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| martes abril 30, 2024

Por qué Trump corteja a Romney para el Departamento de Estado


Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld

Todo el revuelo sobre las presuntas grietas dentro de la transición de Trump sobre Mitt Romney falla en lo importante. Creo que es teatro, una distracción del mismo hombre que pudo dirigir la atención, a todo lo largo de la campaña, de los medios de comunicación hacía donde quería.

Donald Trump tiene un plan que elude a sus críticos, quienes no pueden dejar de pensar en la política de la forma en que siempre se ha hecho y aún no captan su pensamiento ni la gama de nuevas herramientas que trae a la presidencia.

El Departamento de Estado está muy averiado y necesita desesperadamente ser reparado. El Departamento de Estado requiere una reestructuración fundamental, así como la salida de muchas figuras atrincheradas cuyas metas y creencias son antagónicas con la confrontación realista con la jihad islámica y los esfuerzos, de muchas generaciones, de los estados musulmanes para «borrar a Israel del mapa». El Departamento de Estado está lleno de personas, llamadas «arabistas», que instintivamente culpan a Israel cuando es atacado y se defiende y que presumen que EEUU debe atender los prejuicios de cientos de millones de musulmanes árabes, porque son tan populosos y porque tienen petróleo y han financiado un número asombroso de sinecuras, para burócratas jubilados, con generosas compensaciones y pocas demandas (aparte del apoyo reflexivo siempre que surge un problema).

Esto es sólo un comienzo en la enumeración de los problemas, porque Medio Oriente no es el único problema por delante, simplemente es el más antiguo. Hay serios problemas con Rusia, China, Corea del Norte y Venezuela, entre los principales problemas de la diplomacia de EEUU. 

Arnold Cusmariu argumenta hoy que John Bolton es el hombre para reformar el Departamento de Estado mientras implementa las políticas del Presidente Electo Trump. Soy un gran admirador de Bolton y estaría feliz si consiguiera el trabajo. Pero aunque estoy mucho más cerca de la política de Bolton que de la de Mitt Romney, el conjunto de habilidades del ex gobernador parece ideal para el trabajo que se avecina.

En primer lugar, mi suposición es que Donald Trump, cuando asuma la presidencia, en gran medida hará la política exterior desde la Casa Blanca, una medida con mucho precedente. Lo haría usando al personal del Consejo de Seguridad Nacional, que no requiere la confirmación del Senado, y que puede operar con mayor rapidez y flexibilidad de lo que permiten los rígidos protocolos del Departamento de Estado.

Mitt Romney, como secretario de estado, no se centrará en la política, sino en hacer con el Departamento de Estado lo que ha hecho con empresas de bajo desempeño: cerrar segmentos enteros de la organización y reorganizar lo que los sobrevivientes hacen alrededor de objetivos y procedimientos repensados. Este es un arte formidable, y en el que Romney es un maestro reconocido, gracias a sus muchos años en Bain Capital, comprando empresas y dándolas vuelta. Tiene una profunda experiencia en reorientar lo que más importa y en las formas más eficaces para lograr las prioridades redefinidas.

Si se están haciendo cortes despiadados, ayuda mucho ser un total extraño. La experiencia de Bolton en el Departamento de Estado podría ser una ventaja de muchas maneras, pero también sus relaciones humanas podrían ser un obstáculo para un cambio radical. Estaría a sólo una llamada telefónica de Romney, si este último necesitara su consejo. La imagen de Romney, pintada por la campaña de Obama en 2012, podría resultar beneficiosa si los empleados del Departamento de Estado comenzaran a enviar sus currículos antes de que Mitt el Cuchillo los obligara a irse.

Donald Trump ha soportado una cierta cantidad de burla por decir que Romney «parece» un secretario de estado, pero tomo la observación como una indicación de que pretende hacer uso, sin precedentes, de los medios de comunicación sobre su política exterior (y sobre toda su administración). Recuerden que él, mejor que ningún otro en política, entiende el atractivo de la realidad televisiva. Y, para bien o para mal, una parte considerable del público– probablemente una mayoría – comprende la política en el nivel del drama televisivo, con héroes y villanos, y especialmente con víctimas. 

Donald Trump pasa mucho tiempo con Mitt Romney, y los dos van a cenar juntos. Creo que esto sugiere que el presidente electo está usando sus formidables poderes de persuasión para explicarle a Mitt cómo será el trabajo que tiene en mente y solicitar la formidable inteligencia y experiencia de Romney para la tarea por delante.

El showman maestro es también un persuasor maestro (sacarse el sombrero: Scott Adams). Creo que tiene grandes planes para grandes cambios en el Departamento de Estado, y cree que Romney es el tipo para hacerlos.

http://www.americanthinker.com/blog/2016/11/why_trump_is_courting_romney_for_the_state_department.html

 
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