El escandaloso asesinato en Minneapolis de George Floyd es un crimen que no puede tolerarse ni excusarse. También deben condenarse los esfuerzos de los extremistas para infiltrarse en manifestaciones pacíficas y convertirlas en disturbios violentos. No se los puede racionalizar falsamente como una forma de protesta legítima o como parte de un camino necesario para el progreso. Las personas sensibles saben que ambas cosas pueden ser igualmente ciertas y que la preocupación por la anarquía en las calles de las grandes ...