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| miércoles abril 24, 2024

Cuando se escapa la liebre


rtveUn paseo por la casa de la prensa española

Jaime Naifleisch

La información parece compleja, inextricable. Los kioskos rebosan de cabeceras de diarios, semanarios, suplementos, fascículos, muchos con regalos de bolsos para la playa, de cuchillos, de piedras semipreciosas, para procurar un nicho en la rivalidad mercantil. Después de todo hasta los medios que son órganos de unos intereses inconfesables, son mercancías y éstas necesitan consumidores.

Y a ellos añadir las emisoras de radio de televisión, las editoriales de libros oportunos y muy promocionados… Vasile, el hombre de Berlusconi en la pensa española, capo del expansivo Canal 5, confesó con el cínico desparpajo itálico: yo vendo publicidad, si para eso tengo que emitir series, musicales, porno, informativos… pues lo hago.

Sí, son muchas empresas, muchos empleados, cada uno pugnando por ganarse el pan haciendo ganárselo a otros, pero ¿expresan pluralidad, debate social, o más allá de la riña con el colega sólo hay un paquete cerrado en el que cada medio es una esquirla de tungsteno barato, una tuerca, un tornillo de la misma granada? Cada hora la sociedad recibe el estallido que no cesa de la desinfodemia, la epidemia de desinformación hecha de millares de sucesos, cotilleos, exabruptos, piezas de la agit-prop (agitación y propaganda), banalidades, public relations, y frivolizaciones de asuntos graves, electoralismo, pseudociencias, porno, publireportajes (publicidad en forma de reportaje periodístico), furias y cacas del negocio deportivo… Prensa del movimiento, que ya no es como aquella que llevó el nombre en tiempos de Franco, cuando bastaba con un par de diarios, un par de teles, sometidos a la censura de un cura fóbico que se guardaba para sí los fotogramas de tetas y bikinis. Este movimiento es menos burdo, pero no menos enfermizo.

Al llegar los neoliberales del Psoe al poder en el 83, la prensa española que renacia en la Transición fue sometida a un pacto, en el que entraron todos los que en ella y los partidos eran alguien (Guerra, Carrillo, Fraga, Anson, don Polancone, Cebrián… todos en activo hoy, si no muertos de viejos). Allí se decretó que no habría más prensa ideológica en el reino, que el Mercado se ocuparía de todo, con medios generalistas o temáticos, neutros y objetivos. Desaparecieron los comunistas y los fascistas, y todo quedó en manos de la mayor salvajada de la historia de España: la ideología travesti, enmascarada, disfrazada, en la que unos harían de izquierda y otros de derecha, intercambiando estrellas como hacen los clubes de fútbol. Una empresa, el Grupo Prisa crecería hasta ser oligopolio, rector de todo lo que se publica en el país. Fabricante de periodistas, columnistas, escritores estrella, como otros fabrican salchichas de Francort: los Bastenier, Maruja Torres, Iñaki Gabilondo, Concha García, JJ Millás,  Gema Martín, JC Aguilar, JJ Ramírez en rol opositor, un centenar, que por serlo, y publicar bajo su amparo, convierten en soles a sus patronos. ¿Quién es Gabilondo, el hombre de el-Assad en la prensa española, sin Prisa? Y ¿qué es Prisa sin sus premiados gabilondos?

Estrellas que no se comerían un rosco si fuesen independientes.

Fueron esos los años de la islamización de todo ese paquete. Y de desborde hacia el blando cadáver de los reinos hispanoamericanos, donde diario a diario (Clarín, Pagina 12), radio a radio, todo pasó a ser propiedad del oligopolio español, directa o indirectamente. El mismo que pugna en las Américas con sus homólogos rivales,  el libanés Slim, el cubano anticastrista Mas Canosa, el británico Murdoch… como pugnan entre sí los buitres cuando encuentran una vaca muerta. Ve tú a tomar partido por un pajarraco u otro.

