Cuando el presidente ruso, Vladimir Putin, ordenó la intervención militar directa en Siria en septiembre pasado, su intención era lograr una victoria rápida y contundente que tapara otros problemas por los que Moscú transitaba, en particular la apropiación y anexión de tierras en Georgia y Ucrania. Nueve meses más tarde, después de haber logrado casi nada en lo que se refiere a la relación de fuerzas en la -extraña- guerra siria, Putin está buscando una salida decorosa para su aliado Bashar ...