Hermann Tertsch
ABC.es
14/1/2011
Menos mal que ya tenemos un buen cuerpo delator de despliegue rápido que nos evita a veces errores en el adoctrinamiento. Estamos aliviados. Un espantoso error que cometió la Televisión Pública ha podido solventarse sin mayores consecuencias. Gracias a una pertinente denuncia de la gacetilla sectaria de los amigos de Zapatero y a 170 de esos muchos miles de chivatos que el zapaterismo nos va a dejar como guardianes de su moral y jenízaros de la cultura de delación. Hay que controlarlo todo muy bien, porque —y aquí está la prueba— hasta un órgano dirigido por los más obedientes y leales, con una vocación incuestionable de difundir la buena nueva del socialismo «new age» y sus magníficas intenciones, pueden equivocarse. Pero funcionan los cuerpos de denunciantes —«the chota crew»— para evitar lo peor.
Resulta que RTVE mandó a un equipo a hacer un programa de «españoles por el mundo» a Israel. Y sus jefes no debieron avisarles bien de lo que se esperaba de ellos. Sería la costumbre. Porque la gente de la casa sabe que, si se habla de Israel es para insultar al país, llamar nazis a sus dirigentes, ridiculizar a los creyentes en el Muro de las Lamentaciones y soltar algunas lindezas sobre los judíos en general, que mira que son fachas, intrigantes y ricos, todos ricos. Resulta que el equipo fue a Jerusalén, contactó con una serie de españoles que viven allí e hicieron el programa. Que se emitió el 7 de diciembre. Pero ¡ay!, el resultado era radicalmente insatisfactorio para los guardianes de nuestra pureza revolucionaria antisionista. En el programa aparecía gente normal, con sus inquietudes, sus problemas, sus añoranzas y sus ganas de mostrar rincones de aquella maravillosa ciudad. Exactamente con el mismo formato y método que en los programas hechos en las más diversas ciudades del mundo. Se habla de precios, horarios, diversiones, de atracciones y hospitalidad. En total desenfado.
En Berlín no habla de la guerra sino de discotecas. En París o Londres no pregunta por el índice de violaciones. En Pekín o Moscú no trata de minorías perseguidas ni presos políticos. No hay política en general. Pero con Jerusalén no valen los criterios generales. Los judíos merecen un trato especial. Los israelíes no tienen derecho a tener una imagen normal, que no esté marcada por la crueldad o el drama. No vayamos a sentir simpatía. Los judíos tienen que ser como los presentan los dibujantes antisemitas de los diarios españoles de izquierdas. Con nariz aguileña, levita y tirabuzones. O militares con cruces gamas. Los españoles que viven allí podrían ser educados y hasta atractivos. Y no organizan flotillas con los terroristas de Hamás. Sospechosos. Y encima, muchos judíos. Judíos españoles, simpáticos, hablando bien de Jerusalén e Israel. ¿Adónde vamos a ir a parar? Al enemigo ni agua. ¡Fuera programa! Ayer, Televisión Española —donde los toros son la peor obscenidad y todos los curas, fascistas y maricones— anunció que retiraba el programa. Lo consigue el periodiquillo del zapaterismo juvenil y 170 protestas de amigos de Hamás. ¡Qué sensibilidad la de RTVE! Si tuviera la misma cuando protestan quienes están hartos de insultos a la religión católica o de aquelarres sectarios y revanchistas.
El antisemitismo izquierdista español se cobra esta pieza. Pero eso no es nada. Un anuncio para el boicot a productos israelíes que emite la televisión palestina, informa, con gran despliegue tipográfico, que lo financia el Gobierno español. Éste dice que no ha sido. Quizás no mienta. Habrán confundido a España con Irán, Hamás o Hizbullah. Nuestros amigos.
Cortesía: Gentiuno.com
Difusión: www.porisrael.org
Pero que podemos esperar de la izquierda de éste país llamado España, donde un necio llamado ZP, logró desenterrar el guerra-civilismo, después de 76 años y tener la cara dura de considerar amigos, como no podía ser de otra manera, a todos los enemigos de Israel, con su maxi tontería Alianza de Civilizaciones, que más que una alianza parece una declaración de intenciones para que volvamos a las cruzadas. Vivir para ver. Que Dios nos coja confesados.