En diciembre del 87 la prensa española se puso al frente de todos los que esperaban desde hacía años que los árabes de Gaza dieran rendimiento a lo invertido y se levantaran contra los judíos. Fue la Intifada que creó algo así como la nación palestina.

Desde entonces sólo se veía en la insurrección, que no se aceptaría en otros reinos,  a los proárabes. Gabriel Albiac, Horacio Vázquez-Rial, Jon Juaristi… iban pasando de medio en medio, hasta quedar fuera de todos o en alguno de tercera fila, o en blogs digitales donde se refugia el derecho al pataleo. En alguno se guarda un lugar, por vergüenza y para mostrar democratismo, a alguien tan encasillado que sólo lo leen sus fieles. Incluso los israelíes y otros judíos publicaban, a condición de que hablaran mal de Israel, como Yehoshúa, Gelman, David Grossman, junto a Saramago, el dado vuelta Vargas Llosa (al fin le llegó el Nobel), Juan Goytisolo. O judíos, israelíes o no, a condición de que escribieran mal.

En el 91 el Psoe daría una vuelta de tuerca al modelo, impensable en su totalitarismo en reinos como Francia, Alemania, Italia, Gran Bretaña, donde la complejidad existe en la marcha real de la sociedad y, en algún grado, hay lugar para la disidencia, pese a Berlusco, a Murdoch, al mismo Prisa (que ha entrado en Le Monde…). Comisarios ideológicos han multiplicado por cinco al curita bobo y malévolo de tiempos de Franco.

La contradicción entre un Felipe González, pro Sadam Hussein como lo había sido éste de Franco (Sadam diría, en España «soy el Franco de Irak»), defensor del derecho del tikrití a apoderarse de Kuwait («son asuntos internos de los árabes»), obligado por el gran inversor kuwaití y por el presidente USA (Bush padre) a girar 180º y apoyar a los Aliados con una fragata simbólica en esa Segunda Guerra del Golfo, encontró la oposición de los empleados socialdemócratas y excomunistas neosocialdemócratas (esto es, que acababan de pasarse a Berlín tras haber sido abandonados por Moscú). Si, el personal seguía defendiendo a Sadam y el islam contra los yankis (aunque el islam de la Liga Árabe y los ayatolas, no apoyara a Sadam sino a los yankis).

El Periódico de Cataluña, alquilado al comerciante Asensio, se llenaba de elogios al tirano irakí, y en la misma página, un recuadro, mostraba la opinión contraria del jefe de Internacional, cosa que acabó con éste ingresado en un manicomio (San Boi). El desembarco de una trouppe de comisarios viejos socialdemócratas en la Redacción, acabó con los problemas. La limpieza de tipos raros ganó peso como primera tarea del día de los cargos dedicados a la labor de control. Más fácil es que pase un camello por el ojo de la prensa a que entre uno de estos mafiados en el reino de la información, la reflexión, el debate.  Quieres seguir cobrando, ríndete. Y casi  todos se rindieron.

La Guerra contra Yugoslavia sería el bautismo de fuego de esta nueva prensa española que no conoció período más nefasto ni cuando la Inquisición en sus horas más hambrientas (que no tenía diarios y radios-televisoras pero sí otros medios). Sólo que esta vez ese fenómeno no se redujo a España, fue común a todo el espacio de dominio alemán, en Europa y fuera de ella, mostrando que tras ese grado de honestidad donde hay lugar para la disidencia, hay la línea roja que no se traspasa, y un gran cartel que dice: ACHTUNG!

En esa guerra, la primera tras el fin de la Guerra Fría,  que dejó a Alemania  –por delegación de EEUU y fuerza propia acumulada–, como primera potencia continental, la tercera guerra de Alemania en Europa y la tercera de Alemania contra Yugoslavia en el siglo XX, nadie dijo esta boca es mía. Nadie con capacidad para que sus palabras se emitieran en un diario, una radio, una TV. Ni una vez se oyó la voz de uno de los protagonistas, los yugoslavos, ni para defenderse de las acusaciones de genocidio –jamás verificado– que los alemanes y sus conchabados vertían sobre ellos, no sólo para justificar la «guerra humanitaria», el pacto germano-islámico, y la captura de los Balcanes, en la que llegó a entrar EEUU (Clinton), aunque la repudió la ONU, sino para empezar la política de repartir con ventilador la acusación de genocidas, a fin de quitarse la exclusiva que les pesa desde 1945.

