Aquella tarde de invierno, mientras preparaba una mermelada de naranjas amargas de Sevilla, el abuelo recordó con nitidez lo sucedido treinta años antes cuando, en compañía de Jacques Piccard, el hijo de Auguste, quien inventara el batiscafo, descendieron a la Fosa de las Marianas cerca de Guam, en el océano más profundo de la tierra, y vieron destellos y luces de una belleza inaudita. Estaba al cuidado de su nieto porque su hija se había marchado de viaje por un ...