Hace unos meses, debido a las repetidas calamidades del Presidente Trump frente a las principales provocaciones iraníes, yo escribí un mordaz artículo titulado «Ni principios, ni dignidad, ni poderío ni disuasión»,[1] en el que argumentaba que aparentemente el entender de que los principios, la dignidad y el poder se traducen en disuasión y evitan una escalada mucho mayor en una guerra más costosa, era algo que iba más allá del entendimiento de Trump como gran empresario hotelero. Hoy debo saludarle; este ...