante los últimos 20 años se encaminen a una gran derrota electoral”.
El periodista Ahmed Hakan de Hurryet, condenó la represión y señaló que la violenta reacción del gobierno contra los manifestantes lejos de amedrentar a la oposición, de hecho la unificó a un grado que nunca había alcanzado en el pasado.
Por ahora la represión ha causado dos muertes, pero ese número podría aumentar ya que hay varios heridos graves. Hubo más de 900 detenciones y más de 1000 heridos.
En cierta oportunidad, Erdogan dijo que la democracia es un tren para llegar al poder, del cual oportunamente los islamistas podrían bajarse. Pero todo indica que el pueblo turco no está dispuesto a esperar ese momento y ha resuelto detener la pesada locomotora islamista hasta que arrolle por completo a la democracia del país.
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