En estos días es muy difícil hablar de otra cosa. La plaga llega a los rincones más recónditos del planeta y a su paso se abren dos posibles posturas mayoritarias: la de los apocalípticos y la de los que minimizan su verdadero alcance y peligrosidad. Si en el primer grupo abundan los esotéricos que apuntan a castigos divinos, en el segundo se hacen cada vez más fuertes los conspiranoicos, seguros de que esto no pasa por simple azar genético, sino ...