Los criminales chetniks serbios de Milosevic, que se apoderaron de la resistencia yugoslava, por defecto de los partisanos de Tito, no se distinguieron en su fiereza de los ustashi croatas de Tudjman ni de los yijadistas bosnios de Itzebegovic, pero en la responsabilidad de la catástrofe estuvo el alemán Genscher (que tuvo que renunciar) y su claque, encabezada por los impunes españoles Solanas y González.

España felipista, con su prensa más domesticada que ninguna, no habiendo sido parte de los invasores de Yugoslavia, ni en 1914-1918, ni en 1939-1945, podía jugar el rol de ser portavoz del odio antiyugoslavo, de la fobia antiserbia y antieslava, sin que la acusaran de ser juez y parte. España era ajena y se indignaba, Maragall, alcalde socialdemócrata de Barcelona, llegó a decir aquello de «Sarajevo, distrito de Barcelona», apoyando a los afgani de Ben Laden que estaban ahí… por amor a la socialdemocracia. Y nadie dijo esta boca es mía. O si lo dijo, no fue publicado.

«Nunca antes fuerzas cristianas se unieron para entregar un país cristiano al islam», diría el entonces primer ministro italiano D´Alema, ex comunista, en pataleo por la destrucción sistemática de las inversiones italianas en Belgrado por la aviación americana de la OTAN. Sólo La Vanguardia de Barcelona publicó, y en titular, esta frase lapidaria que deshacía de un golpe toda la propaganda mentirosa de la prensa española y europea, en primer lugar la socialdemócrata. Pero ni ese diario, demócrata cristiano comentó al día siguiente la sentencia del italiano. El modelo funcionaba aunque alguno se asomara un momeno por la tangente. El austríaco Peter Handke, hijo de una eslovena, el mejor escritor contemporáneo en lengua alemana, fue desterrado de la prensa sucia, y perdió para siempre la posibilidad del Nobel que tenía a mano, sólo porque osó viajar por Serbia y hablar de ella sin demonizar a los serbios.  A Journey to the Rivers. Justice for Serbia, finales de 1995.

El desborde de acendrada ansia totalitaria alemana no ha vuelto a repetirse. Fue un manotazo dado en esa hora desordenada en que la URSS y su Bloque se rendían –menos Yugoslavia–a las mafias forjadas en sus burocracias, con el respaldo alemán, el mayor beneficiario del fenómeno. Muchos son los empleados de prensa que recuerdan con vergüenza y amargura el papel que desempeñaron. «¿Qué querías que hiciera?», me han dicho, o » «Estoy cansado tras tantos años de lucha… tú deberías…»…

Las cosas se reordenarían, y Alemania tuvo que dar un paso atrás, quedando como primera potencia, pero con la omnipotencia recortada por sus socios, entre ellos los rusos de Putin que ya no son los de Yeltsin, los franceses, los británicos, cabreados porque Berlín había actuado de modo inconsulto, y no compartía beneficios. Al FDP de Genscher y el conde Lambsdorf, responsables de la estrategia germana, le costaría años de travesía del desierto, después de mostrarse lo catastrófico de su gestión. Jóvenes berlineses fueron los únicos europeos a quienes la prensa no engañó. Nazis alemanes mostraron su entusiasmo por las victorias patrias. Y nazis británicos, que se dieron cuenta de que esa guerra beneficiaba a Alemania, enemiga del Reino Unido, exigieron a Londres que interviniera. Nada de esto se leía en la prensa. Los demás entraron al trapo como niños a los que se cuenta aquello de los Reyes Magos, desde los trotskoides argentinos del PST, a los seguidores de Juan Pablo II, gran recurso de los destructores de la República Federal Socialista Yugoslavia.

