Hacia mediados de 1467 Ali Ben Ziyad al-Quti partió de la ciudad de Toledo rumbo al exilio. Iba con su familia y algún que otro servidor. Su destino, lejano y polvoriento, era Tombuctú. Ali llevaba consigo una amplia selección de documentos en castellano, hebreo y árabe procedentes de su biblioteca. Tenía el sentimiento de estar salvando las esencias del mundo, sus claves, bellezas y misterios en letras de todos los tamaños y colores. Esos manuscritos, que con los siglos llevarían ...