En las pasadas semanas una de las noticias más importantes del mundo judío (no sólo nacional, sino internacional) fue la entrada en vigor de la nueva Ley de Nacionalidad para sefardíes originarios de España y los consiguientes actos de agradecimiento, incluida una recepción en el mismísimo Palacio Real de Madrid. Más allá de las ya muy comentadas dificultades burocráticas para demostrar los requisitos para acogerse a dicha legislación, hay un punto negativo que me parece esencial, aunque seguramente complicaría aún ...