Esa fobia de la agit-prop que ponía a los serbios del mundo fuera de la ley… se apaciguó, en cuanto Belgrado, vapuleada, rindió sus armas.

La prensa española, empero, no se recuperó, y sigue siendo la más cerrada de UEuropa. Ni siquiera ha reconocido que Alemania participara, aunque la canción de moda en el renacido Protektorat de Croacia fue Danke Deutschland. Nadie pagó absolutamente nada por su papel en el crimen, ni le reclamó a González que mostrara los cadáveres de los 400.000 musulmanes que, según él, y sólo él, estaban allí y exigían que el país fuese bombardeado. Ni un sólo medio ha vuelto a hablar de los 400.000 mil, que fueron portada, titulares, editoriales, columnas, y viñetas de los dibujantes de monigotes (Hay humores que matan). El defensor del pueblo de TVE, tan ofendido por el vídeo del que hablaremos hoy ¿no tiene nada que decir?

La guerra islámica contra Israel nunca alcanzó el grado de barbarie absoluta que exhibió en el caso de la guerra germano-íslámica contra Yugoslavia. Suficientes para que no sea total la fobia son los amigos de Israel –algo mostramos en el libro En defensa de Israel, con Horacio Vásquez-Rial, Pilar Rahola y una veintena de autores– y no pocos son los que entienden, como ha dicho J.M.Aznar que si cae Israel caemos todos, en un abanico que va desde la izquierda, como en el caso de la Asociación Galega de Amizade con Israel, a personalidades de la derecha democrática, en el maremagnum de partidos, oenegés, periódicos islamizados, y todos rebosantes de dinero, que no atacan al país de los judíos por sus muchas taras, sino por las propias.

La yijad tiene la iniciativa, no cabe duda, y es hegemónica en el gobierno Rodríguez Zapatero, en las Cortes (Parlamento), en las grandes cabeceras. Pero al mejor cazador se le escapa la liebre. Y después de más de veinte años de hegemonía casi total, al menos en España, en este reino como en otros europeos, empiezan a corregir su postura radicalmente antiisraelí y pro musulmana muchos que no la sostenían por fobia sino por ignorancia, no por estar asalariados para esa función, sino por seguir la corriente irresponsablemente, y que ahora le ven las orejas al lobo y empiezan a ser objetivos.

No, no ha sido Israel quien ha logrado esto, muy poco se interesa el Estado por lo que digan los medios en Europa, aunque a todos nos vaya la vida en ello. Ellos se limitan a la diplomacia a puertas cerradas y los intercambios de bienes y servicios, en los que entran los países cuya prensa… es judeofóbica, porque milenio y medio clerical y el negacionismo de la Shoá, seguido de la propaganda islamista, han educado para esto al soberano espectador que ve la tele y ojea diarios.

Y acaso algo hayan contribuido a morigerar las cosas los independientes que hacen hasbará, sin pausa, por medio de la red, especialmente los que buscan auditorio no judío.

Esta semana conocimos otro asqueroso caso de cobardía de Televisión Española, entidad aún no privatizada del todo, que se supone controlada por las Cortes y maneja varios canales. Se trata de un reducto de la guerra santa que muy rara vez deja un resquicio a la información. El escándalo gira en torno a un programa irrelevante, que envía reporteros a diversas ciudades en la que residen y pasean españoles, y las muestra a través de los ojos de éstos. Lo dicho, irrelevante, pringado de tópicos, carísimo ya que lo paga el erario público. En el episodio correspondiente a Jerusalem los redactores olvidaron montar la fobia habitual, los judíos son malos, nosotros sufrimos mucho, etc., que es el exabrupto oficial –no de los árabes de Israel y los territorios, pero si de los occidentales «amigos de la causa árabe».

Los amigos de Ben Laden, de Alí Jamenei, de Haniye, de Nasrallah, de el-Assad, de Omar, todos esos españolitos que esperan salvar la vida si hablan mal de los judíos, se autocensuraron y prohibieron la emisión del capítulo, por ser «propaganda sionista», propaganda judía, dirían sin tapujos los amigos sarracenos que les indicaron la necesidad de obrar así. De pronto preocupados porque alguien hace propaganda. Habrase visto.

