Si Occidente no quiere convertir Cisjordania en otra Gaza, deberíamos revisar nuestras políticas de ayuda exterior.[1] Como escribió una vez el gran periodista económico Henry Hazlitt (1894-1993): «La ayuda exterior de gobierno a gobierno promueve el estatismo, la planificación centralizada, el socialismo, la dependencia, la pauperización, la ineficiencia y el despilfarro». La ayuda externa no ha traído crecimiento al pueblo palestino. Las hermosas zonas residenciales de Ramallah no fueron construidas con dinero de ayuda extranjera sino por palestinos estadounidenses, que ...