Consternación, estupor, amargura, decepción, ninguna palabra es suficiente para describir el estado de ánimo que nos ha causado la noticia del cruel asesinato del joven árabe Muhamad Abu Khdeir. Días pasados habíamos conocido el terrible destino de los tres chicos israelíes Naftali Fraenkel, Gilad Shaar y Eyal Yifrach, que fueron secuestrados y asesinados por terroristas palestinos. En el fondo albergábamos la esperanza que ambos terribles sucesos no estuvieran relacionados. Pero cuando la policía israelí, actuando con resolución y celeridad, detuvo a ...