Una vida cercenada, podría decirse, tiene el último don vital de señalar a quien la quita, la trunca: la forma en que lo hace y la “motiviación” que lo impulsa, caracterizan al victimario. Pero no siempre es así. A veces, por algún motivo, esa definición, esa caracterización es silenciada. En el reciente caso del terrible y deplorable asesinato del niño palestino Ali Saad Dawabsha, de un año y medio de edad, la amplia cobertura mediática y las voces de condena no se ...