Sin duda no hay dos guerras iguales. Las motivaciones, las circunstancias históricas y los protagonistas cambian. Sin embargo, hay conflictos bélicos de distinto carácter en escenarios diferentes que tienen indudables semejanzas. Por ejemplo, existen aspectos muy similares en la guerra civil que se libra actualmente en Siria y la guerra civil española de 1936-1939.
El parecido se manifiesta en dos aspectos fundamentales: en que por detrás de los beligerantes se libra una lucha entre poderosos intereses internacionales y en que uno de los bandos está profundamente dividido.
Si en España detrás de los beligerantes estaba la confrontación potencial entre la Alemania nazi y la Unión Soviética, en la guerra civil siria es claro que se libra un duro enfrentamiento entre el régimen teocrático shiíta de Irán y el Islam sunnita encarnado por Arabia Saudita y sus aliados del Golfo Pérsico. Si en la guerra civil española hubo duros enfrentamientos entre los comunistas y otros grupos de izquierda, en la guerra civil siria las diferencias entre islamistas militantes y grupos moderados favorecidos por Occidente han producido numerosos choques con muertos y heridos.
Según el analista militar Charles Lister, citado por la BBC de Londres, hay unos 1.000 grupos rebeldes que en total reúnen unos 100.000 combatientes. Unos 10.000 jihadistas (o sea partidarios de la guerra santa global) integran los grupos más extremistas; el frente al-Nusra, vinculado a Al Qaeda y Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIS). Otros 30.000 o 40.000 pertenecen a grupos islamistas presuntamente más moderados. Se desconoce el número real del más importante grupo de oposición, el Ejército Sirio Libre, que responde a la Coalición Nacional Siria, constituida en noviembre de 2012 en Turquía y reconocida por numerosos gobiernos.
En una entrevista para la revista alemana “Szpiegel” (Espejo) del 24.9.2013, el brigadier general Salim Idriss que es el comandante supremo del Ejército Sirio Libre, reconoce que a nivel local hay colaboración de sus fuerzas con los jihadistas, pero dijo que él personalmente se opone. Idriss acusa a los extremistas islámicos de haber matado a varios comandantes de su ejército y de no tener interés en que el régimen de Assad caiga. Para él, los jihadistas prosperan en la guerra, pero advierte que si su ejército no recibe más apoyo de Occidente los combatientes se inclinarán por colaborar con los extremistas porque necesitan dinero y armas.
Pero no cabe la menor de que Idriss y su ejército recibieron un duro golpe con el acuerdo alcanzado entre once grupos rebeldes islamistas que han rechazado la autoridad de la Coalición Nacional y de su brazo armado, el Ejército Sirio Libre. Según Charles Lister, tres grupos islamistas moderados hasta ahora vinculados al Ejército Sirio Libre, firmaron el acuerdo, lo que debilita a la oposición moderada, no solo en el terreno militar sino también en el político.
En la declaración conjunta de los grupos islamistas, éstos hicieron un llamado a “todas las fuerzas militares y civiles a unirse en un claro marco islámico basado en la Sharía que debe ser la única fuente de la legislación” y urgieron a todos los grupos opositores a “rechazar la división y a colocar los intereses de la Umma (Nación islámica) por sobre los intereses sectoriales de los grupos”.
Es evidente que esta ruptura de la unidad de los grupos armados de la oposición, que se hace en nombre de una teórica unidad islamista genera una reagrupación de las fuerzas que combaten al régimen de Bashar Assad en detrimento de los seculares y los moderados. El proceso de islamización de las fuerzas rebeldes abarca a numerosos grupos, incluyendo a varios aún vinculados al Ejército Sirio Libre.
¿Llevará esto a una guerra civil una vez alejado Bashar Assad del poder? ¿ Vendrá después de la desaparición del dictador y de sus aliados una dictadura islámica aún más dura que la del partido Baath? ¿Habrá un acuerdo sobre la base de un “assadismo” sin Assad? Lo cierto es que cualquier desenlace de la guerra, aún el más imprevisible e impensable en la coyuntura actual, es posible. Lo único seguro sobre el futuro de Siria es por el momento…..la incertidumbre.
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