Cuando se preparaba la invasión que iba a derribar a Sadam Hussein, y decenas de millares (millones decía la prensa sadamizada) se manifestaban, visitó UEuropa el secretario del partido comunista de los kurdos de Irak, en busca de apoyos. Lo entrevistó El Periódico, dejando escapar una liebre. El periodista, le preguntó cómo se explicaba que sus camaradas europeos fuesen partidarios de Sadam, y el comunista superviviente le dijo: «están todos en nómina, cuando caiga el tirano se verá». Los que encontraron los papeles no los mostraron, los estarán usando para chantajear, vaya usté a saber. El pueblo kurdo, uno de los más maltratados del siglo, por Turquía, Siria, Irak, Irán, Europa, no tiene ni el 1% de las oenegés y los periodistas amigos del islao salen millones ni decenas en su favor. Ni cuando Turquía «moderada» bombardea los refugios civiles en las montañas, al tiempo que envía conmovidas flotillas del amor y la paz a Gaza derramando toneladas de tinta de cocodrilo. Pero ahí quedan las palabras de aquél superviviente que se le escapó a la prensa.

Aquí podemos ver el video. Que cada quién juzgue si es material censurable en democracia, sólo porque lo sería en el medio centenar largo de reinos de la Organización de la Conferencia Islámica.

Pero al mismo tiempo, hace unas semanas y hoy mismo, otros canales –el 5 y la 6 respectivamente, que no se distinguen de TVE– nos sorprendieron con respectivos programas, muy curiosos. En el primero un hombre que tuvo mucho éxito hace unos años con un reality zafio (Crónicas marcianas), el señor Javier Sardá, miembro más joven de una familia catalana de la ya disuelta gauche divine de los últimos tiempos de Franco, hace y produce su propio viaje a Israel, en una serie de –lo hago porque puedo– que lo llevó a muchos países, y no concitó la audiencia esperada. En el capitulo israelí de Duty Free, exhibió Sardá una sensatez inesperada, entrevistando árabes y judíos, mostrando, comentando. Y pasó desapercibido. Tampoco los que salieron a protestar en la red por el caso TVE lo tuvieron en cuenta.

Y hoy, otro caso. Un joven chistoso, también catalán, de una productora rival de la de Sardá, la del impresentable Buenafuente (cuyo show nocturno sustituyó en el favor del público al viejo Crónicas de Javier Sarda), sigue la pauta viajera y visita lugares para su programa antes doméstico Salvados. Hoy lo vimos paseando por Mea Shearim acompañado de un ortodoxo melillense, por unos puestos de adiestramiento privado, por un kibutz junto a Gaza, entrevistando a Cymerman (corresponsal de La Vanguardia y Antena 3, donde contrapesa la fobia desaforada de sus colegas de El País, El Mundo, El Períodico, ABC, TVE, Canal 5, canales 3 y 33 catalanas, y de la misma Vanguardia, etc.) … y su personaje, cínico, sarcástico, dejó paso a un trabajo endeble pero correcto, en la antípoda de lo que es habitual. Lo atacó el sentido de la responsabilidad al joven Jordi Évole.

Me dicen que ha sido segunda parte, que la anterior, la semana pasada, los entrevistados eran árabes, y fue notable por haber dejado hablar a un caudillde Hamas en Gaza. Ya se sabe, por la boca muere el pez, y cuando la guerra santa no es explicada por intérpretes occidentales, que adaptan el lenguaje a los oídos occidentales (traducen «antisionistas» cuando dicen «antijudíos», por ejemplo), la andanada causa repeluz en los oyentes/espectadores/lectores. «La culpa de la matanza (del 11 de marzo de 2004) la tuvieron los españoles en un 80%», me dicen que dijo. Muchos proislamistas no habrán ganado con ello como cuando explica los hechos un funcionario colaboracionista, de esos que están en nómina.

