Cuando hace más de diez días, un oficial de policía de Minneapolis asesinó al joven afro descendiente George Floyd, se abrió una caja de Pandora muy grande y no quedó nada adentro. El rostro frío del policía que siguió con su rodilla apretando el cuello de Floyd aunque éste ya estaba muerto y la complicidad de sus tres compañeros fue un disparo al corazón para los millones que lo veían filmado por un celular que tomó toda la bestial escena. La ...