Vivir sobre un suelo triplemente sagrado es muy difícil. Ayer, de nuevo, enfrentamientos sobre la gran explanada de Jerusalén. Y la vieja paradoja: el Estado de Israel garantiza el derecho de la autoridad religiosa musulmana a vetar la oración de judíos allí. Es un caso único. Que, por sí sólo, habla del nudo de contradicciones que es el Cercano Oriente. Insolubles todas. Al observador ajeno a toda creencia que soy, pocas ciudades le disparan un más alto desasosiego que Jerusalén. Allí, ...