Vaich tiene razón, todos estos reportajes si en Buenos Aires hablan de tango y asado, si en Siberia del frío y los yaks, pero si en Israel se reducen a la guerra, al sufrimiento de los árabes que, como todo el mundo sabe, sufren en exclusiva, se lo pasan sufriendo todo el día, genocidiados constantemente, no hay entre ellos mercado negro, proxenetas, asesinos, fanáticos, pederastas, listillos que viven de la ONU… Cuando hablan del País Vasco sólo hablan de ETA nunca del formidable cooperativismo de Mondragón, cuando de Argentina sólo de lo mal que les va a esos sumisos tercermundistas, jamás de qué hace España para que así les vaya, cuando de Portugal para reírse de esa semicolonia española y de lo feas que son sus mujeres…

La prensa es un reducto cerrado. En su interior impera el derecho de pernada según la jerarquía, pese a pretenderse vigilante de la ética, del derecho, con un dedo siempre listo para señalar la taras de otros, a quienes convenga señalar. Y como vemos en el caso yugoslavo, hasta la prensa más arraigada en la democracia tiene detrás de la silla de cada reedactor un guardia que, llegado el caso, le dicta lo que tiene y no tiene que decir. Parece excesivo formularlo así, pero así lo decía Georg Christoph Lichtenberg a principios del siglo XIX, cuando la prensa balbuceaba. Y desde entonces… tantos.

Vale la pena estar atentos para ver cuando se les escapa una liebre, y no sólo cuando uno de sus actos de rutina es denunciable.

veismir dixit

Que el mundo entero lo juzgue ! ! !

R.Vaich

La RTVE elimina el capitulo de JERUSALEM del programa «Españoles en el mundo».

Así lo ha solicitado la Defensora del espectador.(A que tipo de espectador defiende?)

Les agrego el video completo del capitulo CENSURADO ! ! !

abrir para ver

http://www.youtube.com/watch?v=QmGFMuwvLeM

Despues de haberlo visto juzguen ustedes donde encontraron alguna minima ofensa hacia alguien !

Como habran visto el video es objetivo y dable de ser difundido sin trabas,  pero ha merecido que la espada de la censura haya caído sobre él por ser un instrumento de la propaganda sionista !

Informaciones que provienen de contactos con TVE  indican que la censura se ha efectuado por presión palestina, la que ha tildado de «propaganda del ente sionista»  a los reportajes  y a la  filmación realmente neutra y objetiva de TVE sobre españoles en Israel, que solamente se compone de algunos pantallazos breves  de Jerusalén y  del absolutamente libre ejercicio de las tres religiones monoteístas, incluidas sus diferentes corrientes y sectas,  más otras breves  filmaciones del lago  Tiberíades y su entorno. Todo ello  efectuado  en visitas y entrevistas a españoles que viven o residen en Israel,  en las que éstos, en total libertad y sin guiones previos,  relatan algunas de sus vivencias en el país, siempre dentro del  ritmo vertiginoso,  típico del periodismo televisivo.

Uno de los lectores escribe en el articulo aparecido
http://www.publico.es/televisionygente/355864/tve-elimina-el-capitulo-de-espanoles-en-el-mundo-dedicado-a-jerusalen
awooble 12-01-2011 Todos los episodios de ‘Españoles por el Mundo’ ofrecen una imagen sesgada de los países que retratan. Nunca muestran ejemplos de gente que malvive, que ha perdido el empleo o que son explotados como camareros en Londres, en Nueva York, en París o en Tokio. No es el objetivo del programa. No es un documental social. Es entretenimiento. Pues, cuando se van a Israel, ¿por qué tiene que convertirse sólo por un día en un documental/ pieza propagandística financiada por Hamas? Me resulta atroz que lo hayan quitado. Cuando el Defensor del Espectador empieza a censurar, entonces deja de ser Defensor y se convierte en algo muy sórdido.

Soy lector ávido del programa, pero su visión parcial y antisionista del Estado de Israel sería buen motivo para dejar de serlo.

Difusión: www.porisrael.org 

 

 
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