No diré que tuvo una muerte poética, porque no soy capaz de ver ningún tipo de poesía en la muerte, pero seguramente, si hubiera tenido capacidad de escoger, no habría cambiado el lugar donde acabar sus días. Al fin y al cabo, allí había muerto cada día, cuando era pequeña, y cada día había vuelto a revivir, en una lucha feroz por la supervivencia, que consiguió vencer. Se llamaba Eva Mozes Kor, y con su hermana gemela, Miriam, había nacido, hacía 85 ...
La luz de Eva
Dedicó la vida a defender el perdón, porque “el perdón no es para el verdugo, sino para la víctima”