A fines del 2015 una dolorosa foto le dio la vuelta al mundo. Era la del cadáver del niño de tres años Alan Kurdi. Se había ahogado en el Mediterráneo, mientras su familia trataba de llegar a Grecia. Era una pequeña criatura siria de la etnia curda. Su cuerpecito intacto, como si dormitara, había sido gentilmente depositado en una playa turca por el efecto de las olas. Todavía no estaba descompuesto. Los peces, extrañamente, no lo habían mordisqueado. El impacto de ...