Más allá del pálpito emocional, Auschwitz es, también, una universidad entera donde se aprenden lecciones que jamás debemos olvidar. Y la más fundamental, la que nos definirá como seres decentes, es que nunca se debe usar el nombre de Auschwitz en vano. Si la negación de este horror que asesinó industrialmente a millones de personas y que intentó acabar para siempre con toda la vida judía europea, es una maldad intrínseca, su banalización es igualmente perversa. Usar el nazismo para ...