A veces, las más terribles tragedias conllevan cambios que, a largo plazo, suponen una mejora. Sucesos tan trágicos como la Segunda Guerra Mundial sirvieron para acabar con algunos de los más terribles sistemas totalitarios del mundo. Tras la debacle que significó el Holocausto para la población judía europea, pocos países se atrevieron a oponerse a la propuesta de erigir un estado propio en nuestra tierra ancestral. Más lejos en el tiempo, pero más cerca en sus características, las pestes que ...